La luz de las velas era el único testigo.
En medio de las sombras una silueta se dibujó con una gran sonrisa, que transmitía satisfacción ante el horrible suceso. Había un charco de sangre decorando el suelo y gotas carmesí en las paredes junto a cuerpos inertes. Ladeó la cabeza.
En sus dientes brillaba la carne de su deliciosa víctima mientras decía:
—Los niños son tan dulces.
Y así, un rostro más se había añadido a la larga lista de desaparecidos. ¿Qué tal sabría un adulto?
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Cuentos a la Medianoche [COMPLETA]
Short StoryTras la muerte de mi hija creí que jamás volvería a escuchar su voz cantando. Me equivoqué. La oigo todas las noches al otro lado de la puerta. • • • • • • • • • • • • • • • • • Cuentos cortos y microrrelatos de terror y suspenso. Portada perfecta...