Capítulo II Mójate el pie izquierdo

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Capítulo ll 
Mójate el pie izquierdo

Salir de un espacio o un entorno donde interactuaste con un grupo determinado de personas durante seis años e ir a parar a uno nuevo donde harás de cierta forma lo mismo, pero con la única diferencia de que en el segundo sólo lo harás durante tres años, es otra forma de decir que concluiste tu educación primaria y comenzarás a cursar la Secundaria, claro con otro tipo de personas ya sean similares, contrarias o incluso muy iguales a ti. Por ello, cabe decir que cada persona es un mundo, un mundo que es nuevo para alguien que lo desconoce y lo desconocido es temido por el hombre, cada persona posee una forma diferente de pensar, cada quién posee una forma distinta de actuar y cada forma es desconocida, en especial para alguien que entra a un salón de clases sin conocer los rostros de quienes se encuentren ahí. Quizá estas palabras no pasan por la mente de todos aquellos que se han encontrado ante tal situación, pero las debemos tener en cuenta cada vez que llegamos a un sitio desconocido o al menos a un salón de clases.

Cuando entré al salón que se me había asignado, simplemente tome asiento y comencé a pensar lo que seguro muchos también han hecho ¿Cómo diablos debía entablar una conversación con otra persona? Es decir ¿Qué diría? ¿Te gusta el pan? Afortunadamente pasados unos pocos minutos, un compañero me hizo llegar un mensaje escrito en un pedazo de papel tal y como se hacía en los viejos tiempos, era de una chica que se encontraba dos bancas detrás de mí y era muy linda, pero no, no se trata de Montse.
Lo que decía el mensaje era lo siguiente:

—Hola, ¿Cómo te llamas?
—Daniel, mi nombre es Daniel. Y ¿tú? 
—Paola, me llamo Paola… ¿Quieres ser mi novio?

En ese momento no supe que hacer o cómo reaccionar, y era de esperarse, nadie sabría qué hacer cuando llevas 5 minutos en un sitio nuevo y una chica te pregunta si quieres ser su novio y menos si nunca has tenido novia.

—Sí, sí quiero. —fue lo único que se me ocurrió escribir en ese momento, pase el papel a un compañero para que lo hiciera llegar a esa chica e inmediatamente contestó:

—Ok nos vemos en el receso.

Después de eso no supe que hacer, todo había salido mejor de lo que esperaba, llevaba cinco minutos en aquel salón y ya había conseguido novia. Mientras que algunas personas piensan que para conseguir una novia o novio, primero se debe salir durante semanas para conocer a la persona y ver si son compatibles, yo lo conseguí en cinco minutos. ¿Qué irónico no?

Cuando por fin llegó el receso después de cuatro larguísimas clases de cincuenta minutos, llegó el momento de estar frente a frente con Paola e intentar no meter la pata. Me levanté de mi banca y le pregunté que ¿A dónde iríamos? Dijo que le daba igual así que decidimos ir a una banca que estaba frente al salón y conversar, mientras caminábamos hacia la banca, me tomó de la mano, llegamos a la banca, nos sentamos y lo único que pude decir fue:

—Y ¿Cómo estás?
—Bien, supongo… ¿Eres muy callado, verdad?
— ¡ja, ja, ja! No, claro que no. Lo que pasa es que no tengo idea de que decir.
— ¡Ja! Estamos en las mismas, creo que en clases no hablaste con nadie por eso lo dije.
—Em... Pues no conozco a nadie excepto a unos compañeros que estuvieron conmigo en la primaria pero están en otros salones.
En fin, seguimos conversando hasta que acabo el receso y era hora de regresar a clases, parecía que nos habíamos entendido, además era de muy buen ver.

En el trascurso de los días fui conversando con varios compañeros y al parecer nos la llevábamos muy bien, de hecho cuatro de mis compañeros de la secundaria llegaron a convertirse en los mejores amigos que pude tener en la vida, con ellos hice una apuesta y creo que eso fue lo más estúpido que hice durante esos tres años. La apuesta consistía en que yo le dijera a la chica menos linda del salón si quería ser mi novia y a cambio recibiría cien pesos, no era mucho pero te comprabas varías cosas con eso en aquel tiempo y sí, fue muy estúpido. Ese sería el primer error que cometería y es que cuando lo hice ella dijo que sí. Al siguiente día, Paola se percató que iba tomado de la mano con Valeria, la chica fea del salón, Paola se acercó a mí y me dio una buena bofetada. 

No está de más decir que recordar ese momento, aun me resulta muy gracioso y además al ver cómo fue esa bofetada ayudó a que se acercaran unos compañeros del salón y comenzaran a hablar del porqué  Paola estaba echando humos… creo que no perdí nada en esos momentos, sólo a dos chicas que conocí por unos cuantos días, y gané unos cuantos amigos en el grupo, además de una marca en forma de mano que duró dos días en mi cara, ¡oh! Y una enemiga muy dura de joder que me haría la vida imposible durante  tres años, cabe decir que no solo a mí, sino a muchos del salón en donde estábamos, era lo que muchos llamarían, una completa perra. Montse nunca se enteró de esto, por fortuna y al parecer, los únicos que sabían de esto éramos Paola, Valeria, unos cuantos compañeros del grupo y yo por supuesto.

De ahí nacieron varias amistades, sin embargo, durante el primer año de secundaria no mantuve ningún lazo de compañerismo o amistad con Montse, las conversaciones o acercamientos que tuvimos generalmente se reducían a simples "hola" al encontrarnos en los pasillos de la escuela, esto en razón de que en ese entonces no me preocupaba mucho por la trascendencia de Montse en mi vida.

Por otro lado, los que incluso hasta hoy han mantenido una relación de amistad con ella son Victoria, "C.H" y Ruth, ellos siempre estaban juntos, se sentaban juntos, salían juntos al receso así como a la hora de la salida y claro, eran equipo en los trabajos grupales que dejaban los maestros. Y a pesar de eso, ella seguía teniendo ese aire de que su mente se encontraba en otro lado. 

Caminos a Montserrat.Where stories live. Discover now