Tom se esconde detrás de un arbusto y mira a la rubia comer un pastelillo tranquilamente.
Suspira con pesar al verla sonreír. Si ella está feliz, él está feliz; si ella está triste, él intenta alegrarla, pero últimamente nada le sale bien. Su amiga, Star, vuelve a su expresión inicial.
Triste y seria. Así ha estado los últimos días, debido a su estado emocional bajo y su inseguridad.Tom ha tenido la misma idea durante más de dos semanas, y ve esa oportunidad en la palma de su mano con anhelo de sujetarla fuertemente para que no se caiga, pero el miedo lo invade al momento de ir a hablarle a su amiga. Tartamudeaba y ella se reía de eso, y él no quería que se rieran de su timidez extrema. Quería a su amiga, pero también se quería mucho a sí mismo.
Mira fijamente a la triste niña, que ya casi terminaba de comer mientras balanceaba sus largas piernas de atrás hacia adelante. El niño abre el cierre de su mochila y saca una libreta pequeña.
Ve con atención los detalles de la hoja que está por arrancar de ese diario tan infantil y colorido, pensando que una hoja celeste con una nubecita triste, diciendo que el día siguiente sería mejor que el actual y un corazón pequeño, no le parece algo apropiado para animar a Star.Decide no arriesgarse y sigue pasando las páginas con cuidado de no hacer mucho ruido y llamar la atención de la rubia para terminar siendo descubierto. Continúa en su búsqueda mientras la niña de ojos claros sacude la falda de su vestido con aburrimiento, dejando caer de su regazo un par de migajas y chispitas de colores.
Tom piensa que ya va a levantarse y entra en pánico. El demonio avanza en cada hoja y no encuentra alguna que lo convenza, logrando que los nervios se apoderen de sus manos, haciéndolas temblar levemente. Sigue y sigue, pasando varias hojas de distintos colores suaves y con detalles variados, hasta que encuentra una cuartilla de un tono rosa pasteloso. Está adornada con pequeños conejitos saltando, florecitas, y dice "Tú puedes cumplir tus sueños, no te rindas ! ! ! " en letra cursiva, acompañado de muchos corazones de varios colores.
Tom sigue sin estar seguro de nada y ve la hoja siguiente.Es de color lila, tiene muchas estrellitas negras y azules esparcidas por toda su superficie y una bonita hilera de lunas, cada una distinta debido a cada ciclo del astro. Ignora cualquier otro detalle y se decide a escribir las palabras de ánimo que la rubia necesitaba, sacando de su mochila una cartuchera y, de ella, un lápiz.
—Hmm...—mira a Star reojo, intentando sacar la inspiración de los claros ojos que ella tiene, sin conseguir plasmar un sólo pensamiento o deseo en esa hojita después de varios minutos.
La desesperación crece, aunque la indiferencia de la niña hacia los ruidos que se oyen detrás del arbusto que cubre al pequeño Tom es infinita.
El chiquillo se levanta tras escribir un par de cumplidos muy dulces en el papelito. Entonces, camina hacia la rubia y se roba toda su ateción de forma instantánea.
Felicidad es lo único que puede apreciar en la mirada de aquellos ojos celestes, que, cerrándose lentamente, se pierden de la cara de Tom cuando la niñita le deja un suave beso en su sonrojada mejilla.
Una tarde alegre, acompañado de una linda y amable niña, ¿Qué más puede pedir Tom?