La vida por delante

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Me miraba una y otra vez con extrañeza ante el espejo, como si fuera especial. Me sentía distinta a todo el mundo. Observé mi alrededor y lo único que encontré fue una habitación llena de pósters de mis ídolos y un gran desorden.   

 Suspiré y me dije para mí misma que este iba a ser el mejor verano de mi vida.

Salí lo más rápido posible de mi habitación, que durante los próximos meses permanecería tan solitaria y vacía. De hecho, me daba bastante igual lo que ocurriese con mi maldita habitación, solo pensaba en huir de una vez de la mierda de ciudad en la que nací, tan fría, gris y sin playa.                

Me puse la mochila, desgraciadamente, cargada de tareas para las vacaciones y me dirigí a la cocina, donde estaba mi madre preparandolo todo. Mi madre es la típica madre ordenada y superficial con la que debes hacer todo tal y como ella quiere, pero no sé que sería de mí sin ella.

-Cariño, ¿has preparado ya todo? ¿Ya estás lista? - preguntó impaciente.

-Sí, ya está. ¿Podemos irnos? - pregunté impaciente por abandonar la ciudad.

-Todavía tengo que preparar la comida. Podrías ayudarme un poco. -

Sin pensarlo dos veces, cogí la bolsa de la comida y empecé a meter todo lo necesario. Mi madre, asombrada por mi rapidez dijo:

-¡Madre mía! Para lo que queremos si nos damos prisa eh... Gracias cariño. Entonces creo que estamos listas.

Me dirigí rápidamente hacia el salón donde estaba mi padre, otro maniático del orden y sobre todo, un gran fan de las carreras de coches. Solo con ver la bitrina que tiene en su cuarto con mas de 200 coches de carreras en miniatura, es obvio deducir que es su pasión desde que era pequeño. De hecho, cuando llegué al salón estaba programando una grabacion de las American Le Mans Series.

Aproveché mientras él terminaba para ponerme mi cazadora vaquera, ya preparada para salir y cruzar la puerta.

¡Por fin me piro de aquí! No creo que... Bueno, ¿pero qué digo? Estoy segurísima de que no echaré de menos esto.

Y así, cruzamos la puerta y salimos de casa preparados para el viaje, ese viaje de ida que tantas veces en mi vida he disfrutado.

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