una noche

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Los segundos transcurrían, pero para los adolescentes se sentían como largos minutos sin fin. Ninguno de los dos mencionaba palabra alguna, solamente se limitaban a observar pasar a los habitantes de la tranquila ciudad. Cuando el silencio lo rompió el teléfono de la azabache.

-¿sí?-respondió sin mirar la contestadora.

-hola, Mari-casi se le paraliza el corazón, estaba hablando con la madre de su novia-te llame para informarte que cuando llegamos el trato ya estaba cerrado entonces hoy llegamos otra vez a Paris-a la azabache, le iba a dar un infarto en donde estaba, quedo muda-Mari, estas bien.

-ehh, si claro, entonces nos vemos hoy-no sabía más que decir-chao-sin más preámbulo corto

-tenemos un problema-dijo casi tartamuda-tus padres vuelcen hoy. Los dos se quedaron sin habla.

—Me imagino que por lo menos hoy tendremos que dormir en la casa del otro, ¿cierto?— comentó inexpresiva la dama a su contrario. Tenía razón, la noche iba a caer dentro de no mucho y les resultaba imposible dormir en sus camas cambiadas.

La mente de Marinette le estaba jugando sucio en ese momento. «Bueno, en eso tiene razón pero... ¿Qué pasará cuando tengamos simplemente que cambiarnos de ropa? O incluso si...» y de repente, mil pensamientos llegaron a la interna chica, haciendo que el rostro masculino se volviera rojo. Aunque ya iba visto a Marrinette desnuda.

—¿Adrien? ¿Me estas escuchando?— le preguntó un poco más alto la Dupain-Cheng al rubio, el cual tenía un nudo mental al cual no se le veía fin.

—Ah!— con ésto, el Agreste regresó a tierra firme. —Si... S-sólo que lo último no lo escuché.

—Te decía que era mejor que te quedaras un rato más en mi casa... O sea tú casa; se supone que ahora mismo tengo clases de piano, pero si vas en ese estado, empeorarás el asunto.

Antes de asentir con la cabeza, el de ojos esmeralda recordó algo muy importante: las imágenes de su amado, del cual portaba el cuerpo, colgadas en su habitación.

—¡Ven conmigo! Antes de ir a mi casa, tengo que decirle algo a Tikki.— el modelo tomó la mano de la chica con poca delicadeza y empezó a correr. Llegaron al pequeño parque cercano a la vivienda y se colocaron en la parte más alejada y menos visitada de éste.

—Tikki, ven. Plagg, ve con Adrien un momento.— llamó la voz masculina. De inmediato la Kwami salió del bolso con una gran "M" para acercarse a Adrien, lo suficiente para que ni la chica ni el gato pudieran oírlos.

—¿Qué pasa, Marinette?— con semblante de extrañeza preguntó el ser mágico.

—Cuando lleguemos a mi habitación, voy a distraer a Adrien un momento para que quites todas las imágenes que tengo de él en las paredes. No puedo dejar que las vea.— le comentó a modo de susurró el joven a Tikki, la cual asintió de inmediato.

Ambos Kwamis volvieron a su escondite de siempre. Los adolescentes llegaron a la casa de la azabache, en la cual sólo se encontraba la mamá de ésta. Entraron por la puerta principal, siendo recibidos por Sabine.

—Por fin llegaste, Marinette. Me alegra, ya me estaba preocupando un poco.— le dijo la de cabello corto a su hija, la cual internamente era un chico-¿Por qué me cortaste?-pregunto con el ceño fruncido.

—Ho-hola, mamá.— esas palabras fueron dichas por la joven con gran dificultad por el verdadero Adrien; su rostro se volvió ligeramente rojo-no sabía que ya iban llegado.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2016 ⏰

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UN PEQUEÑO CAMBIO (PRODIJIOSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora