Hacía demasiado calor, la armadura se había vuelto ridículamente pesada y el sudor le escocía en los ojos. Lark estaba tan harto que consideró seriamente la opción de arrojar lejos el yelmo, aun a sabiendas de que llevarlo puesto podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, tuvo que abandonar pronto aquella idea, ya que justo en aquel momento un gigantesco dragón sobrevolaba sus cabezas, bañándolos con fuego. Estaba claro que el joven no podía concederse ni un momento de respiro, y la lanza que tuvo que esquivar justo después de ponerse a cubierto terminó de recordárselo.
Lark no se detuvo a contemplar cómo el resto de los guerreros que habían conseguido evitar al dragón caían atravesados. En lugar de eso, se giró en busca de sus atacantes. Descubrió a un demonio mirándolo con odio mientras sacaba dos afiladas hachuelas de las fundas de su espalda, y se preparó para el inevitable enfrentamiento blandiendo su pesada espada por encima de su cabeza.
Era aquélla una guerra sin bandos, sin nada que proteger o que ganar. En aquel lugar no había compañeros, solo enemigos, y cualquiera podía morir en cualquier instante.
Momentos más tarde, la hoja de su espada caía describiendo un arco casi perfecto y cortaba limpiamente la garganta de la criatura. Un espeso líquido negro comenzó a salir a borbotones del cercenado cuello, y el joven torció el rostro en una mueca de repulsión. Nunca se acostumbraría al repulsivo olor que emanaban aquellos monstruos. Sin oportunidad de recuperar el aliento y reprimiendo las náuseas, Lark se vio obligado a defenderse apresuradamente de otro diablillo. Hacía tiempo que había perdido la cuenta de a cuántos demonios había matado, y tampoco era capaz de precisar las veces que él mismo había muerto. Tristemente, era consciente de que, por muchos más que venciese, estaba condenado a luchar eternamente, en una batalla que nadie podría ganar jamás.
Cruel sí. Pero, al fin y al cabo, se encontraba en el infierno.
¿Que cómo había llegado hasta allí? Bueno...
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Sybil
Мистика¿Y si tuvieras que evitar enamorarte para salvar tu vida? ¿Y si, para colmo, la muerte en persona hiciese todo lo posible para que cayeras en la tentación? Lark tuvo la mala suerte de tropezarse con Sybil y, desde entonces, esa chica tan extraña no...