Capítulo 6

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Narra Finn:

Abrí la puerta de la cocina que daba al patio trasero, y sentí un alivio inmediato al respirar el aire fresco de afuera. Ya me estaba dando dolor de cabeza tener que soportar el bochorno que se había hecho adentro, y creo que la posibilidad de que se pusieran pronto a ventilar no era muy certera, así que no creo que vaya a volver a entrar.

-¡Cierren la puerta! ¡Está entrando todo el frío!-me gritó alguien de adentro al que no me molesté en mirar.

Cerré el paso detrás de mí, bajando también un poco el volumen de la música de adentro, y metí mis manos en los bolsillos del polerón. Me dirigí hacia unos columpios olvidados de madera que había allí, y me senté en el duro y frío asiento de este.

"Aaah...por fin un poco de paz" pensé mientras comenzaba a mecerme sin despegar los pies del suelo y con mi vista pegada en ellos.

Estaba cansado. Dentro de los planes que tenía para hoy no estaban incluidos los de venir a la fiesta de cumpleaños de Theo; en realidad, ni yo ni Chase íbamos a venir. Por mi parte, yo estaría echado en el sofá pasando canales en la televisión viendo si pasaban alguna serie o película buena para tal vez hacer una pequeña maratón, o tumbado en la cama, mirando el techo y escuchando distintos tipos de música hasta quedarme dormido.

Lo sé, un panorama envidiable.

Pero justo cuando estaba a punto de llamar a Chase para que ver si quería hacer algo, me llegaron unos mensajes de la enana escuálida de mechones rosados llamada Cristina diciéndome que iría a la fiesta de Theo esta noche con Dana, Sara y Benjamín. (Ni idea de porqué con Benjamín)

Tal vez fue porque sabía cómo se ponía Dana en cualquier fiesta en la que hubiera alcohol, o por el asombroso poder que tienen las caritas felices al final de una oración, pero ese mensaje fue lo suficientemente capaz de hacerme tomar una ducha, cambiarme de ropa, y hacerme venir hasta acá.

Ahora, ¿el problema? ¡El problema era que no la encontraba! Hace una hora que la había ido a buscar, pero todavía no la veía. Al parecer anunciaron su llegada hace unos minutos antes de que llegara con Chase, pero hace un rato que nadie la veía.

Sabía que no estaba con Dana, porque la había visto bailando encima de una mesa o algo mientras que Sara trataba de bajarla. Lo siento, Sara, pero hoy no es precisamente el día en el que quiero tratar con una ebria.

¿Porque Cristy no se tiñó el pelo entero de rosado?, así hubiera sido más fácil encontrarla.

Conociendola, supuse que se habría escondido en algún lado para quitarse un poco a la gente de encima. No le gustaba en lo absoluto ser el foco de atención; decía que se asfixiaba entre tanta gente.

Al final me terminé cansando de la música alta, del calor sofocante y de todos en general, así decidí salir por la primera puerta que me mandara a la libertad. Ya luego hablaría con Cristy cuando la viera.

Soplaba un viento helado a esa hora de la noche (eran casi las doce), así que des-arremangué mis mangas, me puse el gorro del polerón y volví a guardar las manos en mis bolsillos. Cesé mi vaivén en el columpio y levanté la cabeza para ver el cielo.

A veces me gustaría que algunas cosas fueran más como en las películas, así estaría junto a la persona que me gustaba declarándonos nuestro amor eterno mientras nos besábamos bajo un maravilloso cielo estrellado, y no sólo, con frío, bajo un cielo en el que no se veía ni la luna.

Pero está bien, tampoco es como que se hicieran muchas películas de gays de todos modos.
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-¡La puerta, porfa!-gritó creo que la misma persona que me gritó a mí cuando salí por ahí mismo.

No lo creía ciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora