❝Tan solitario, sin consuelo por parte ajena. Eres una persona innecesaria, la pieza sobrante de un rompecabezas completo, alguien inútil. Lo único que haces es estorbar, siempre. Vete, no sirves. Y nunca lo harás.❞
—Hola, mamá —Yoongi había entrado a aquella casa de paredes despintadas y sucias, al igual que el techo alto. Los muebles de cuero desconchado daban ese toque aún más fúnebre. Y qué decir de la persona que se encontraba sentada en uno de estos, con una mirada triste, que no desaparecía por más que una persona ajena a sus pensamientos haya entrado a su morada. Todo se veía tan miserable.
Como él.
La nombrada volteó luego de unos segundos, los cuales parecieron eternos, a encarar a su hijo. —Yoongi —Su semblante cambió de apenado a enojado. La señora había estado llorando tanto que no era capaz de soltar una sola lágrima más, no porque no quisiese, sino porque ya no quedaba ninguna. Sus ojos rojos expresaban tristeza, amargura..., odio. ¿Hacia quién? Nada más y nada menos que hacia su único pariente, ¿qué podría ser peor?
Pues que toda su familia haya fallecido.
La señora Min estaba a punto de dar a luz a un niño, pero las cosas se dificultaron y el pequeño murió días después de su nacimiento. Un hecho que afectó muchísimo a su esposo, y obviamente a ella. Ya habiéndolo superado, aunque no del todo, tras unos cuantos años llegó al mundo un precioso crío, a quien la pareja le puso de nombre ''Yoongi''. Y con él, regresaría nuevamente la felicidad, o al menos eso esperaban.
Todo parecía ir bien. Yoongi cumpliendo sus deberes como estudiante e hijo, el señor Min trabajando arduamente, y su esposa yendo de aquí para allá con los quehaceres de la casa. Una familia bastante común y conservadora, sin duda, aunque faltaba algo: el amor familiar.
Poco a poco dejaron de conversar a la hora de la comida; cómo habían sido sus días ya no era del conocimiento de cada uno de ellos. Se alejaban, al principio de a poco, posteriormente de manera desmesurada y casi sin freno. Era lamentable, aunque habitual en familias como la suya.
Yoongi se sentía solo, sin embargo, ello se lo guardaba y aparentaba lo contrario frente a los demás, por lo menos lo intentaba como mejor podía. Sus amigos le habían comentado sobre una de esas famosas crew, a él le apasionaba componer y rapear aún más. Sería la oportunidad perfecta, pensó. Pero ''S.King'', como se hacía llamar el grupo, no era de Daegu, sino que pertenecía a la capital: Seúl. Al comienzo lo meditó bastante, pero luego, tomando en cuenta su situación actual, la de su familia y todo en general, no valía mucho que digamos quedarse en donde estaba.
No les dijo sobre la idea a sus padres, sabría lo que le dirían y prefería ahorrarse sermones innecesarios que no cambiarían su decisión por nada del mundo. Después de todo, tenía dieciocho años recién cumplidos, era un adulto legalmente. Un día antes de marcharse, por fin soltó ello que sus padres temían escuchar algún día. El que se vaya un hijo del hogar no era nada fácil de asimilar; no esperaban que Yoongi partiera tan pronto.
En medio de la discusión, hasta ese momento no tan fuerte, el hombre mayor de la familia se levantó ya enojado. Comenzaron a discutir tras las firmes y dolorosas acusaciones que éste le brindaba a su menor. Yoongi trataba de retener el llanto lo más que podía, pero se derrumbó casi al finalizar aquella incómoda charla o, mejor dicho, pelea.
Se sentía mal, adolorido, sí. Sin embargo, a la mañana siguiente no dudó en tomar el tren hacia Seúl junto a su reducido grupo de amigos. Bueno, no lo eran, a excepción de Taehyung. Ese chico se había convertido poco a poco en su mejor amigo. Era dos años menor que Yoongi; en su caso, había escapado de casa, su familia adinerada no se daría cuenta según él. Ya en la ciudad, formó más amistades, no tantas pero consideraba que suficientes.
S.King participó en unos cuantos eventos, mas el grupo comenzó a tener peleas constantemente. Al pelinegro eso le molestó, y con razón. Había viajado hasta allá con la intención de tener una nueva vida haciendo lo que le apasionaba; había tenido un fuerte altercado con su familia por lograrlo, ni siquiera quedaron en buenos términos. Le enojaba muchísimo que estuvieran discutiendo por cosas tan tontas (al menos para él así era), tal vez más de lo que debería. Rompió su silencio y decidió abandonar el grupo, a los demás sorprendentemente no les importó, y eso que consideraban a Yoongi como el mejor. Pero ya se notaba el poco interés y esfuerzo que daban en los ensayos, y a simple vista incluso. La crew había sido un total fracaso, un error.
Como si la vida le tuviera bronca, su madre le llamó alarmada semanas, días después. Confundido, contestó. Luego de soltar unas cuantas palabras flojas, el llanto ajeno no se hizo esperar.
Su padre había fallecido tras una sobredosis.
La madre de Yoongi le suplicó que regrese, que añoraba su compañía, que no podría superarlo sola. Y que necesitaba a su pequeño de vuelta. Él, aún en estado de shock, aceptó. Gastó el poco dinero que le quedaba y sin despedirse de los demás, excepto de Tae, se marchó con dirección a su ciudad natal. Esperaba encontrar a su madre llorando incesantemente, que ella corriera hacia él y le abrazase, que se repitieran lo mucho que se apoyaban e irían a poder olvidar todo, que se dijeran cuánto se querían sin cansancio ni conclusión. Pero como siempre, estaba equivocado.
Su madre se levantó del sofá mullido, dirigiéndose hacia el pelinegro. —Ahora sí, ¿eh? Te dignas a aparecer... —Hablaba tan lenta y pesadamente, tal como sus pisadas firmes y llenas de rabia. —Pedazo de porquería —Exclamó con voz entrecortada.
Yoongi se quedó estático en su sitio, su madre nunca se había dirigido a él de esa manera. El tono dulce de su progenitora desapareció con aquellas cortas pero hirientes palabras. La mirada acusadora suya le alarmó, y decidió que lo mejor en ese momento sería corresponder su enojo.
—¿P-Por qué me hablas así? Mamá, sólo vin-
—¡No me llames así nunca más! ¡No soy tu maldita madre! ¡Eres un jodido desconocido; mira lo que has hecho! ¡Tu padre ha muerto por tu culpa! —Le cortó la de cabellera canosa, inculpándolo.
El tono de voz de ambos incrementaba, y no precisamente para terminar aquella conversación de buena manera.
—¡¿Qué dices?! ¡Si yo ni siquiera estuve aquí cuando pasó! —Al soltar ello, se dio cuenta de la situación. —Yo no... Yo no ocasioné nada...
Lágrimas se aproximaban a los orbes del menor, el vacío era lo único que podía apreciar en ese instante. ¿Su padre habría muerto por su culpa?
—Mamá... Yo no... —Empezó, ahora con un intenso nudo en la garganta; por más que lo intentara pasar, este seguía allí irremediablemente, sin desaparecer, sólo aumentando más y más.
Se acercó cauteloso a su madre. Tomó su brazo delicadamente con su diestra; increíblemente éste no se zafó del agarre, se dejó acariciar. La atención de los pequeños y arrugados ojos de la mujer se desplazó hacia la mano contraria. Suspiró pesadamente mientras que la suya reposó sobre ésta sin ninguna acción posterior, sólo siguió ahí, inmóvil.
—Yoongi... —Tras notar que su menor ni se inmutaba, continuó. —Sé que te llamé y dije que te necesitaba. Sí lo hacía para ese entonces, pero... ahora, que me doy cuenta de todo... no lo hago más... Desde que tu hermano murió no he tenido ganas de nada. Naciste y pensé que me ayudarías —Carraspeó, y se corrigió. —Que nos ayudarías a superar su muerte; que por fin podríamos ser felices... —Dejó escapar una risa apenada. —Yoongi, no hiciste más que arruinarnos la vida. Siento decírtelo tan fríamente pero... no sirves. Para nada. Siento que creé una persona inútil, no es lindo reconocer a un hijo así. Siento que no mereces ser mío...
Se sorprendió por las palabras ajenas, aunque no le extrañaron del todo. Le causó más sorpresa lo fuerte que era; esa situación demandaba unas lágrimas derramadas de forma incesante. Pero estas no llegaron, no para ese entonces.
—Yoongi... Vete por favor. Y no regreses jamás.
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Mermaid | Min Yoongi
RomanceLa vida de Min Yoongi nunca había rumbado tan mal. Tantos sucesos tormentosos, tantas despedidas fallidas, tantos errores cometidos... Ya no le era válido respirar nuevamente, ya no le quedaba nadie. Sin embargo, un alma noble se apiadó de él. Le sa...