Dear Grandmother

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Dear sunshine of mine,

I can't say how much I love you. This letter is useless. I rather go and kiss your beautiful cheek. You go through my head more often than what you'd believe. I love you the most, above all...

I want to say something... I am sorry. I want to visit you every day, but my exhaustion won't let me. I want to enjoy our numbered days... you have threatened to leave me twice so far... I can't say how many Christmas dinners I have with you left. I just want to enjoy whatever time has granted for us together. I am sorry for being the most supportive of your children when you are sick, but when you are healthy I disappear. Do you remember that first time you got sick and I visited you daily? I went for a month by your side, thinking every day that would be my last evening with you. Remember when you forgot who I was? I cried that night the worst. You couldn't remember who your grandson was and all my memories about you just blew up in my head. Do you remember cooking for me as a baby? Remember when I chased you around? Remember when I took you to hospital by myself because none of my uncles could? Remember when you witnessed my greatest achievement?

I don't know how much time I have with you left. I want to say I love you... here, I attach a letter I wrote the day I thought I had lost you.

Entre mis vuelos, hay tormentas que no caen sobre mí, pero que los vientos aún me azotan y amenazan con tirarme. La última tormenta fue más dura que ninguna que haya visto hasta ahora, y creo que ni si quiera es la peor. Veo las nubes negras a lo lejos, acercándose.

Entre las cobijas vi a mi abuelita, con su gorro, un suéter morado, una playera de Silvano, con tres covertores gruesos y su semblante lleno de miedo. Ella tiene ochenta años; su cabello ya es corto y canoso. Su mirada sin lentes refleja el miedo que está en su corazón. Sus manitas tiemblan, al igual que sus labios al hablar.

Me siento junto a ella y le sostengo de una mano. Ella me aprieta la mano, muy débilmente, pero esa pequeña presión en mis dedos era todo loq ue buscaba. Ella me mira y me dice "Mi'jito. Hoy tuve una pesadilla" En ella, mi abuelita se veía en el suelo, frente a su casa del DF. Me decía que estaba inmóvil, y nadie que pasaba se dignaba en fijarse en ella. Mi abuelita sólo podía observarse en el suelo, todo mundo ignorándola, nadie que la ayudara se acercaba.

Al terminar, le dije que las pesadillas son comunes así. Ella me miró con sus ojitos entre sus arrugas de la cara pidiéndome consuelo, algo que no le pude dar. El dolor resquebrajó mi corazón, en la desesperación de que ella necesitaba tranquilidad y no se la pude dar. Lo único que intenté fue tomarle la mano con las mías, decirle que las pesadillas son pasajeras, y que ella estaba bien ahora. Ella me agradece por acompañarla, y yo juro hacerlo todos los días que restan.

Ella cierra los ojos e intenta respirar. Ella se talla los ojos. Sé que está llorando. Sé que tiene miedo a irse. Yo le sonrío sin que ella lo note; no quiero que se dé cuenta de que yo también estoy aterrado. Ella me aprieta la mano con un poco más de fuerza y me relata de cómo era la casa del DF. "Era de cristal, mi'jo. Cuando castigaba a tus tíos, me pedían que fuera frente a la televisión. ¿Tu crees?" Yo le contesto "eran mañosos". Ella sólo murmura "sí...".

Ella vuelve a taparse con las cobijas, cerrando los ojos, tallándoselos de nuevo por las lágrimas. Unas lágrimas intentaron salir por mis ojos también, pero las encerré dentro. El terror que sentía mi abuelita la atormentaba, y no me perdonaría que ella se angustiara por que yo sentía terror también.

Ella cierra los ojos también, se acomoda su gorrito de lana y me dice: "Mi'jo, tengo muchísimo frío". Sus manitas tiemblan al cobijarse. Yo le tomo la mano y, mientras me seco el sudor de la frente disimuladamente le digo: "Sí, hace frío"

I love you the most sincere.

Eduardito.

Dear...Where stories live. Discover now