Tras un par de cubatas en un antro de mala muerte, en el que no te pedían el carnet para
beber, me sentía un poco mareada, así que decidí salir a tomar el aire. Allí me encontré a
Marc, un chico de veintitrés bastante guapo y prepotente, que siempre quería liarse conmigo. Con liarse me refiero a un polvo de una noche, y si te he visto no me acuerdo.
El engreído de él, se acercó a mi y ofreció, lo que parecía a simple vista, un cigarrillo de líar.
-Gracias, lo necesito-le dije intentando sentarme en el bordillo de la acera-. ¿Qué haces
aquí fuera?
-Ve con cuidado, no es un simple cigarrillo -me contestó pasándomelo -. Y estoy aquí fuera por que no me apetece verte a ti y a las putitas de tus amigas bailar como guarras.
-Que gracioso eres, chaval. Pero ya quisieras tú que yo te bailase así a ti. -reí.
Le dí una calada, a lo que se intuí que era un porro. La verdad, que tengo que decir que era el primero que probaba a mi corta edad. Su sabor, resultó ser el mismo que su olor. Me encantaba. Sentí como el humo entraba en mi boca y llegaba a mis pulmones, los cuales lo
recibieron con gusto.
«Madre mía, esto tengo que probarlo más veces. » pensé.
-¿Qué? Te gusta ¿verdad? - Dijo, leyendo mi mente, con cara de satisfacción -. Ya sabía yo que te iba a gustar. Puedes fumartelo todo tú sola, yo ya llevo unos cuantos.
-Me encanta. Tienes que enseñarme a hacerlos.
Entonces, sonó mi teléfono, el cual tenía en la mano, y mire la pantalla, donde brillaba la
palabra "ARPÍA". Era mi madre. Sí, la odiaba, sin motivo aparente, y sé que ella debería ser
quien me odiase a mi, pero jamás lo hizo, me quería más de lo que yo merecía. Debían de
haberse dado cuenta de que me había largado, así que colgué el teléfono, y le di unas
caladas mas al porro.
-¿Que pasa, la princesita llega tarde a casa? -Marc, siempre tan gilipollas.
-Ni se te ocurra volver a llamarme princesita -amenacé.
-Perdona, princesa -me estaba desafiando y no iba a desaprovechar la oportunidad de
plantarle el puño en la cara a ese cretino.
Me levanté como pude, ya aturdida por la marihuana que me estaba fumando, y lo empuje contra la pared. Me puse cara a cara a él y le eché el humo en su boca entre abierta.
Entonces me cogió del cuello y me llevo hacia él, hacia sus labios. Me besó, y nada de un
beso tímido y dulce. Fue un beso salvaje y húmedo, metió su lengua en mi boca y yo le
seguí metiendo la mía en la suya. Soltó mi cuello y con una mano me agarró del pelo y con
otra me magreaba el culo. Cuanto más tiraba de la maraña de mi cabello, más me ponía,
más se me herizaba el bello y más humedad había entre mis piernas.
-Sabes que te encanto, nena -dijo en mi boca-. No sé por qué te resistes tanto, con lo bien
que lo pasamos aquella vez que…
Lo aparté de mi de un empujón, sabía que tenía razón, pero no quería darle el gusto de
salirse con la suya. Pero no me dio tiempo a levantar la mano, cuando empezó de nuevo a
sonar mi teléfono. Marc me lo quitó de la mano, antes de que viese quien era, y contestó,
repito, el muy cretino. Lo sé, lo he llamado así antes, pero no había otra manera de hacerlo
que lo describiese mejor.
-Princesita, es tu madre -dijo con una sonrisa traviesa.
Le miré mal y le pegué una patada en la espinilla, no quería hablar con ella, pero ahora
debía. Le podría haber dicho que me había robado el móvil, como hizo aquella vez con mi
padre. Gracias a eso conseguí uno nuevo.
-¿Que quieres? -Le contesté al teléfono.
-Cielo, ¿Donde estas? Vuelve a casa, por favor, es tarde.
-Volveré cuando me de la gana, como sino vuelvo en toda la noche.
-Te vienes a mi casa, nena -dijo Marc en alto, para que mi madre lo oyese.
-NO. Ni se te ocurra irte con él. Por favor, no hagas nada de lo que te vayas a arrepentir
-dijo poniendo el grito en le cielo.
-¿Qué dices? ¿Qué me vaya con él y me lo folle? -No quería que Marc se saliese con la
suya, pero quería llevarle la contraria a mi madre, y nada más de pensarlo me estaba
poniendo cachonda.
-Al, es en serio…
-Mira escucha esto, mamá -le dije mientras agarraba a Marc por el cuello para besarle, y
colocaba el micrófono de móvil pegado a nuestras bocas, para que ella lo escuchase.
-Por favor, cíe.. -Colgué.
