1-What the hell...

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Narrador omnisciente.

Caminaba tranquilamente por los pasillos del instituto Beacon Hills. Observaba cada movimiento a su alrededor. Todos parecían actuar normal y no había indicios de ninguna anomalía. Lo cual relajaba y estresaba a la vez al líder de la manada. Sin previo aviso, un brazo tiró de él hacia el aula más próxima, resultando ser el laboratorio de química.

—¿Qué haces, Stiles?—preguntó confuso a su mejor amigo mientras este cerraba la puerta y abría la mochila para poder sacar su portátil.

—¿Recuerdas que hace unas semanas despertaste en una galería subterránea y no tenías ni idea de cómo haber llegado allí?

Asintió un poco confuso acercándose al castaño que posaba el ordenador sobre una mesa.

—Pues he estado investigando desde entonces. Estaba seguro de que no apareciste allí por casualidad, algo o alguien te atrajo.

—¿Hacia unas galerías subterráneas? Que conmovedor.

Stiles tecleó rápidamente y accedió a una página que mostraba el antes y el después del condado de Beacon Hills.

—Observa.

Scott analizó atentamente el plano visible en la pantalla pero no pudo distinguir nada destacable. Miró a su derecha con gesto dubitativo.

El allí presente rodó los ojos y amplió el zoom específicamente en una zona.

—Una mina, sí. ¿Qué tiene de especial?

—Quiero llorar por tu poca evidencia ante las cosas— confesó casi frustrado. —¿Qué no te das cuenta que es donde apareciste?

Al fin pudo notar a donde quería llegar.

—Era una mina antes.

—Gracias Dios.

—¿Y qué pasó?

—Se convirtió en galería subterránea una vez descubrieron la permeabilidad de las paredes y la canalización de aguas que se podía llevar a cabo.

—Aún no entiendo el por qué fui atraído hacia una antigua mina.

—Porque...— dijo con un cierto tono misterioso mientras tecleaba de nuevo y le enseñaba la pantalla, indicando los componentes hallados en dicho yacimiento. —Había una gran cantidad de acónito entre los diamantes encontrados.

—¿Fui atraído hacia mi propia kryptonita? ¿Qué sentido tiene?

—Absolutamente ninguno— alegó cerrando el portátil y guardándolo de nuevo en su mochila. —Pero es lo único que he podido encontrar que tenga algo de relación contigo— se encogió de hombros a lo que Scott rodó los ojos. Habían salido de un pozo para entrar en otro.

Las clases pasaron con normalidad, tan solo quedaban las prácticas de lacrosse para que hubiese pasado un día más en una completa tranquilidad insólita.

—¡McCall, la pelota!— el estar pendiente de todo menos de lo que tienes que estar, hace que de vez en cuando te lleves una buena. Como en su caso, por ejemplo, un pelotazo en toda la cara.

—Tío, ¿estás bien?— dijo un preocupado Stiles ofreciendo su mano para levantarle del suelo.

—Sí, sí, solo estaba distraído.

—¡A ver si con esto despiertas!— gritó el entrenador al tiempo que todos los jugadores del equipo se posicionaban para lanzar sus respectivas pelotas.

—Mierda, vamos a morir hoy— su mejor amigo tragó saliva tras decir aquello, estiró los brazos de manera horizontal y cerró los ojos esperando lo peor.

Feel the darkness | S.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora