Capítulo I : Nadie tiene precio

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Iba a ser un verano corriente. Como todos los veranos se tendría que volver a mudar, ya que al ser una adolescente de catorce años, problemática, huérfana y muy poco sociable tenía muchas dificultades para quedarse durante todo un año con una familia o que si quiera se fijasen en ella. Siempre de una casa a otra, y de vuelta al orfanato con la señora Méndez, la única persona que parecía que se preocupaba por ella, la que mejor la conoce y quien más cerca ha estado de ser como una madre. No tenía ningún amigo, todos los niños decían que era muy rara y no se relacionaba, que lo único que hacía era leer, escribir cosas, dibujar un paisaje (siempre el mismo), y volver a leer un libro llamado Los mil y un mundos.

En realidad es buena chica, tan solo que al llevar toda una vida rodeada de extraños le costaba fiarse de las personas. También tenía mucha imaginación y unos rasgos preciosos y seductores. Tenía unos ojos verdes que parecían dos esmeraldas y hacían un contraste perfecto con su larga melena rizada y pelirroja. Llevaba un vestido morado con una blusa básica negra puesta debajo, un panti del mismo color sobrepasando la rodilla y unas playeras de tela de caña alta negras.

De repente ve a una pareja entrar en el despacho de la señora Méndez, piensa que lo más seguro es que no podrán tener hijos o pasan de criar a un bebé que lo único que hace es llorar, comer y dormir, un crío que te obliga a no dormir, estar pendiente de él las veinticuatro horas del día y cambiar pañales.

La pareja iba de la mano, eran jóvenes a los dos se les veía muy pijos y repipis, los típicos adinerados.

En la puerta de entrada también estaban Samanta, Marcos y Raúl, tres chicos de más o menos la misma edad que ella, lo que eran bastante antipáticos y demasiado creídos.

-¡Alexia! Ven aquí, hay dos personas que quieren conocerte.- Dice la señora Méndez.

-¡¿De nuevo otra prueba?! ¿De nuevo a otra casa?- Exclama interrogativa Alexia ya harta de siempre lo mismo.

-Todavía no se sabe, tú ya sabes cómo va todo esto, es un proceso lento, pero ten esperanzas. Tú siéntate aquí tranquila para ahora poder conocer a tu nueva posible familia.

-Vale...-Dice Alexia con retintín.-Yo me quedo aquí.

Alexia se queda mirando por la ranura de la puerta a la pareja. Y desafortunadamente se escucha una desagradable conversación.

La señora Méndez era una mujer de cincuenta y tantos años, aunque aparentaba muchos más. Toda una vida de duro trabajo le había repercutido en su antiguo bello rostro. Alexia la había visto anteriormente en fotos, era rubia, con buen cuerpo y muy guapa. Ahora en cambio, tenía el pelo canoso, era más gruesa, con muchas arrugas y ya no se arreglaba para nada, tras dedicar toda su vida a los más desfavorecidos se había dado cuenta de que así estaba bien, y lo más importante, tenía una familia, los niños del orfanato, y era muy feliz junto a ellos.

La señora Méndez sacó el historial de dos niñas y dos niños, ateniéndose a lo que la pareja pedía. Al final optaron por la chica pelirroja de ojos verdes. Méndez le dice a los demás chicos que ya se pueden marchar.

La señora Méndez le entrega el historial a la pareja mientras comenta algunas cosas de interés sobre la chica.

-Bueno, esta niña se llama Alexia, y a pesar de que ha sido devuelta innumerables veces, es una niña con mucha imaginación, divertida, activa...

-¿Cuántos años tiene?-La interrumpe el hombre.

Aparentaba unos treinta años, mientras que la mujer entre veintiocho y veintinueve. Demasiado jóvenes, pensaron al mismo tiempo la señora Méndez desde diferentes habitaciones.

-Tiene catorce años, y en agosto cumple los quince. La verdad es que es una adolescente en pleno crecimiento, está en edad de explorar y de realizar cambios.-Prosiguió la señora Méndez.

-¿Es sociable?-Esta vez interrumpe la mujer.

-Si os soy sincera, la verdad es que no se suele relacionar mucho con niños de su edad aunque...

-¿Y es responsable?-Vuelve a interrumpir.

-¡Sí! De eso sí que estoy segura, le gusta cuidar de sus cosas, mantenerlas ordenadas, y se ha hecho cargo de muchos animalillos heridos.-Dice la señora Méndez muy satisfecha.

-Y los papeles para adoptar... ¿cuánto saldrían?-Pregunta el hombre un tanto serio. 

-Cuando los niños van creciendo, el precio no es tan alto como cuando son bebés, ya que hay menos oportunidad de que los niños en adopción  de a partir ocho años sean adoptados ¡y muchas menos para los adolescentes de trece años!

-Así que el precio sería de más o menos...

De repente se abre la puerta con una fuerte patada que provenía de Alexia.

-¡A ver termina la frase! ¿De cuánto sería mi precio? ¿De cincuenta euros, o quizás de mil? Dímelo porque todavía no lo sé.-Dice gritando e histérica. 

La señora Méndez trata de tranquilizarla.

-Alexia, relájate. No nos referíamos a eso.-Se acerca acariciándole su larga melena pelirroja terminada en unos marcados rizos, a la misma vez que la pareja se levantaba rápidamente por la situación.

Alexia le aparta desagradablemente la mano de su pelo con un manotazo.

-¡No me toques! Pensé que eras la única persona que me quería, pero ahora comprendo que solo estabas observándome para poder ponerme precio y ganar dinero a mi costa.¡¿Qué te crees que soy un objeto?! O quizás un perro que ha crecido y que al cumplir el año como es demasiado grande quieren deshacerse de él y la única manera es tirarlo a la calle o dárselo al primero de turno...

Alexia está al borde de las lágrimas, pero es una chica fuerte.

-Alexia, sabes muy bien que nada de lo que has dicho es cierto.

-¿Ah, sí? Pues dime tú qué es cierto, aunque no creo que seas la persona más indicada.

Alexia se va corriendo del despacho, muy triste y dolida por lo sucedido.

Aprovecha  que es día de visita para preparar una mochila con las cosas indispensables y escaparse por la puerta principal sin que nadie la vea, ya que las visitas siempre entran por detrás. Va a su habitación y coge una mochila en la que dentro pone su libro de Los Mil y Un Mundos, dos botellas pequeñas de agua, veinte euros que había reunido haciendo pequeños trabajo en el orfanato, y una manta abrigada que estaba doblada al pie de su cama.

La chica de la portada se trata de Alexia, es guapa aunque sencilla. No le gusta arreglarse mucho, aunque tampoco ha tenido esa oportunidad ya que en el orfanato mucho no es que se hiciera. Pero no le hace falta porque posee una belleza sencilla y con esos ojazos no sé qué chico se le resistirá, sin contar a los niños del orfanato que le hacían la vida imposible metiéndose con ella.

Amor y destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora