Capítulo 3 • Bienvenida ✓

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Cuando Charlotte despertó se encontraba en una habitación claustrofóbica con las paredes de color negro. Miró a su alrededor extrañada, sin saber muy bien qué había pasado. Estaba tumbada en una cama con dosel que nada tenía que ver con la suya. Se frotó los ojos, intentando hacer memoria de lo ocurrido, y tuvo que pasar un tiempo hasta que se acordó de lo que había ocurrido antes de su desmayo. Se incorporó de un salto. Si antes había estado adormilado todo aquello desapareció para dar paso a la inquietud. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Dónde estaba Lucy? Se puso en pie con cautela y se acercó a la puerta de la habitación. Estaba abierta.

Caminó por los pasillos preguntándose de dónde había salido el camisón que llevaba. La verdad le oprimía el pecho: sabía que no había imaginado las voces a su alrededor. La ínfima posibilidad que existía de que todo aquello fuese un sueño se esfumó cuando el pasillo desembocó en una amplia sala donde esperaban los chicos de la noche anterior. Susurraban entre ellos en un idioma desconocido. Todos giraron las cabezas al unísono tras su aparición. Charlotte balbució.

—¿Dónde está Lucy? —consiguió pronunciar al fin. «Idiota», pensó. «Podrías decir lo que sea y lo único que sabes hacer es balbucear». Alzó la barbilla—¿Dónde estoy?

Nadie contestó. Los ojos del aquelarre entero (porque eran brujas, Charlotte lo sabía) estaban fijos en ella. Se encogió y se cruzó de brazos. Tenía unas ganas horrorosas de llorar, pero no podía hacerlo. Allí no.

Finalmente, una chica no mucho más mayor que la propia Charlotte miró de reojo a sus compañeros y se puso en pie como si temiera recibir un castigo. La mujer de pelo largo y negro que estaba sentada a su lado frunció el ceño, pero no dijo nada al respecto.

—Charlotte Rowland, ¿verdad? —preguntó. «Al menos a ella también le tiembla la voz»—. Supongo que todo esto tiene que ser muy confuso para ti. Estábamos esperando a que te adecuaras un poco a la situación para contártelo todo, pero...

—¿Dónde estoy? —repitió—. ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué hago yo aquí?

La chica tragó saliva y se mordió el labio inferior. Dirigió una mirada de súplica a la mujer que había fruncido el ceño antes, la que parecía la jefa. Esta suspiró mientras se levantaba de su asiento.

—No creo que esté en condiciones, Olive. Deberíamos ir poco a poco.

El único chico presente hizo lo propio y se puso en pie con toda la fuerza que fue capaz de reunir. Parecía hastiado, con los hombros en tensión y los ojos entrecerrados. Se ganó una mueca de la jefa, aunque no hizo nada por impedirle hablar.

—Mírala, Olive. —Hizo un gesto despectivo hacia ella. A medida que hablaba, Olive se encogía cada vez más sobre sí misma—. Lleva días dormida, sin comer. ¿Pretendes que aprenda algo en estas condiciones? Perdona pero si va a asistir a mis clases qué mínimo que un poco de decoro.

—Nick... —comenzó a decir Olive, pero la jefa la detuvo.

—No es necesario ser tan descortés, Nicholas. Te guste o no, Paerlis necesita habitantes y lo que hemos hecho es necesario si queremos luchar contra ella.

¡Yo ni siquiera estaba de acuerdo con esto, Elizabeth! —estalló el aludido—. ¿No se supone que aquí todo debería ser justo? ¿No es eso lo que les decís a las nuevas? ¿Por qué entonces no se tiene mi opinión en cuenta?

La boca de Elizabeth estaba tan apretada que a Charlotte le costó distinguir dónde acaba el labio y dónde empezaba la cara.

—Perdón, yo... —declaró.

—¡Silencio! —la interrumpieron Elizabeth y Nick al instante, todo para continuar con su lucha de miradas.

«Hasta aquí hemos llegado».

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2019 ⏰

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