Hijo de la luna.

Khoeli

La madre de la (antes) bola de nieve, mando a éste a comprar algunas cosas junto a su pecoso hermano; este, sin poder replicar, accedió y salió de la casa sonriente mientras caminaba vigilando al pequeñín.

— ¿Quieres la revancha? — Pregunto el pequeño con una pequeña sonrisa maliciosa dibujada en su rostro.

— No gracias, después te pones a llorar y me acusas con mamá... Mejor... ¿Carrera hasta el Mercado? — Dijo el chico grande y pecoso mientras sonreía de la misma manera que su hermanito.

Luego de eso, el pequeño, riendo, salió disparado como una bala hacia el mercado dónde se dirigían. En cambio, su mayor seguía caminando pero se desvío por un callejón, por el cual escalo por una enredadera llegando a la parte de atrás del mercado. Dio la vuelta hacia el frente, donde observo a su menor aún corriendo y deteniéndose atónito ya que no había visto a su hermano correr para nada.

El pequeñín había llegado caminando al lado de su hermano con su seño fruncido y haciendo puchero, casi haciendo berrinche, pero esto lo iba a guardar para más tarde, cuando su mayor no quisiera comprarle una golosina.

Luego de un rato, ambos salieron del mercado, el mayor con una bolsa de papel en su mano izquierda y con una pequeña paleta en la derecha al igual que su hermanito, pero él llevaba una paleta bastante grande en vez de la pequeñita de su hermano.

Cuando llegaron estaban a punto de llegar a su casa, observaron a un chico jugando solo en la nieve, lanzándole bolas de nieve a un pequeño montículo de la misma, pero había algo curioso en él... Se confundía con la nieve, como un oso polar. Si no fuera porque llevaba ropa negra, no se hubiese notado entre la nieve.

Curioso, el pequeño se acerco a él comiendo su paleta.

— Hola. — Dijo el pequeño con una sonrisa en su rostro.

El chico se asustó un poco al escuchar la voz del niño dejando la bola de nieve que tenía en su mano, caer.

— Eh... — fue lo único que dijo el chico al ver al pequeño.

— Ya nos... vamos. — Interrumpió el pelinegro tomando a su pecoso hermano del hombro mientras observaba bien al otro chico de su edad, como si lo recordara.

— ¡No! — Dijo el pequeño comenzando un berrinche.

Se notaba que el chico albino recordaba algo del pelinegro, por lo cual los interrumpió a ambos en su discusión diciendo:

— ¿Eres Thomas, verdad? — Le preguntó al mayor con hilo de voz.

— Ah... sí... ¿Eras el supuesto hijo de la luna, no? Heh... ¿Cuál era tu verdadero nombre? —

Al escuchar, el albino se quedó pensativo por algunos minutos en lo que el menor metía un poco de nieve dentro de la chaqueta de su mayor, en la espalda en realidad. Antes de que pudieran pasar a más dijo:

— Mi nombre es... Khoeli... sí, Khoeli. —

— ¿Qué clase nombre es ese? — Preguntó extrañado por la rareza del nombre.

— Mejor te hubieran puesto "mi mamá no me quiere" — Dijo el pequeño entre risas mientras escapaba corriendo, cosa que no le sirvió de mucho ya que su hermano lo derribó con una bola de nieve y se quedó ahí, acostado boca abajo para luego comenzar a hacer un ángel de nieve moviendo sus pies y brazos.

— Te recuerdo... jugábamos juntos cuando teníamos ocho años ¿No? No cambiaste mucho. —

— P...pues sí... fue hace b...bastante... — Dijo el peliblanco titubeando y con un hilo de voz debido a su timidez.

— ¿Gustas pasar? —

Luego de un rato, ambos adolecentes estaban jugando con la consola de uno de ellos.

Se notaba que el albino jamás había tocado una cosa como esas, ya que era bastante torpe jugando, en cambio, el pelinegro era bastante bueno en ello, a pesar de que tenía que tener sus lentes puestos; pero ambos habían hecho una apuesta: quien perdiera, tenía que dejar que el ganador lo enterrase en la nieve sin camisa pero como el pelinegro tenía ventaja, accedió a quitarse los lentes.

Y como era de esperar, Thomas salió victorioso de ahí. Luego de ponerse nuevamente sus lentes, ambos salieron, también el pequeño pecoso los acompañaba.

El albino suspiró y se desprendió de su suéter negro dejándose sólo una camiseta blanca la cual se iba a quitar en el instante dejando su piel blanca al desnudo, y antes de tirarse en la nieve, estiro todo su cuerpo como un gato para luego caer de estómago al ser empujado por el pequeño.

Los tres rieron ante esta acción, mientras que comenzaban a enterrarlo dejando su cabeza fuera.

— ¿Cómodo? — Preguntó el mayor con un poco de sarcasmo mientras se sentaba a su lado con las piernas cruzadas.

— Ha ha... muy divertido eh... muy divertido... — Murmuró el peliblanco haciendo puchero.

— ¡Thomas! ¡Déjame rayarle la cara! ¿Sí? Por favor, por favor, por favor. — Exclamaba el niño con una sonrisa bastante amplia en su rostro mientras sacaba un marcador de su bolsillo.

— Hm... — El chico de ojos cafés sonreía mientras observaba al pálido retorcerse un poco.

— ¡N...no! — Exclamó el otro mientras observaba a los hermanos, no quería quedar pintado como tonto.

— Mejor no... pobre de él ¿además de una posible hipotermia le vamos a rayar la cara? Sería injusto.

El niño frunció el seño y volvió a adentro de la casa.

Más o menos luego de diez minutos, el chico de lentes decidió sacar al albino de la nieve el cuál se encontraba medio dormido. Una persona normal se hubiera muerto ahí, pero él se encontraba totalmente normal mientras que el pelinegro escarbaba en la nieve como un perro buscando un hueso.

Media hora más tarde todos se encontraban en la sala de la casa tomando chocolate caliente con malvaviscos, el abdomen del albino se encontraba un poco azul debido al tiempo que pasó en la nieve.

— Es increíble tu condición, Khoeli, jamás había visto a un albino como tú... — Dijo la madre de los chicos, era una señora amigable, y sus pecas eran chistosas ya que sólo estaban en sus mejillas.

— Sí... Mi madre lo es cuando no está en el cielo... —

— ¿Cuándo no está en el cielo? — Preguntaron ambos hermanos en coro.

— Sí... cuando está en el cielo... — Dijo algo pensativo.