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— No tengo ganas de discutir, simplemente me iré. Ya era demasiado tarde para seguir con aquella paranoia, si no lo querían entender no era mi problema, ya se lo encontrarían. Tantas horas de dedicación, días, semanas, algunos sin pegar ojo, y todo, ¿para qué?. Al final todo se resumía en números, números, el resto no importaba, les daba igual. —pensaba en voz alta, mientras se levantaba, cogía su americana, se la echaba al hombro, y se dirigía a la puerta, la abrió, todo con mucha calma, resignado—.

— No hace falta que vuelvas Alex. —le decían en voz alta, en tono casi serio pero medio burlón, mientras veían como se cerraba la puerta detrás de él—.

— No os preocupéis, ni ganas —pensó con cansancio, mientras pulsaba el botón del ascensor. Se oía como se reía uno de ellos, una risa forzada, de esas para hacerse el gracioso, aunque daba pena. Parecía que aún tenía pizza en la boca, mientras se reía. Alex no probó bocado, después de aquello no tenía hambre, y si lo hubiera hecho, no habría tardado en vomitarlo. —Ping!—Sonó la llegada del ascensor, picó el botón del sótano donde tenía aparcado el coche, un deportivo barato. Hoy viernes tocaba película, en pantalla grande, con sus palomitas, esas sí que le sentarían bien, calentitas, crujientes, con su toque de sal, y agua, mucha agua, porque la sal siempre da sed.—

— ¿Visteis su cara? —decía Ian Daed, Director de I+D.

— Era de asistir a un funeral —le respondió Owen Ruoy, CEO para Europa y Asia.

— Sí, el suyo, ja, ja ,ja—Se rió Hal Emac, Director de Ventas, mientras buscaba con la lengua un trozo de pizza que tenia entre los dientes.

Estos eran los tres personajes que habían conseguido que Alex Live, Director de producción, se fuera, al no considerar sus apreciaciones sobre el producto, que a todas luces según él, todavía no había conseguido pasar los estándares de seguridad requeridos y que si no se corregían podría ser catastrófico, no solo para la compañía, sino para la salud pública.

— Esto de la pizza ha sido genial. La estocada final. No probó bocado, el bueno de Alex. —dijo Owen.

— Pues después de pagarle al pizzero, tenía cara de querer comérsela entera.—agregó Ian.

— Es lo mejor de todo, nos salió gratis la pizza, je je je— seguía riéndose Hal.

— Bueno habrá que contratar a otro que cargue con el muerto, o hacer el lanzamiento mañana mismo, para endosarle a Alex la responsabilidad.—dijo Owen.

— Hay que aprovechar el momento, yo voto por lanzarlo ya mismo. —replicó Hal, manteniendo esa sonrisa, entre sarcástica y vengativa. Y tenía sus motivos, ya que las propuestas de Alex, torpedeaban su departamento y la viabilidad económica del producto.

— Os propongo celebrarlo en el Nowayout. Pero antes una apuesta, y quien pierda paga la ronda —Esto de las apuestas es típico de Owen. De esa forma consiguió su puesto, con una apuesta con el antiguo CEO que obviamente ganó, y lo puso a dirigir una pequeña sucursal en un país del Este.

— Después de la pizza, no me lo digas, una carrera en la carretera de las Aguas? —Preguntó Ian, medio afirmando, muy ávido en deducir cosas, por ello era el director de I+D.

—Yo acepto, pero doblo la apuesta, el segundo consigue a tres chicas. — Era Hal, quien sinó, su reputación le precedía, estaba acostumbrado a sobornar a los clientes con SDA.

—Pues, si estamos de acuerdo, en... digamos 45 minutos, nos vemos en la plaza de las Fresas. Y nada de doping.—decía Owen mientras miraba a los ojos a cada uno de ellos, señalándoles con el dedo índice, primero a Ian y por último a Hal. — Venga, vámonos.

Los tres salieron de la sala, en la planta 35 del Golden View un edificio, más bien un rascacielos, cerca del mar pero con unas vistas increíbles, desde allí, con unos prismáticos potentes, se podría ver el Nowayout en la montaña, o por lo menos el cartel luminoso que lucía en la entrada, un neón de esos antiguos, de color azulado, donde la letra Y a veces parpadeaba, algunos clientes se jugaban la ronda apostando si en algún momento, durante un minuto, iba a parpadear o no.

Alex estaba llegando a su casa, era una casa unifamiliar en la falda de la montaña, con su parking privado y su pequeño jardín en la entrada. Vivía solo, su profesión le absorbía tanto que no tenía tiempo para socializar. Aparco el coche y entro en la casa, dejó las llaves encima de la mesita del recibidor, se fue a la cocina atravesando la sala de estar, tiró la chaqueta en el sofá, y encendió la televisión, ya en la cocina abrió un armario y saco una bolsita de papel —Instant Pop Corn— eran sus favoritas, con su justo sabor de sal y no se quemaban, las metió en el microondas, lo programó y se fue al cuarto de baño, necesitaba una ducha para quitarse ese olor de pizza que traía.

— No puedo llegar el último, si llego el primero será un tanto psicológico. —Se decía Hal, mientras llegaba a su casa, pisó fuerte el freno iba tan deprisa que casi se estrella contra la pared del parking, salió rápido del coche, montó la bicicleta en la parte trasera, y se fue rápido a cambiarse— Querida, hemos quedado para hacer unos kilómetros no llegaré tarde. —Decía en voz alta, mientras iba al vestidor a ponerse algo deportivo. La pobre Kristine, no estaba en condiciones, las malas costumbres de su marido la habían llevado a ser adicta a todo tipo de drogas.

— Menudos pardillos, cuando vean mi nueva Kona Hei Hei DL, se les van a caer los huevos —Owen siempre jugaba sobre seguro. Llegó a su casa y al abrir la puerta, estaba su mujer Katherine, con sus dos hijos, Hans y Greta, listos para ir a casa de su tío que había preparado una pequeña fiesta de Todos los Santos, a si, hoy era 31 de octubre.

— Hola cariño. —le dio Owen un beso en la mejilla a su mujer— ¿Como van mis campeones?

— Bien Papa— respondieron a la vez.

— ¿No vienes con nosotros? —le preguntó su mujer.

— Iré más tarde, he quedado con Ian y Hal, a quemar una calorías, no te preocupes llegaré para cenar —Le volvió a dar otro beso en la mejilla, y se fue por el pasillo, mientras ella y sus hijos salían de casa.

— Hasta luego papa. —respondieron sus hijos. Aunque la cara de ella era de preocupación. La víspera de Todos los Santos, no era un día para ir jugando por ahí.

Road Tales - OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora