·Capítulo 4·

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Cuando entré con Ángela a mi facultad, la cual es la misma, porque estudiamos lo mismo, todo el mundo nos miraba, bueno más que a mí a ella, aunque después las miradas de los tíos iban a mí, parecía como si me analizasen, viendo si podían quitármela.- Como te sigan mirando así tendré que partirles la cara.- Besé sus labios de nuevo, dando a entender que es mía, y después sonreí de forma vacilona.- ¿¡Ángela!?- Una chica de pelo negro, ondulado la que la llamaba.- ¿¡Elvira!?- La chica comenzó a correr hacia nosotros con los brazos abiertos. Desvié mi vista hacia la derecha viendo a Allison y a Becca con cara de pocos amigos mirando directamente a Elvira.- ¿¡Cuándo has vuelto!?- Parecía muy ilusionada con haberla visto.- No hace mucho, pero bueno, pensaba ir a buscarte esta tarde y charlábamos.- Tosí un poco haciendo notable mi presencia.- Elvira, él es Dylan. Dylan, ella es Elvira, una amiga que conocí en el instituto.- Cuando dijo aquello mi sueño apareció en mi mente.- ¿Tú eres Dylan? ¿El famoso Dylan?- Me miró levantando una ceja y con una sonrisa de soslayo.- Supongo.- Sonreía, pero la razón era la mirada que Alli y Becca le estaban dedicando a la tal Elvira.

Les hice un gesto para que se acercasen cuando ellas estaban hablando y no me veían, pero ellas negaron con la cabeza, aunque ignorando su respuesta Hades y Zeus las empujaron poniendo sus brazos alrededor de sus cinturas.- Ángela, nos vamos a clase, adiós.- Allison, hablando en español se dirigió a Ángela, la cual la miró con diversión.- Bueno Elvira, creo que debería hacer lo mismo, adiós, luego hablamos.- Ella sonrió de nuevo y se dirigió a otra facultad.- ¿Qué pasa Alli?- Ella ya estaba dada la vuelta aunque negó con la cabeza y rodó los ojos, casi pude oírlo, y sonrió.- Nada Angy nada.- La abrazó.- Ahora sí, tu facultad es esa.- Señaló un edificio grande.- Y la tuya aquella.- Dijo respectivamente a Alli y a Becca. Ellas asintieron y se fueron por caminos apuestos.- ¿Vosotros sabéis dónde tenéis que ir?- Ellos asintieron.- No está aquí tenemos que irnos a un edificio a unas calles de aquí, no está lejos, pero tenemos que irnos ya. Nos vemos aquí a la hora de comer, ¿vale?- Asentimos.- En ese caso, adiós.- Se despidieron con una sonrisa y se fueron.

Cuando llegamos a nuestra faculta quedé alucinado, era un edificio alto, parecía que estaba hecho de mármol entero, y se podían oír los instrumentos de algunas aulas cercanas a las ventanas del exterior.- Es preciosa...- Iba a decir algo más pero un estruendo me interrumpió. El sonido de dos motos negras y grandes, como la mía, aparecieron a nuestra espalda. De ellas bajaron dos chicas, de las distintas motos, ellas conducían y no tenían ningún acompañante.

Vestían de cuero entero, llevaban tacones altos y también negros, el top eran rojo y azul, distintos colores según la chica y les llegaba un poco por encima del ombligo. Quitaron el casco de sus cabezas y de la primera calló una gran melena blanca y lisa, y de la segunda moto bajó una chica con el pelo negro, largo y liso.

Anduvieron con chulería por delante de todos nosotros, y la mirada de la morena quedó depositada en Ángela por unos segundos bastante largos, para después sonreírle de lado y seguir su camino.- ¿La conoces?- Ella negó con la cabeza.- ¿Y por qué te ha mirado así?- Una chispa de enfado se encendió en mi interior.- Ni idea, a lo mejor si la conozco pero no me acuerdo.- Se encogió de hombros, me miró, me besó, me sonrió y seguimos con nuestro camino, justo el mismo que habían tomado ellas.

-Muy bien alumnos, esto son clases con pocos alumnos, intuyo que todos tenéis buena voz y sabéis tocar como mínimo un instrumento.- Por los apellidos a Ángela y a mí nos habían tocado asientos alejados. Yo sabía tocar el piano, pero creía que Ángela no sabía tocar ninguno. Me giré y le pregunté con gestos que instrumento sabía tocar ella, y me respondió cerrando los ojos y poniendo las manos como si sujetase un violín. Le sonreí y volví a atender.- Muy bien, ¿podrían cantarme una canción? Solo es para ver que tonalidad es la suya.- Esto me recordó a los viejos tiempos. El gran salón de actos, cada uno sentado dónde le daba la gana, aunque aquí hubiese un orden, la profesora gritando para que pudiésemos oír.

¿Por qué Ángela? ¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora