Capítulo III: Un susto agradecido

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Eran ya las diez y media de la noche, a pesar de que era verano hacía bastante frío y viento. Ya toda la gente se había ido y Alexia llevaba dos horas y media sentada en aquel banco, pensando en lo sucedido con la señora Méndez y con quel estúpido chico, aunque ha de reconocer que era muy atractivo. E ahí de que los guapos son idiotas, piensa Alexia. Durante un par de minutos se queda inmóbil abrazada a su mochila perpleja en sus pensamientos, hoy ha sido un día muy duro. 

El parque cerraba a las once, tenía pensado quedarse a dormir en ese mismo banco, era mejor que estar bagando por las calles o quedarse a dormir bajo un puente o un callejón. Aunque ahora mismo, no estaba muy segura de qué hacer, ese parque cada vez parecía más siniestro.

De repente se sobresaltó, un ruido extraño y bastante molesto se acercaba hacia ella muy rápidamente, aunque le pareció haberlo escuchado antes. Estaba asustada, no sabía si salir corriendo, quedarse inmóvil en aquel banco que chirriaba con cada movimiento por muy minúsculo que fuera o esconderse entre los matorrales que se situaban justo detrás de ella.

Optó por los matorrales, ya que probablemente si se quedara ahí y pasara algo nadie la oiría ni si quiera el guardia de seguridad porque ya estaría marchándose para que otro lo relevase.

Era un chico, no se le distinguía muy bien ya que la luz tenue de la farola que estaba al lado del banco no ayudaba mucho a diferenciarlo de las cosas que lo rodeaban. Se paró en seco justo delante del banco, pero lo que sí  que sabía con seguridad era que tenía miedo, mucho miedo; nunca había salido sola de aquel Orfanato La... Bueno, de aquel sitio.

La chica estaba observando cada movimiento de aquel misterioso muchacho. Alexia mira a su alrededor, ¡no estaba! Se había dejado su mochila en el banco, vio como el joven cogía su mochila, ¿qué hacer? ¡Ahí lo tenía todo! Pensó que este día ya no podría empeorarse más.

Miró hacia atrás para sentarse en el césped. Estaba de rodillas con el corazón a cien, entonces notó un cosquilleo por detrás se asustó y se volvió rápidamente hacia atrás, era un pato, la estaba poniendo muy nerviosa, más de lo que ya estaba porque no dejaba de hacer ruido. Cuando se volvió hacia delante no veía nada, no estaba ni el joven ni la mochila, estaba muy asustada, inmóvil.

Otra vez, ese pato molesto, que por su culpa se  ha quedado sin nada. Le da con la mano para que se vaya pero su textura no es como la de las plumas que había tocado antes, esta es como... como de...¡un pantalón vaquero!

Se gira lentamente y alza la cabeza, era ese muchacho el que había cogido su mochila, no puede evitar soltar un grito agudo. El joven la manda a callar, Alexia no sabe bien de quién se trata pero este la agarra por un brazo y la lleva a la luz de la farola, Alexia llora, pero en voz muy bajita intentando soltarse y escapar de ahí como sea. Cuando llegan a la claridad el muchacho le tapa la boca bruscamente y le grita:

-¡Cáyate, es que quieres que venga el guardia o qué! Pero, pero si estás llorando, ¿por qué lloras y por qué estabas ahí escondida?

-¡Idiota!-Dice Alexia mientras se seca las lágrimas que le caen por el rostro.

-Si te he asustado, lo siento, no era mi intención, es que me iba ya a casa y vi tu mochila y como soy tan idiota la estaba recogiendo para devolvértela, porque sé que eres idiota pero no tanto como para no volver y preguntarle al encargado de los objetos perdidos ja-ja-ja.-Dice el skater intentando animarla, pero fracasa.-Deja de llorar anda.-Insiste apenado el chico a la vez que saca un pañuelo del bolsillo, le agarra delicadamente la cara y le seca las lágrimas a Alexia, mientras ella lo mira fijamente a los ojos y el joven de vez en cuando de reojo.

-¿Qué miras? ¿Es que tengo monos en la cara?-Pregunta el chico bromista, pero Alexia no le contesta.- ¡Ya está! Como nueva e igual de guapa que cuando te vi..-Sonríe el skater.

Amor y destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora