Capítulo 4

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Narra Benjamín:

"¿A qué hora vas a llegar a la fiesta?" me preguntó Jaiden en un mensaje de texto. Ví la hora del reloj en mi mesa de noche: 5:25 PM.

"Entre las 9:30 y las 10" respondí. Me hice para atrás recostándome en la cama con mis brazos extendidos y el celular en la mano.

Luego de unos segundos mi mano vibró y ví en la pantalla su respuesta: "Ok. Te veo allá".

Suspiré cansado y arrojé el aparato a mi almohada.

ESTO ERA IMPOSIBLE.

Ya habían pasado dos días desde que tuve ese sueño extraño con Jaiden, y aún no podía actuar normal cuando estaba él. No sé si es mi mente la que me quiere hacer pasar malos ratos relacionando todo con el sueño, o es que todo el mundo ya se había enterado de mí "casi beso con Jaiden" y querían jugar un rato conmigo. ¡Pero en serio que lo intenté! Escuchen:

Ese mismo miércoles que tuve el sueño, tratando de olvidarme un poco de él, acompañé a Jaiden a jugar fútbol con los chicos que usualmente juegan cuando consiguen una pelota. Cuando se lo dije su expresión me dejaba en claro lo raro que esto le parecía, pero eso ya me lo veía venir. Usualmente no jugaba mucho al fútbol cuando tenía la oportunidad porque era muy malo, porque no era fanático, y porque no me esforzaba mucho cuando jugaba. Y eso Jaiden lo había descubierto hace unos años atrás cuando nos conocimos.

Pensé que en algún momento me preguntaría porque justo ese día me había dado por jugar con ellos, y seguramente le hubiera respondido que me habían entrado las ganas justo en ese momento, pero simplemente no me lo preguntó; solo se alegró. Los demás chicos me aceptaron muy bien en el equipo, y comenzamos a jugar.

Creo que al querer distraerme, inconscientemente me empecé a esforzar mucho en ese partido. Al parecer no era tan malo si me concentraba por más de dos segundos y pensaba.

Había estado tratando de meter gol varias veces, pero o lo paraban antes de que entrara al arco, o mi tiro fallaba horriblemente. Para cuando por fin pude anotar, todos me empezaron a felicitar por haberlo logrado después de tantos intentos, y Jaiden no encontró la mejor forma de felicitarme...que abrazándome. Bueno, luego lo empujé, procesé lo que hice, dije que me sentía mal y me fui.  Jaiden no me preguntó porqué lo había empujado, lo cual agradecí bastante.

El resto del día había transcurrido con toda tranquilidad...hasta el jueves en la mañana.

Ese día había amanecido nublado y con mucho viento, así que mientras esperábamos a que comenzaran las clases le había comentado a Jaiden que hacía mucho frío refiriéndome al ambiente, pero él me prestó el chaleco que había llevado por si llovía creyendo que yo era el que tenía frío. La humillación de sentirme como la chica de alguna novela romántica hizo que aceptara el chaleco a pesar de que no tuviera frío.

Y como el jueves pareciera haber sido el día en que todo el mundo me trataba como chica, durante la clase de Legua, la profesora estaba escogiendo a algunas personas para que leyeran los diálogos de una escena de una obra; necesitaba a un hombre y una mujer para que interpretaran los personajes. Escogió a Jaiden para que leyera los diálogos del hombre, y como mis queridos compañeros les gusta tanto vernos hacer el payaso empezaron a decir que yo hiciera el papel de mujer. Miré a la profesora anhelante de que sólo se riera y escogiera pronto a una chica para que leyera esas partes, pero su sonrisa maliciosa me hizo recordar que ella era igual al resto: quería vernos hacer el show de todos los días.

Como dije...¡LO INTENTÉ! Pero si de repente todo el mundo te llena de indirectas y sólo tú sabes que son indirectas y no puedes decir porqué, es IMPOSIBLE.

No lo creía ciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora