Capítulo 8

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Actualidad...
-Todo está bien... sólo es un recuerdo- me digo a mi misma ahogada por las lagrimas- shh... es un recuerdo solamente- respiro lentamente para tratar de calmarme. Algunas noches todo vuelve a mi, empieza lento con  algunos vistazos al pasado. Luego son más y más, tanto que termina por convertirme en un mar de lágrimas que me ahogan. Nadie sabe eso, sólo yo. Al parecer los 11 años que pasaron no son suficientes para dejar de llorar.
Al día siguiente fui al colegio, todo normal, lo de anoche ya era historia.
Fuimos a la casa de una compañera con mis amigos, teníamos que realizar un montaje. El montaje trataba de un secuestro y mi papel era la madre de la secuestrada. En mi papel debía llorar... pero ¿cómo? No solía llorar en  público.
-Recordate de algo triste- me decía Sophia - pensa en algo triste.
-Ya pensé pero no hace efecto... aunque puede que... ¿estás  ocupada?
Para mi suerte no lo estaba, fuimos a la cocina- te voy a contar algo que para mi es muy fuerte, es lo que me marcó y me hace ser como soy- le dije tomando coraje.
Respire ondo y empecé a recordar todo... sin decir una palabra ya tenía los ojos llenos de lágrimas.
- Cuando tenía seis años, me interne porque tenía cáncer, el día que fui al quir...- no pude continuar me ahogue en un mar de lágrimas, abracé a Sophia.
-Ale... que fuerte, sos una ídola ¿algo más?- me dijo pero ya no hacía falta.
Creo que fue muy fuerte, ahora no podía ni hablar.
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pasado...
Los dias eran eternos, nada tenía sentido. Estaba cansada, nada  tenía sabor, lo único que quería era que se acabará. Todo me ponía sensible, las náuseas no sesaban y lo peor de todo me pasaba el día entero devolviendo todo lo que consumía, hasta el agua y para colmo  no dormía en toda la noche, vi varias veces el amacener. Pero en dos seciones más todo cambiaría. Las dos ultimas seciones fueron complicadas, mis energías se agotaban. Lo único que deseaba era salir de ahí para poder jugar. Quería correr, saltar, gritar, reír, estar en casa.
Los días en esas habitaciones estaban contados pero así también  iniciaban los años de estudios.
Todo para controlar que el tumor no volviera a aparecer.
Cada seis meses tenía que realizarme las tomografias, siempre en ayunas y siempre tenía que tomar ese contraste, además me enviaban otro vía intravenosa. Y cada tres meses me realizaba análisis de sangre, los análisis se acompañaban con una guía alimenticia que me prohibía consumir azúcar. La quimioterapia había quemado todas mis venas y las que quedaban eran muy débiles, les costaba encontrar mis venas y cuando lo hacían tenían una sola oportunidad. Tanto así que me llegaron a clavar repetidas veces en cada brazo porque se desvanecian con el contacto de la aguja.
Las sesiones terminaron, y mis cabellos empezaron a salir. Y cada tanto estaba por el hospital pero al menos no me internaba. Cada vez estaba más fuerte, me recuperaba muy bien. El oncólogo me dio una orden muy graciosa.
-Tenes que inflar y desinflar globos- me dijo con una sonrisa.
Me quedé sorprendida, pero me explico que era un método para que mi pulmón que fue apretado por el tumor vuelva a una capacidad normal. Y así me pasaba las horas jugando con globos en mi casa en compañía de mi hermanito.
Un día estaba parada frente al espejo de la sala, miraba mis cabellos nuevos y de la nada... un rulito.
Un hermoso espiral se formaba entre mis cabellos cortos. Grité de la emoción. Mi mamá corrió hasta donde me encontraba muy asustada.
Pero su expresión cambio cuando me vio jugando con ese rulito.
Y los días pasaron y mi cabello se llenó de espirales perfectos y hermosos.

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