- ¡Hola!- me dijo Joseph con un regocijo increible para la situación en la que estaba

él era  un paciente de 25 años el cual presentraba una herida de objeto cortante en el brazo, no muy grande pero si profunda y necesitaría un par de puntos, de primera impresión me pareció un chico demasiado, excesivamente alegre, cosa que me hacia preguntarme en mi cabeza cómo podía existir gente así.

le respondo su saludo con una sonrrisa media chueca y me dispongo a realizar mi trabajo

-¿eres muda?- Dijo

les juro que en ese momento mi mente se llenó de tantas formas de insultarlo que solo me limité a una palabra.

-casi. -

en ese momento suena mi teléfono celular, atiendo para ver si quizá eso haga que Joseph se limite a solo hablar lo necesario. Era mi mamá preguntandome qué quería comer para la hora de almuerzo o si iva a salir con amigos a comer ( que bien me conoces mamá como tengo un millón de amigos tal vez sería bueno improvisar un almuerzo con todos ellos ¿no?) le contesto cualquier cosa y dejo el teléfono sobre la mesita del consultorio donde los pacientes ponen sus cosas

comienzo a suturar la herida de Joseph y ¡por fin he conseguido que se calle!  su cara de estupefacción es tan divertida que ahora mi sonrrisa sí es de verdad.  a pesar que le había puesto anestecia se quejaba de dolor.

culminé con la sutura y le receté un par de medicamentos para que tubiera un rapido alivio de su herida

-¿ eso es todo?- dijo

-sí, solo preocúpate por tomarte los medicamentos a tiempo y el una semana vienes para que te corten los puntos-

- por favor se  tu la que lo haga, me caiste bien-

-estare agradecida de no ser yo.-

salí corriendo antes de que pudiera contestarme, él salió tras de mi, yo evitando el mayor contacto visual que pude me metí en un área sólo para personal de salud, ¿qué quería? si ya le había dado todos sus medicamentos y sus instrucciones de cuidado. 

esperé un rato mientras conversaba con una de mis pocas amigas, Ana, estaba haciendo el inventario de los medicamentos que había en la farmacia del hospital, Ana y yo somos amigas desde el colegio, creo que es la única persona que me comprende y soporta, a la vez

-¿cómo va tu día?- me preguntó

-bien, ya acabé de hecho pero un paciente de esos que les gusta socializar estaba detrás de mi cuando salía y bueno, ya sabes como soy que odio a las personas así-

-nunca vas a cambiar, estas loca-

quizá si lo estaba, pero me gustaba estarlo.

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