4 : Otoño- Jaque Mate

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Bueno, aquí llegamos al final del juego. Al Jaque Mate.

Debo disculparme antes que nada por la mala calidad del capítulo, pero me urgía el acabarlo y no soy buena si tengo prisa de por medio. Y tampoco estaba en condiciones óptimas debido a algunos problemillas, así que lamento si el fic decae precisamente en su final el que debería ser apoteósico (es que, bueno, es un juego de Sebby, si no acaba de forma espectacular no es de Sebby)

Advertencias. Intento de lemon que se ha quedado en eso, en un intento.
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Sostiene una hoja entre sus manos. Está seca, es de color marrón. La ha recogido una media hora antes, cuando regresaban a casa tras haber ido a Londres a comprar algo que en ese momento a Ciel ni siquiera le importa ya.

Está sentado en el enorme invernadero donde se ocultó Snake alguna vez. Aunque hace frío afuera, la temperatura dentro es bastante agradable.

Le da un sorbo a su té Earl Grey, antes de percibir movimiento por el rabillo del ojo. Su pulso se acelera creyendo que ese "movimiento" es Sebastian.

La verdad es que las cosas están algo tensas desde aquel día en el que Sebastian perdió el control. Por supuesto, Ciel no sabe exactamente que lo que hizo Sebastian fue perder el control, él sigue pensando en que es un jueguecito que su mayordomo está jugando.

Y por supuesto Sebastian está jugando, pero no el juego que el joven Conde cree.

Ambos mantienen las distancias, hablando solo lo necesario, y solo se quedan a solas escasas veces al día. Ciel no lo sabe, pero el mayordomo también se siente incómodo, porque en esos momentos siente cosas que no sentía al principio de la partida.

Ahora la sola presencia del joven lo pone nervioso. No es un nerviosismo tan exagerado como el que siente Ciel, es más bien un nerviosismo incómodo.

Sí, eso es. Simplemente se siente incómodo al estar en la presencia de Ciel.

Sebastian supone que es debido a aquel día, debido a que se descontroló y, por un momento, olvidó su inocente objetivo: sonrojarle, para dar cabida a un nuevo objetivo que no era tan inocente como el simplemente sonrojarle.

Él cree eso, se niega a creer nada más. Pero el mayordomo no puede estar siempre en lo cierto.

- Sebastian.- el Conde se gira sobre la silla, esperando encontrar al mayordomo. Pero quien realmente aparece no va vestido de negro.- Snake.- murmura enseguida.

- No sabíamos que estabas aquí, Ciel; dice Goethe.- la aludida se desliza por el brazo del albino.- No sueles estar por aquí.- dice entonces Snake, hablando por él mismo.- El único que merodea por aquí es Black. El otro día vino murmurando cosas sin sentido...

- Solo quería desconectar un rato de la mansión.- responde, ignorando el comentario sobre Sebastian, mientras deja la taza sobre el platito.- ¿Y tú que haces aquí?- pregunta, cruzándose de piernas.

- Solemos estar por aquí cuando no hay nada que hacer.- contesta Snake, y antes de que Ciel diga algo más, el antiguo artista circense desaparece entre las plantas, dejando a Ciel con la palabra en la boca.

- Pues adiós.- responde bajito, adoptando una postura más correcta.

Entonces su mente vuelve al comentario de Snake sobre Sebastian.

Es verdad que, la mayoría de las veces en las que Sebastian menciona algo que a él no le interesa lo más mínimo (sobre todo cuando hace comentarios sarcásticos de cualquier tipo), en su cabeza solo suenan cosas sin sentido; postura que su cerebro adoptó para no escuchar los "bla bla bla" del mayordomo. Pero que el mayordomo murmurase realmente cosas sin sentido... Le parecía extraño. Más extraño de lo usual.
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Ya tiene una idea exacta para llevar a cabo la última y magistral partida. Implica lo que mejor puede dársele a un demonio, aparte de la maldad y todas aquellas cosas.

"El juego de sonrojar y provocar a Ciel Phantomhive"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora