UN POCO MAS ADRENTRO

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POV MARINETTE:

De golpe, me agarra por las caderas y me arrastra hacia él, mientras yo hundo las manos en su cabello y su boca me reclama. Me empuja contra la nevera, y oigo la vaga protesta de la hilera de botellas y tarros en el interior, mientras su lengua encuentra la mía. Yo jadeo en su boca, y una de sus manos me sujeta el pelo y me echa hacia atrás la cabeza mientras nos besamos salvajemente.

— ¿Qué quieres, Marinette? —jadea.

—A ti —gimo.

— ¿Dónde?

—En la cama.

Me suelta, me coge en brazos y me lleva deprisa y sin aparente esfuerzo a la cama, ya que estábamos en su habitación

—¿Ahora qué? —dice en voz baja.

—Hazme el amor.

— ¿Cómo?

Madre mía.

—Tienes que decírmelo, nena.

Por Dios...

—Desnúdame —digo ya jadeando.

Él sonríe, mete el dedo índice en el escote de mi blusa y tira hacia él.

—Buena chica —murmura, y sin apartar sus ardientes ojos de mí, empieza a desabrocharme despacio.

Con cuidado, apoyo las manos en sus brazos para mantener el equilibrio. Él no protesta. Sus brazos son una zona segura. Cuando ha terminado con los botones, me saca la blusa por encima de los hombros, y yo le suelto para dejar que la prenda caiga al suelo. Él se inclina hasta la cintura de mis vaqueros, desabrocha el botón y baja la cremallera.

—Dime lo que quieres, My Princess.

Le centellean los ojos. Separa los labios y respira entrecortadamente.

—Bésame desde aquí hasta aquí —susurro deslizando un dedo desde la

Base de la oreja hasta la garganta.

Él me aparta el pelo de esa línea de fuego y se inclina, dejando un rastro de besos suaves y cariñosos por el trazado de mi dedo, y luego de vuelta.

—Mis vaqueros y las bragas —murmuro, y él, pegado a mi cuello, sonríe antes de dejarse caer de rodillas ante mí.

Oh, me siento tan poderosa. Mete los pulgares en mis pantalones y me los quita con cuidado por las piernas junto con mis bragas. Yo doy un paso al lado para librarme de los zapatos y la ropa, de manera que me quedo solo con el sujetador. Él se para y alza la mirada expectante, pero no se levanta.

—¿Ahora qué, Marinette?

—Bésame —musito.

—¿Dónde?

—Ya sabes dónde.

—¿Dónde?

Ah, es implacable. Avergonzada, señalo rápidamente la cúspide de mis muslos y él sonríe de par en par. Cierro los ojos, mortificada pero al mismo tiempo increíblemente excitada.

—Oh, encantado —dice entre risas.

Me besa y despliega la lengua, su lengua experta en dar placer. Yo gimo y me agarro a su cabello. Él no para, me rodea el clítoris con la lengua y me vuelve loca, una vez y otra, una vuelta y otra. Ahhh... solo hace... ¿cuánto? Oh...

—Adrien, por favor —suplico.

No quiero correrme de pie. No tengo fuerzas.

—¿Por favor qué, Marinette?

UN PEQUEÑO CAMBIO (PRODIJIOSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora