Un día más en una vida de mierda

38 2 3
                                    

Despertó en un hospital. Resultó que un carrito de bebé lo había arrollado entre el gentío, y al caer se había golpeado con una boca de incendios. "Maldita suerte".

Pero a pesar de haberse fracturado el cráneo y de que la hemorragia no hubiese tardado en matarlo, seguía con vida. Los médicos aún no se explicaban cómo era posible que, tras haber certificado su muerte, el joven se recuperase ahora con total normalidad. Por supuesto, era todo gracias a aquel estúpido contrato. 

Lark no se sentía diferente, aunque tampoco sabía si debía sentirse de alguna forma en especial. Lo que sí había notado era una nueva marca dorada, semejante a una runa, que había aparecido en su muñeca. Curiosamente, la runa nunca era la misma cada vez que la miraba, y en ocasiones resplandecía tenuemente...

Lo asaltaron el temor y las dudas. Si todo aquello había sucedido realmente, en verdad estaba destinado a morir en cuanto se enamorara.

“Entonces, mientras no lo haga, estaré a salvo”.

Pasaron unos meses y todo siguió igual. O peor. Inconscientemente, el muchacho se había vuelto más retraído aún si cabe. Parecía que cuanto más evitase el contacto humano, menos oportunidades tendría de enamorarse. Así que se limitaba a ir a la universidad y a hacer sus exámenes. No hablaba con nadie, siempre comía solo y, simplemente, parecía no encontrarse allí. Sin embargo, su monótona vida estaba a punto de sufrir un giro inesperado.

Todo sucedió un día cualquiera. El  aire era frío y las nubes cubrían el cielo como de costumbre. La gente lo pisaba y empujaba y, al igual que siempre, ignoraba su existencia. Lark cogió el autobús habitual, se sentó en su asiento predilecto al fondo del vehículo y se puso a escuchar música mirando aburrido a través del cristal sucio.

"Have you heard the news that you’re dead?" La canción le iba como anillo al dedo. Sonrió un momento, pero el gesto no tardó en congelarse en sus labios.

Se frotó los ojos, incrédulo. Delante de él se había sentado una chica con el pelo negro azabache y los ojos como brasas…

—¿¡Tú!? ¿Qué estás haciendo aquí?— La señaló aterrado con el dedo mientras se incorporaba súbitamente.

—Cálmate, por favor. Sé que no es buen sitio, perdona que te haya asaltado tan temprano en el bus. Pero es que quería hablar contigo cuanto an…

—¡No!— La interrumpió atropelladamente—. Me refiero a qué es lo que haces aquí, en mi mundo.

—¡Oye! También es mi mundo, ¿sabes?— Sonrió con suficiencia—. Nosotros, los no vivos, formamos parte de este plano terrenal al igual que los vivos, porque sin vida no existiría la muerte, y sin muerte tampoco podría haber nueva vida. Sí, nuestra existencia no tendría sentido de no haber almas humanas que clasificar. Está todo en equilibrio, chico.

Pero el joven estaba demasiado alterado como para comprender aquellas explicaciones tan abstractas que ella soltaba a toda velocidad.

—Creía... creía que estaba todo zanjado, que me dejaríais vivir en paz.

—Por supuesto que sí. No vengo para llevarte conmigo—. Una risa limpia y cantarina escapó desde su pecho—. Pero tenemos que asegurarnos de que cumple su parte del contrato, Señor Cliente.

Lark frunció el ceño. Tenía la molesta sensación de que siempre se dirigía a él en broma. Sybil Reaper continuó, ignorando su malestar.

—Me quedaré contigo gasta que conozcas a la persona que haga estremecer tu corazón—. La joven se acercó a él hasta quedar a pocos centímetros de su estupefacto rostro, y transformó su voz en un sensual susurro—. Me aseguraré personalmente de que te enamores.  

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 09, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SybilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora