//Narra Bonnie//
Eran eso de las once de la mañana, me dirigía a la escuela como de costumbre. La calle estaba despejada, no transitaban autos y rara ves se veían personas pasar por ahí, es de esperarse, mi barrio esta alejado de la zona central de la ciudad, y a esas horas era bastante difícil ver a los niños salir a jugar por ahí. Lo único que se escuchaba eran los pájaros cantando, y así, rompiendo el silencio de la mañana. En lo que me empezaba a acercar a la zona central, simultáneamente oculte mis pertenencias y dinero en mi mochila, sabia lo que ocurriría al llegar a la escuela, por lo que esta vez preferí prevenir inconvenientes...
Al llegar a la escuela, sucedió justo lo que pensaba. Situados al costado de la escuela, estaban ellos. Trague saliva resignado, y armandome de valor, seguí mi camino, enfocado únicamente en llegar rápido a la escuela. Pero cuando pase al lado de ellos, sentí que alguien me tomó del brazo y me jaló en dirección contraria a la cual me dirigía.
- ¿A donde crees que vas? - Se escuchó decir a la voz que sostenía mi brazo, en pocos instantes me hallaba tirado en el suelo - No creerás que nos olvidamos de ti, ¿Verdad? Ya conoces la tradición, así que paga tu cuota correspondiente.
- Hoy no traje dinero... - Dije tímidamente, sabía que esto era una mentira, pero ya estaba aburrido de que las cosas fuesen siempre así...
- Así que no trajiste dinero, ¿Verdad? Pues en ese caso, tendrás que pagarnos con otra cosa... - El chico de tes morena chasqueo los dedos en señal para sus otros dos compañeros varones. Los anteriores mencionado se acercaron bruscamente al menor tomándolo de los brazos y arrebatándole la mochila y su guitarra.
- N-no !... Por favor... Basta! -Gritaba tratando de liberarme de los brazos del chico peliazul. Este solo reía burlón, haciendo más presión en mis brazos.
- Mira que tenemos aquí... - Decía el chico de cabello anaranjado - Aparentemente tenemos una guitarra nueva, y está en excelentes condiciones- Decía con tono burlón mientras me veía amenazante.
- Y mira que sorpresa, creo que este nerd esta perdiendo inteligencia, ¿No crees que fue algo estúpido de tu parte ocultar tu dinero y venir a mentirnos en la cara? ¿Crees que somos tan estúpidos como para creernos las mentiras de un rarito como tu?-Decía el jefe mientras tiraba mis cosas al suelo, desparramándolas en el lugar, y tomando mi dinero y posesiones valiosas. Al acabar esto, se acerco a mi, con una sonrisa burlona y me dio una cachetada.- Si vuelves a mentirnos, me encargaré personalmente de tí.
Al decir esto, les hizo una señal a sus chicos y se retiraron a su barrio, probablemente para fastidiar a otros chicos...
Luego de esto, ingrese a la escuela. El día transcurrió bastante rápido, a pesar de haber sido fastidioso y aburrido. Al acabar la jornada, me retiré al parque, en el cual me encontraría con mi maestro, pero cuando estaba por llegar... Recordé que ellos habían robado mi guitarra. Apreté los puños furioso, estoy harto de siempre lo mismo, y probablemente no sea el único, oído a las chicas de mi clase comentar de la bronca que le tienen a esos chicos, debido a que también se dedican a joderle la vida a los chicos de la escuela primaria, y aparentemente se ganaron la fama de pervertidos y acosadores. Oí hace unos días de una chica que lloraba desesperadamente que uno de los chicos aseguraba estar enamorada de ella, y que este la seguía y espiaba todo el día. En eso, sacando me de mis pensamientos, apareció mi maestro.
- Siento la demora, no se como le haces siempre para llegar antes que yo...- Dijo soltando una leve risa nerviosa, pero al verme esta se desvaneció- B-bonnie? ¿Que te paso?... Estas llorando... Y, ¿que paso con tu guitarra?
- Ellos... Se la llevaron. -Dije volteandome con algunas lágrimas en los ojos- Esta vez se excedieron... Tomaron mi bolso... Tiraron mis cosas... Y se llevaron mi guitarra...
Al oír esto, el se acerco a mi y me abrazo, esto me sorprendió bastante, el nunca me había abrazado, no pude contenerme más, no tenía por que tener vergüenza con el, somos mejores amigos, rompí en llanto en su hombro, el acariciaba mi cabello, tratando de calmarme.
- Tranquilo... Esto pronto acabara...-me separo de su pecho y me vio a los ojos sonriendome- Venga, ¿A ver esa sonrisa?
El siempre a sido lindo conmigo, pero esta vez, se sintió diferente, logro subir mi animo de una manera en la cual nunca nadie lo había hecho, por lo que en agradecimiento seque mis lágrimas y le sonreí. Esa tarde, por razones obvias no pudimos ensayar, pero en su lugar, nos quedamos conversando de temas variados. Ya se hacia de tarde, por lo que me despedí de el y me dirigí a mi casa.
- Vaya vaya, mira a quien tenemos aquí, un placer verte de nuevo enano...- se escucho tras mi una voz burlona, con temor voltee, y ahí estaba el, mi pesadilla en persona.- ¿Que haces tan tarde aquí afuera? ¿Me extrañabas? Probablemente te quedaste con ganas de una paliza esta mañana, ¿No es así?- Decía acercándose a mi amenazante, yo solo retrocedí temeroso, sin responder a su interrogatorio.- Venga, no tengas miedo, no te haré daño- Decía el moreno. Al ver a su alrededor noté que estaba el solo, probablemente sus amigos estaban en otro lugar, molestando a alguien más.
- Y-yo no quiero problemas... Solo quiero llegar a casa...- Decía retrocediendo sin ver atrás. En ese momento, un camión se dirigió hacia mi, congelado del temor mis piernas no reaccionaron.
- ¡O-oye! ¡Idiota muevete! - Grito el moreno, saltando sobre mi y callendo así juntos al otro lado de la calle. - ¡Eres un idiota, quedarte así parado en medio de la calle y no moverte!
En su voz noté un noto preocupado, pero temí preguntar sobre esto.
- Lo siento...- Dije algo avergonzado por lo ocurrido, pero aun así temeroso. En eso el se acerco a mi oído.
-Si vuelves a hacer esto... No me quedara de otra que castigarte...- Al decir esto, se separo de mi y levanto. Yo le imite, quedando frente a el. Un silencio incomodo se formo entre nosotros. Algo brusco, el tomo mi mano y me apego a el y susurro a mi oído nuevamente.- Nos vemos en tus pesadillas...
Tras decir esto se fue, quede unos segundos en shock. No podía creer lo que acababa de ocurrir, ni lo que acababa de sentir. Al llegar a mi casa, se tumbe en mi cama, aun agobiado por mis pensamientos con respecto a lo ocurrido. Esa noche no pude dormir, con miedo a encontrarlo nuevamente.