Redención

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Yu Gi Oh! © Kazuki Takahashi. Redención ©Αγάπη, si agradó, por favor, recomienda el link de la historia.

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 λύτρωση

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Caminaré sin ti, con mi tristeza bebiendo lluvia

Si tú no vuelves, Miguel Bosé Ft. Shakira

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El incesante destello rojo y azul obligó al Ferrari amarillo canario a detenerse en una de las zonas más pobres de la ciudad. Un relámpago de adrenalina cruzó las pupilas negras del conductor al divisar la alta figura del oficial acercarse; con calculada calma bajó el cristal, analizando las posibles salidas, echó un vistazo por las oscuras callejuelas, la luz de la linterna le dio en el rostro.

—¿Está todo bien, oficial? —preguntó, alzando una mano para evitar el resplandor.

—Se pasó una luz roja. Papeles.

El conductor sonrió nervioso, rebuscó en la guantera y con una mano temblorosa entregó el carnet.

—Su carnet tiene dos días de vencido —dijo el oficial, llevando una mano a la radio en su hombro—. Central, aquí Sagara, solicito un 41 para Ryōga Tendō y la matrícula ULV72

—¿En serio? —pronunció sorprendido Ryōga —. Creí que todavía tenía seis meses para actualizarlo.

Las pupilas cafés del oficial se clavaron, por sobre las gafas oscuras, en las negras de Ryōga.

Aquí, Central, ratifique su posición.

El oficial sin perder de vista las manos del conductor, respondió:

—Entre Kurasawa y Hashiraba.

Es un 60, oficial.

Por un instante las juveniles facciones de Sagara se tensaron.

—10-4 —pronunció, haciendo un paso atrás—. Baje del auto, por favor.

Tendō parpadeó confundido.

—¡No he cometido ningún delito!

El policía retiró con lentitud las gafas y las guardó en el bolsillo de la chaqueta.

—Y mi turno ha sido demasiado largo, así que o baja del auto o pasa el resto de la madrugada en la comisaría.

Ryōga apretó las manos en el volante, miró al frente y arrancó.

—¿Por qué siempre huyen?

Quizás para que ejercites las flacas piernas que tienes. —La voz salió distorsionada por el intercomunicador en su hombro.

—Quieres dejar las estupideces —gruñó, aventurándose por las callejuelas—. Tomará Nosaka para salir por la Primera.

—¿Y crees que lo atraparás a pie?

—Cierra la boca —jadeó doblando por un callejón, al fondo la avenida principal. Aumentando la velocidad tomó vuelo y saltó para caer justo en el parabrisas del Ferrari, se asió con fuerza del marco de la ventana. Con la mano izquierda Tendō empezó a golpearlo—. Si no mueves el culo y lo franqueas, olvídate de... —Una ronca carcajada, emitida por el radiotransmisor, provocó un chispazo en la columna vertebral del policía.

El auto comenzó a zigzaguear.

Sujétate fuerte, cariño.

—¡Qué!

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