La alarma había sonado 7:15 pero estaba lo suficiente cansada como para levantarme, Nate se encontraba en su trabajo, era policía, no me sorprendería que un día de estos esté involucrado en el mundo de las drogas.
Sin ganas me levanté de la cama y me encaminé al baño a darme una ducha. Necesitaba una bien caliente, que me ayude a despejarme de mis problemas por unos largos minutos.
La cafetería había abierto hace media hora, sin embargo yo todavía seguía en mi casa.
Un mensaje logró dispersar mis pensamientos y centrarme en la realidad.- "Nasha, amiga ¿dónde estás?, estamos preocupados por ti" - el mensaje provenía de Kate.
- "No pasa nada Kate, tuve un pequeño inconveniente, nada grave, dile a Carl que en unos minutos estaré allí, que no se preocupe" - envíe el mensaje.
Tomé mis llaves y marché rumbo a mi trabajo, allí era el único lugar en donde podía sentirme libre y sin preocupaciones.
Sólo iba caminando dos cuadras cuando un auto se detuvo a mi lado, yo sólo seguí caminando.
- ¿La llevo? - dijo una voz familiar. Di media vuelta y reconocí a aquel hombre que me hacía perder en sus ojos. Negué.
- No gracias, sólo faltan un par de cuadras, podré sola -
- Por eso mismo señorita, la cafetería abrió 7:15 y ya son las 8:00, llegará más tarde - dijo tratando de convencerme.
- Está bien - caminé hacia al auto no sin antes mirar a todos lados. Hubo días que Nate me seguía.
Puso en marcha el auto y se encaminó hacia la cafetería.- Sé que no me presenté como debía, Usiel White - se detuvo en un semáforo.
- Nasha Scott - estreché su mano. Sonrió
El semáforo se puso en verde y el auto comenzó su marcha a la cafetería.
- "Joder Nasha, Nate vino a la cafetería preguntando por ti, está muy molesto" - decía el mensaje de Kate. Suspiré asustada.
- Señor White, ¿podría dejarme aquí? - dije mirando por la ventana, no quería verlo, quería que sepa que me encantaba esta nueva sensación que sentía cuando estaba con él, era muy tonta.
- No soy tan viejo para que me digas señor, llámame Usiel, ¿por qué quieres bajar?, no hicimos más de cinco cuadras - dijo mirándome mientras que a la vez miraba la carretera.
- Lo sé señ...Usiel pero no quiero causarte problemas, bastantes tengo yo, no quiero involucrarte en ninguno de ellos - dije tímida.
- Aún no entiendo por qué quieres bajarte - dijo desconcertado - Pero si quieres eso, así será - detuvo el auto. Bajé del coche y le agradecí.
- De todos modos gracias por traerme hasta aquí - sonreí.
- No es nada pequeña - sonrió de lado y negó - Buena suerte -
Siguió el trayecto y dobló en la esquina, yo seguí mi camino.
Entré a la cafetería y ahí estaba él, Nate se encontraba en el fondo de la sala, fulminándome con la mirada.
De sus ojos sobresalía el odio que sentía por mi, alguna vez vi amor en ellos, con el tiempo cambió de parecer.Rápidamente se puso de pie y avanzó hacia mi, tomó fuertemente mi brazo y me llevó a la salida de la cafetería.
- ¿Dónde estabas? - dijo furioso.
- Estaba en casa descansando, no me sentía muy bien y llamé a Carl para avisarle -
- No te creo nada, pequeña guarra - en ese instante un ardor se instaló en mi mejilla.
- ¿Sucede algo aquí? - dijo Carl, se notaba el enojo en su voz. Nate negó, su mirada todavía seguía puesta en mi. En ese instante me sentí como una niña pequeña a la que sus padres la estaban regañando.
- No, no sucede nada, hablaremos más tarde Nash - besó mi mejilla y continuó con su camino. Que cínico podía llegar a ser a veces.
- Dime la verdad Nash - me miró a los ojos, en su mirada vi un amor paternal que no cualquiera tenía - Sabes que puedes contarme todo lo que te ocurra - asentí - Eres como mi hija, no quiero que nada malo te suceda - me abrazó, besó mi frente y sonrió.
- Prometo que cuando me pase algo malo, la primera persona que lo sabrá serás tú - asintió sonriente.
Nos adentramos a la cafetería y me coloqué el delantal, en el bolsillo de él tenía una libreta acompañada de una lapicera, en ella escribía los pedidos.
- Kate llegó un cliente - dijo Carl - Nash ¿Podrías reemplazar a Ethan en la caja? - asentí.
Avancé lentamente a la caja pero el grito de Kate me detuvo, di media vuelta y observé la mesa que atendía, en ella estaba Usiel. Me preguntaba el motivo de su llamado, lo único que hice fue hacerle una seña para avisarle que estaba ocupada. Se acercó y susurró.
- El señor de la mesa cuatro te llama -
- ¿Es urgente? - levantó sus hombros - No lo sé, sólo quiere que lo atiendas tu - suspiré.
- ¿Podrías reemplazar a Ethan? - asintió sonriente - Oye, borra ya esa sonrisa, no quiero imaginarme que pasará por este momento en tu cabeza - negué y marché rumbo a la mesa cuatro.