Quería hacer lo que fuese por llevarle la contraria. Así que aproveché e hice Marc que me
llevase a su piso. Estaba segura. Más que segura. Quería hacerlo, y no era mi primera vez
con él. Sabía lo que hacía, me tocaba como me gustaba, y jodería a mi madre. Así que nos
montamos en su coche, creo recordar que era un Audi negro, pero solía cambiar muy a
menudo, así que puede ser que tal vez solo fuese un bonito coche negro.
En unos diez minutos, llegamos a su piso. Por el camino no había parado de meterme
mano, y yo no paraba de pensar en que eso a mi madre le jodería verlo. Entonces hice algo,
que no debería, le hice una foto a la mano de Marc en mi entrepierna y se la envié. Me reí al
ver las llamadas de mi madre al segundo después de enviárselo.
Entramos en el piso, y subi yo delante las escaleras, sabía de sobra donde vivía, pese a
que sólo había subido aquella vez, que concretamente era para lo mismo, aunque no para
el mismo fin. Abrió la puerta todo lo rápido que pudo y me hizo pasar hacia el salón.
Empezó de nuevo a sonar el teléfono, y lo tiré al sofá roñoso que había en el centro del
salón.
Me fui hacia Marc y empecé a besar y mordisquear la base de su cuello, mientras él me
cogía en brazos y me llevaba hacia el centro del salón. Me bajó al suelo y me puso de pie
delante de él, mientras se bajaba los pantalones, acompañados del bóxer, para ahorrar
tiempo. Yo me quité el tanga, me a remangué el vestido y lo empujé hacia el sillón para
sentarme encima de él y, así, sentir su erección dentro de mi.
No quería perder tiempo en quitarme ese apretado vestido, ya que me daría tiempo a
pensar y arrepentirme de volver a acostarme con él. Cosa de debería haber hecho, haber
tardado más, haber pensado, ya que así a lo mejor hubiese evitado ese trágico accidente.
Ese que depararia la muerte de mis padres.
Para ser aún más mala hija, decidí llamar a mi padre en plena acción, quería cabrear a ese estúpido borracho que me había pegado hacía unas horas. Cuando lo cogió puse el manos libres y comencé a gemir cada vez más fuerte, quería hacer que se enfadase, que sejodiera sin poder hacer nada. Empecé a oír a mi padre rugir al otro lado del teléfono, y eso me hizo sentirme aún más fuerte. Marc sonreía, le gustaba que fuese una "niña mala" como llevaba diciéndome todo el rato.
-Ahh, sí, Marc, me encanta... -Dije dando gemidos aún más fuertes.
-Tu papaito te va a castigar, eres una niña muy mala.. -Me contestó Marc. A él también le
gustaba cabrear a mi padre.
Al otro lado de la línea empezaron a escucharse ruidos cada vez más raros, no paraban de
oírse porrazos, como si mi padre estuviese pegandole al teléfono. También se oían romperse y los gritos de mi madre al lado. Creía que era mi padre destrozando la casa, así
que decidí que ya era hora de colgar y proseguir yo sola con Marc. Pero me equivoqué.
Minutos más tarde, mi teléfono comenzó a sonar, cuando miré la pantalla era el número de
mi madre. Esta vez decidí cogerlo, pero ojalá no lo hubiese hecho. Ojalá no hubiese salido e
ido a casa de este, repito, cretino.
-¿Es usted Alma Whisper? -Dijo una voz masculina y desconocida por el teléfono de mi
madre.
-Emm.. Sí, ¿Tú quien coño eres?-me asusté mucho, la verdad, empecé a recordar esos
ruidos y me puse a la defensiva.
-Perdona, soy Mad, policía. A ver como te digo esto...-se le notaba muy agobiado y
nervioso-. Pues a ver, estoy con tus padres, bueno..
No sabía como decírmelo, pero yo ya me lo había imaginado, esos porrazos y cristales no
podían ser de mi casa.. Esos gritos de mi madre no eran para que mi padre parase de
romper cosas, sino por que iban a estrellarse. Y así fue, eso ocurrió. Según me dijo ese
policía, iban demasiado rápido hacia alguna parte. Según testigos, mi padre discutia
mientras hablaba por teléfono, y eso junto a la velocidad les hizo tener ese accidente contra
aquel camión, mal parado en el arcén de la carretera, que los mató.
Me estaban buscando, sabía donde vivía Marc, me había dejado en aquel piso alguna que otra vez, aún que sólo llegué a entrar en una ocasión. Venían a toda velocidad a por mi, por mi culpa. Se estallaron, y por mi culpa murieron.
Yo fui la causa de su muerte, yo los maté.
Pero no pude reaccionar, solo tiré el móvil muy lejos de mi y comencé a llorar. Todo fue por
mi culpa, les hice daño y jamás me lo perdonarían y yo tampoco.
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Aléjate de mi.
Teen FictionTodo se me volvió negro. Mi vida desde ese momento cambió por completo. De ser esa chica extraña, pero, que llamaba la atención, pasé a ser la típica rarita que nadie miraba. En realidad eso era lo que quería, que nadie supiera de mi existencia...