3 : Verano- Peonías

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Advertencias. Lime del rico y del bueno (?)
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Se aparta el mechón húmedo de la cara, por la que se deslizan gotitas de sudor. Suelta un suspiro mientras estira los brazos y apoya la parte superior de su cuerpo sobre la mesa, cual gato.

Hace un calor terrible, y eso que solo están a principios de verano. No puede evitar echar de menos el invierno, ya que prefiere el frío antes que el calor, porque el primero es mucho más soportable que el segundo. Y tampoco puede evitar recordar aquel beso. Su primer beso. Y fue Sebastian quien se le dio. Infla los mofletes, con mirada furiosa.

Entonces siente su espalda húmeda, y nota las gotas de sudor resbalando por su piel. Es muy incómodo, y se retuerce un poco, algo asqueado. Pero deja de hacerlo en cuanto el mayordomo abre la puerta, despacio.

- Joven Amo.- pronuncia el mayordomo, que se sorprende al verle así echado sobre la mesa, e instantáneamente un gato le viene a la mente.- Le traigo una tarta fría de chocolate y un té helado.

Al instante, el joven alza la cabeza, atento. Sigue al mayordomo con la mirada cuando este se acerca para colocarle el postre sobre la mesa.

- Hace mucho calor hoy.- dice Sebastian, mirando por la ventana, donde el sol es tan brillante que casi hasta le duele.- He pensado que le apetecería algo fresco.- mira la calurosa cara del joven, llena de gotas de sudor, y el cabello aplastado debido a la humedad del fluido.- Y parece que tenía razón.

Ciel traga inconscientemente ante la idea de tomar algo fresco, mientras mira con los ojos como platos el postre que tiene ante él.

Sebastian sonríe, pensando que Ciel podría ponerse a gritar de felicidad en cualquier momento. Le observa empezar a comer con ganas.

Aún sigue pensando qué hará esta vez- esta estación-, para sonrojarle. Tiene que ir más allá de un simple beso o un contacto superficial entre sus cuerpos.

Mucho más allá, no le importa llegar a ciertos extremos. Ese es su juego, y hará lo que sea para ganarlo.

Lo cierto es que ya ha hecho sonrojar a Ciel muchas más veces, pero sin quererlo.

La tercera vez que Ciel se sonrojó fue cuando vio a Sebastian besar el lomo de un gato, porque Ciel había recordado su primer beso y había deseado un segundo, un cuarto, un quinto...

La cuarta y última vez fue cuando Ciel estaba en su estudio, comiendo una tarta de chocolate. Tenía una miguita en la comisura derecha. Y Sebastian, rápidamente, se había quitado el guante y había deslizado su dedo índice por la pequeña manchita, para después dirigirlo a su boca instintivamente, pues aunque el chocolate no le entusiasmara nada, prefería no desperdiciarlo.

Sebastian las llamaba victorias inesperadas, pues era cierto que no esperaba esa reacción de Ciel al verle mimar a un gato, ni tampoco había limpiado su rostro y comido el chocolate con intenciones de sonrojarle- pues había esperado hasta el verano para hacerlo-, pero así había pasado. Y no negaba que también le proporcionaban placer todos aquellos sonrojos inesperados, pero a él le gustaba mover sus fichas para ganar, no que las fichas se movieran por sí solas. Así pues, debía hacerle sonrojar voluntariamente dos veces más.

- Me aburro, Sebastian.- menciona el pequeño, soltando la cucharilla en el plato tras haber tragado el último trozo.

El mayordomo mira con sorpresa el plato vacío. O había estado demasiado tiempo en sus ensoñaciones o Ciel comía muy deprisa. Sin dudarlo mucho, se decantó por la segunda opción.

Desvía la mirada a cualquier punto de la habitación, no importa cuál, solo desea pensar y concentrarse en qué hacer para paliar el aburrimiento del pequeño Conde, y tener sus azules luces atravesándole no ayudaba.

"El juego de sonrojar y provocar a Ciel Phantomhive"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora