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~Capitulo 1


Veinticuatro horas antes


- Bien, bien, irás a servir a la Diosa… - Su tío de Edgar le sonrió, con una sonrisa que sin duda lo hacía lucir orgulloso y paternal. Para _______ Trelain la mirada en su delgada cara de caballo, era más lujuriosa que familiar. No obstante, se iría hoy, esperando nunca volver a verlo, así que trató de reprimir su disgusto.
- Sí, tío Edgar - Murmuró ella con modestia, mirando hacia abajo a su larga túnica azul de viaje. 
- Es una lástima, querida. Cuando pudiste haber hecho a un hombre muy, muy feliz - Sus ojos se deslizaron sobre su cuerpo tan descaradamente que ______ se sorprendió de que no dejara un rastro de baba a su paso - Muy feliz - Repitió, todavía casi mirándola de reojo.
- Estoy segura de que serviré mejor a mi propósito como sacerdotisa de la Luz - Respondió remilgadamente. Protegiéndose los ojos con la mano, miró a la distancia para no ver cómo la desnudaba con la mirada - ¿El coche que me llevará al puerto espacial estará aquí pronto?-
- Muy pronto. De hecho, ya ha llegado - Por la forma en que estaba tocando algo en el bolsillo, _______ tuvo la idea de que su tío había estado posponiendo el momento de la despedida, tanto como pudiera.
Estuvo más que un poco aliviada cuando el plateado coche en silencio se puso por encima del frente de la casa sus padres, no, la propiedad de su tío ahora, se recordó, y se deslizó hasta detenerse frente a ellos.
Se volvió para dar una última mirada a lo largo del verde pasto que dirigía hacia la alta casa blanca, donde había crecido. Por veintiuno de sus veintidós años había sido muy feliz aquí con sus padres. Habían sido estrictos pero justos, conmovedoramente dedicados el uno al otro y con _______. Tal vez a veces habían sido un poco sobre protectores. Después de su muerte, la casa nunca se había sentido la misma, especialmente cuando su avaricioso tío había llegado a ocupar su lugar como su tutor legal ¡Cómo los extrañaba! Pero sabía que no estaba dejando atrás nada más que recuerdos allí, no quedaba nada para ella en la alta casa blanca, que los ecos de los que habían sido. Ir al convento a servir como sacerdotisa no era su primera opción pero al menos la llevaría lejos de los fantasmas del pasado y de su lascivo tío.
- Bueno - Dijo, tomando el pomo de la puerta y colocando una maleta con su equipaje en el interior del afelpado coche - Supongo que es hora de decir adiós, tío Edgar.-
- Lamentablemente, sí. Ven aquí, mi querida. Dale a tu viejo tío un abrazo - Y antes de que _______ pudiera protestar, la había tomado en sus brazos - ¿Estás segura de que quieres ir? - Respiró húmedamente en su oído - Siempre te puedes quedar aquí... Conmigo - Mientras hablaba, una mano se movía desde la parte baja de su espalda hasta la curva de sus nalgas y la tiraba con fuerza hacia él. 
______ casi se ahogó con la intrusión - ¡Tío Edgar, por favor! - Dijo bruscamente, luchando en sus brazos. Era duro y huesudo en todas partes a excepción de su rechoncho vientre y la hebilla de su cinturón se le estaba clavándose en su muslo Pero ¿Era esa la hebilla de su cinturón? La idea la hizo luchar aún más fuerte hasta que finalmente la dejó ir con evidente desgana.
- Muy bien, entonces… - Sus planos ojos azules se volvieron fríos ante la negativa tácita a su oferta carnal - No me dejas elección.-
_______ no estaba segura de lo que estaba hablando, pero estaba más que agradecida por alejarse de él. Su aliento olía a carne podrida y estaba cansada de defenderse de sus no tan sutiles avances.
- Adiós, tío de Edgar - Dijo fríamente, subiéndose al coche con alivio - Que la Diosa te cuide.-
- Lo hará sin duda - Estaba burlándose ahora, como si hubiera un secreto desagradable que ella no supiera - Pero ciertamente no lo hará contigo…. Otra persona se encargará de ello - Y antes de que pudiera contestarle, golpeó la puerta para cerrarla y dio la señal de seguir adelante. 
______ suspiro. Estaba camino hacia el convento.

Domando a la bestia; lynchWhere stories live. Discover now