Día lluvioso

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Nunca me ha gustado jugar a las cartas, ni al parchís, tampoco al ''veo veo''.

Siempre he sido de correr, nadar, reír, saltar... nunca quedarme quieta. 

No entendía la diversión de sentarse frente a un tablero y ver cómo avanzan las fichas de tu vida, 

jugándote una mala partida.

Y sí, yo era la niña que todos los días llegaba a casa con las piernas llenas de heridas, con moretones y raspones.

En cambio ahora no me caigo pero sigo haciéndome heridas profundas.

Esta vez en el corazón.

¿A quién no le gustaría volver a sentir sólamente aquel dolor físico de una caída?

¿De un resbalón?

¿A quién no le gustaría poder curar los arañazos con Betadine, poner una tirita y..otra vez a jugar?

A mi sí.

Y estoy totalmente segura de que todas y cada una de las personas de este mundo prefieren este dolor al dolor mental....

del cual no te recuperas nunca.

No vale botiquín de emergencia, ni los besos de mamá cantando '' sana sana culito de rana..''

Tampoco se convierte en costra y nunca deja de doler. 

Pero tengo que admitir que muchas, quizá demasiadas veces quise apaciguar mi dolor mental, 

sintiendo dolor físico. 

ERROR.

No me sirvió para dejar de sangrar, aunque comenzara a hacerlo por otros sitios. 

Puntos de sutura no cerraron las grietas más profundas,

Nunca dejé de perder sangre, 

hasta que me quedé sin gasolina..

Y,joder

Ojalá volviera a ser libre. 

Volver a correr. 

Volver a gritar.

Llorar cuando me hago daño o cuando algo no me gusta. 

Ojalá empujarlo todo fuera y no amontonarlo dentro,

porque una hemorragia interna.....

no se puede coser.

Días grisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora