I. Cómo se conocieron.

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Merle:
Estabas sola, hace un par de semanas que viste por última vez cualquier indicio de vida humana a tu alrededor, solo caminantes por todos lados.
La poca comida que te quedaba se terminó hace dos días, no tenías agua o refugio. Solo tú, vagando en el bosque. Solo te habías topado con un par de caminantes, los cuales terminaste con tu navaja.

Por la altura del sol, dedujiste que ya pasaba del mediodía.
Comenzabas a sentir los efectos de la deshidratación; estabas mareada y débil, no pasó mucho tiempo hasta que la vista se te nubló y caíste al suelo inconsciente.

En tu inconsciencia escuchaste voces muy lejanas, no podías distinguir que decían o de quien eran, solo sentiste que alguien te tomó entre sus brazos y te cargó.
Aunque hubieras querido poner resistencia, en tu estado no pudiste hacer nada.

Cuando al fin abriste los ojos, ya no estabas en medio del bosque, estabas en una pequeña habitación en penumbras, sobre una cama de hospital. No supiste cuanto tiempo pasó, ni como habías llegado a ese lugar, tan solo sabías que alguien te había encontrado y llevado hasta ahí, y por alguna razón sentías que tenias que salir de ahí, no querías quedarte a averiguar que querían hacer contigo quienes fueran los que te llevaron ahí.

Antes de intentar algo notaste que no estabas sola; a tu lado izquierdo se encontraba sentado un hombre al cual no pudiste ver con claridad debido a la poca luz de la habitación.

— Al fin despiertas, muñeca —dijo burlonamente el hombre.

Trataste de incorporarte, pero con lo débil que te encontrabas no lo lograste. Él al verte se acercó a ti y puso su "mano" frente a ti impidiéndote seguir intentando.

— Dulzura, de ser tu, no haría mucho esfuerzo en levantarme —Observaste que donde debería estar su mano derecha, llevaba una especie de prótesis metálica.

Dándote por vencida, volviste a recostarte en la camilla, dejaste salir un suspiro de resignación y volteaste la vista para ver a aquel hombre, que solo te observaba divertido.

— Y bien, ¿quién rayos eres? preguntaste con el tono más serio que pudiste articular. No querías verte mas débil de lo que ya te encontrabas.

— ¡Hey, hey! Tranquila princesa, no deberías hablarle así a la persona que te salvo de morir en medio del bosque —replicó en tono ofendido.

Rodaste los ojos, cansada de la actitud y los apodos de ese sujeto. No parece ser del tipo de personas que toma las cosas en serio. — Ya, lo siento, ¿ok? Solo quiero saber quien eres, tu nombre, y por qué me salvaste la vida —le respondiste cuidando que la forma en la que lo hiciste no sonara tan agresiva. — Por cierto, gracias —.

El hombre enarcó una ceja y tras dejar salir una pequeña sonrisa, respondió. — Soy Merle Dixon, y digamos que soy un buen samaritano. Quien sabe, hasta podría ser tu maldito ángel guardían —finalizó con una carcajada.

Oh, Dios...

💘

Daryl:
— ¿Cuántos caminantes has matado? —, preguntó el hombre castaño que tenías frente a ti, era intimidante, pero al menos ya no te apuntaba con la ballesta.

— Al menos, mas de dos docenas —. Respondiste. Desde que todo comenzó habías terminado con muchas de esas cosas, en realidad nunca las contaste, ¿quien tiene tiempo para hacerlo?

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2016 ⏰

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