Capitulo 4

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Lo obedecí, y noté como el coño se me abría por la separación entre mis piernas. Las piernas me temblaron un poco mientras intentaba aguantar el equilibrio, con el tanga tirando con fuerza para volver a juntar mis piernas.

“Bien”, gimió Logan. “Buena chica. Parece que empiezas a escucharme”.

Mis coquetos pechos subían y bajaban con cada respiración que tomaba; sentía el coño húmedo, caliente y tembloroso. Mis empapadas bragas estaban tensas entre los calcetines blancos y los tacones.

Mi seducción había finalizado. “No te muevas, _____”.
Logan se levantó y se quitó la ropa. Su cuerpo estaba aun mejor de lo que me había imaginado. ¿Estaba a punto de inclinarse hacia el otro lado la balanza de poder? Se acercó a mí y me besó, su caliente, y húmeda lengua acariciando con suavidad y lentitud la mía. Su áspera barba se sentía sexy y varonil contra mis suaves labios. Se apartó y me miró.

“Quédate así, _____. Ha llegado el momento de tu castigo”.



Caminó hasta quedar a mi espalda y rodeó con la mano mi nalga izquierda, acariciándola lentamente, con cariño.

“Mmm… se siente bien, Papi”.



“No te he dicho que hables, _____. Ya he tenido suficiente de tu insolencia, jovencita”.

¡Paf! No había tenido aun tiempo de responder, cuando una palmada me dio en el culo. Grité, más por asombro que por dolor.

“¡Ah!” “¡Silencio!”
Otra, otra, y otra, y otra. Apreté los dientes e intenté no hacer ruido alguno.

“Uhnnnn…”

Mis piernas se aflojaron y se doblaron por las rodillas, perdiendo la compostura. Logan me separó las piernas todavía más, estirando las bragas hasta casi provocar su ruptura. Tenía el culo ardiendo, y me encantaba.

“Este es tu último aviso. No quiero más comportamiento obsceno,

¿Me has entendido?”



“Sí”, gimoteé. “Sí, Papi”.



De repente, sin esperarlo, Logan me soltó otro golpe en el culo con el dorso de la mano. Grité.

“¡OHHH!”



Mis pies se tambalearon y rompí el tanga, que cayó al suelo. Las firmes manos de Logan me agarraron los brazos y me apretó contra su fuerte y musculoso pecho. Noté su erguida polla contra mi tembloroso trasero y meneé las caderas de adelante hacia atrás, frotándosela. Me lamió y mordisqueó la oreja, antes de hacerme girar para quedar cara a cara. Nos besamos apasionadamente, con las lenguas danzando, y las manos explorando el cuerpo del otro; las mías en sus palpitantes músculos, las suyas en mis suave y delicada piel. Eché la cabeza hacia atrás y él me deslizó la lengua por la garganta hasta llegar a mis erectos pezones, turnándose para lamer, aspirar y mordisquear, ahora uno, ahora el otro.

Noté la cabeza de su polla restregándose contra la entrada abierta de mi coño e, instintivamente, abrí más las piernas, bajándome ligeramente hacia su erección. Gracias a Dios que llevaba los tacones. De pronto, también él hizo bajar su cuerpo. Y con un único movimiento ascendente me empaló con su polla. Jadeé ante la rápida penetración y los dieciocho o diecinueve centímetros de polla que se clavaron en mi interior.

“Oh, Dios mío”. Jadeé. “Tú sí sabes cómo satisfacer”.



“Ya has tenido tu castigo”, respondió. “Ahora ya puedes tener tu recompensa”.

Me penetró de arriba a abajo, la misma largada de su polla se aseguraba de que siempre estuviese dentro de mí, además de mi extrema humedad, que facilitaba la penetración. Nunca antes había follado estando de pie, y era una experiencia completamente diferente de cualquier otra posición, desde aquel ángulo, su polla me daba en el punto G repetidamente. Luché para mantener los pies en el suelo, incluso con los tacones, y me encontré de puntillas, hasta que Logan me dijo qué hacer a continuación.

“Rodéame con los brazos y las piernas”, me ordenó. Le obedecí y él cargó con todo mi peso entre sus fuertes brazos, estrechándome contra la parte superior de su cuerpo. Crucé los pies contra su trasero, mientras él continuaba penetrándome, sin problemas y sin ningún esfuerzo adicional. Ni siquiera había notado mi peso. En todo momento supe que era un verdadero hombre.

Noté cómo me venía el primer orgasmo y lo miré a los ojos. “¡Fóllame, Papi! ¡Oh Dios, me corro!”
Algo explotó en mi interior, y me apreté entorno a su pene. Los jugos corrieron por su empalme mientras mi placer llegaba a la cúspide. Nos besamos un par de veces más, y, mientras mi cuerpo se relajaba, me bajó. Me puse en cuclillas ante él y me posicioné frente a su enhiesta y palpitante virilidad. Acerqué mi boca abierta, tan cerca, que pude oler el dulce aroma de mi anterior orgasmo. El duro y vibrante mástil le brillaba bañado con mis jugos. Lo miré con los ojos muy abiertos.

“¿Quieres que te la chupe, Papi?”



“Sí, _____. Por favor, chúpame la polla”.

Papi mira |Logan| :DDonde viven las historias. Descúbrelo ahora