Quince

207 26 0
                                    

Cerré los ojos, y los volví a abrir. No había nada, ¡nada!
Empecé a alterarme, gritaba pero no salían mis gritos. En ese momento deseé jamás haber tomado esas pastillas.

Me puse de rodillas o supongo y me levante, no sabía por dónde caminaba pero me deje llevar, fui a la luz, o intentaba llegar a ella, cuando unos fuertes golpes llegaron a mi pecho, eran como puños eléctricos. Veía el patio, y volvía lo negro, como si apagara y prendiera la luz repetidas veces, era tan raro.
Los puños en mi pecho cesaron, y pronto el patio del hospital apareció, suspire de alegría.

Charles.

Mi hermana se tranquilizaba cuando de repente una maquina empezó a sonar repetidamente. Carmen salio corriendo y pronto llegó con dos doctores y un enfermero.

— La perdemos, susurró uno.

Suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora