Se quedó estático mirando al mayor, no sabia como reaccionar.
Y es que... ¿Como debía hacerlo?
Estaba feliz, por que aunque dijera que lo odiaba, si se sentía feliz, quizá le atraía un poco, un poco mucho.
De un momento a otro, su cuerpo se movía solo, agarró al mayor por la corbata y lo acercó, dejándole un beso en la mejilla.
Empecemos de cero... — Sonrió, dejando ver sus dientes de conejo, sin tener vergüenza alguna en aquel momento.
¿L-lo dices enserio? — El mayor tenia los ojos tan abiertos como platos, pero al ver como él menor asentía, solo pudo sonreír con amplitud y abrazar al menor con cariño y un poco de fuerza, sin dejar de tener cuidado. — Esta vez no lo arruinaré, lo prometo.
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¡KIM! — Gritó un bajito dientes de conejo al ver como su, ahora, amigo metía un dedo a la mezcla de lo que sería un queque de chocolate. Mientras le pegaba en la mano formando un puchero — Te dije que aún no esta listo. — Tomó él recipiente con la mezcla y lo puso en él horno, para que se cocinara, mientras comenzaba a lavar las cosas que había usado. Hasta que sintió como unos brazos rodeaban su cintura y una cabeza se apoyaba en su hombro.
Gracias por darme tu amistad, realmente aun creo es un sueño... — Habló el mayor, con los ojos cerrados y una sonrisa.
Ya, ya, pero no te me pegues tanto... — Murmuró el menor, tirándole un poco de agua para que se alejara.
Que enojon eres, mucha maldad en un cuerpo tan pequeño... — Rió separándose del cuerpo ajeno, para así sentarse en el sofá mirándolo desde ahí. — Pero... realmente tengo una duda... ¿Algún día me darás una oportunidad? Si me dices que no dará igual, seguiremos como amigos...
Si quieres tener algo conmigo debes seguir igual, y se paciente... Si me apuras me hostigarás... — Respondió el mas pequeño sentándose en el sofá para prender la televisión, bajo la mirada atenta del otro chico.
Eres aburrido, ¿Lo sabias? — Preguntó el mayor, poniendo su cabeza en el regazo del menor, cerrado sus ojos con una sonrisa —
Pero así, aburrido y todo te encanto. — Y en ese momento en sus cabezas sonaba aquella canción que ponen cuando te cagas a alguien como todo un puto amo.
Cállate, pequeño conejo. Oh... Hace unos días Jin me dijo que nunca has dado un beso, o no uno bueno... — Murmuro no muy alto, pues no había necesidad de subir el todo, después de todo estaban solos.