2 : Primavera- Calabaza

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Tiene que hacerlo otra vez. Tiene que ver a Ciel sonrojado de nuevo. Sí o sí, no hay más opciones.

Cuando entra en el estudio del joven Conde, este está tironeando del rabito de una pequeña calabaza, situada encima de la mesa, frente a él.

Esa calabaza es señal de que ya es primavera, como puede apreciarse mirando por la ventana. Aún quedan los últimos resquicios de nieve aquí y allá, pero el verde ya hace semanas que está coloreando el jardín que se ve tras su Joven Amo.

- ¿Cómo ha cogido una calabaza?- pregunta Sebastian, acortando las distancias entre él y su amo, pero considerando la distancia prudencial que le pidió Ciel tras lo ocurrido.

Tras lo maravillosamente ocurrido, piensa Sebastian, mientras en su rostro aparece una perversa sonrisilla que Ciel, ya acostumbrado, ignora.

Sin duda para él fue una victoria en ese su pequeño juego, pero tampoco la consideraría completamente victoriosa, ya que un beso- y más por parte de él- sería capaz de sonrojar a cualquiera, incluso al joven Ciel.

Necesita ganar más veces. De hecho, ha añadido más reglas a su juego, para hacerlo más... interesante, sugestivo y atrayente.

La primera, obviamente, es sonrojarle. Esa es la básica para ganar el juego, por supuesto. La segunda, es que los métodos utilizados para ello sean diferentes a esa primera vez, en la que un simple contacto entre sus bocas logró sonrojar al pequeño. La tercera y última- y aquí radican los términos "interesante, "sugestivo" y "atrayente"-, es que jugará ese juego una vez por estación, durante un año. Por lo tanto, tres veces más serán las que tenga que jugar y, por supuesto, ganar ese juego.

Tres partidas más, tres victorias más, y entonces sí lo considerará un juego satisfactorio. Juntará las cuatro partidas en una sola partida victoriosa, y entonces, está seguro, Ciel caerá ante él.

- Finny- responde simplemente Ciel, recuperando la atención del mayordomo.

Sebastian alza una ceja sin comprender, pero segundos más tarde, ante la mirada de Ciel, la devuelve a su sitio, entendiendo por fin.

Lo que quiere decir es que Finnian le ha cogido la calabaza.

Entonces Sebastian fija su mirada en la pequeña hortaliza, que luce todo lo resuelta que puede lucir una calabaza, sin abolladuras ni agujeros, conservando incluso el verde rabito graciosamente en espiral. Y solo puede pensar que es un milagro que la calabaza conserve su integridad física si es Finnian quien la ha cogido.

- ¿Y para qué quiere una calabaza?- responde entonces el mayordomo, curioso.

Ciel sonríe molesto.

- No puedes evitar esa molesta curiosidad tuya, ¿eh?- suspira el joven, sosteniendo la calabaza entre las manos y girándola despacio entre ellas, como sopesándola.- Quiero practicar el tallado de calabazas.- ante la seca mirada del mayordomo aclara.- Para Halloween.

- ¿Halloween?- el mayordomo vuelve a alzar la ceja.- Faltan ocho meses para que se celebre.- responde, pensativo.

- Pero quiero aprovechar que en la primavera abundan las calabazas, Sebastian. A diferencia de ti, yo soy previsivo.

Sebastian piensa un momento antes de decir:

- Pues le recuerdo que lo que pasó hace algunas semanas no lo previó exactamente.- rebate, sin intenciones de hacerle sonrojar. Aún.

Y efectivamente, después de un beso como él, - y más considerando la extraña habilidad del joven para inmunizarse enseguida- será difícil hacerle sonrojar.

"El juego de sonrojar y provocar a Ciel Phantomhive"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora