Capítulo tres.

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-Para tranquilidad de ustedes la mayoría es inmune. –La Rata nos repasó con la mirada, como esperando sonrisas de alivio, nadie se inmuto. –Así que iré leyendo los que no gozan de ese privilegio.

Hubo una breve pausa, todos conteníamos el aliento.

-No son inmunes...Newt...—La rata seguía lanzando nombres, pero no podía escucharlos.

Sentía que mis piernas eran de gelatina, una endeble gelatina que se venía abajo. Aterrice de rodillas, derrotada, deshecha. Nadie me ayudo a incorporarme, porque todos parecían estar en la misma situación de espasmo, enfrascados en su mismo dolor.

Thomas estaba doblado por la mitad, como si estuviese a punto de vomitar. Minho tenía los puños apretados y una mirada mortífera dirigida a la Rata.

Newt estaba tieso pero imperturbable, con una expresión casi serena, como si lo hubiese sabido desde el comienzo, estaba resignado.

Tarde en darme cuenta que la Rata había dejado de recitar nombres y que en su lugar estaba tendiéndome su mano para ayudarme a incorporarme. En señal de respuesta le escupí la mano. Consecuencia, me cruzó la cara con una bofetada.

Y se armó el pandemónium.

Hubo un tumulto de sucesos que pasaban a la velocidad de la luz. Alguien –probablemente Minho, que estaba junto a la Rata antes de que todo se desatara –lo había tomado del cuello y lo había estampado contra la pared. Entonces una docena de personas, armados y con vestimenta de militares habían irrumpido en la habitación, apuntándonos a todos con sus mortíferas armas. Un gruñido, el ruido sordo de alguien siendo golpeado y, acto seguido, efectivamente Minho, era arrastrado por dos hombres que lo separaron de la Rata. Uno de ellos puso de pie a Minho y otro le apuntó directamente la cabeza con el arma.

-¡Un movimiento y pasaras los peores cinco minutos de tu vida, muchacho!

-___, levántate...

-No.

-Vamos, no seas pesada.

Newt se inclinó, rodeo mi cintura con su brazo y me levantó. No podía mirarlo a los ojos así que rehuí su mirada. No quería ver esa expresión de resignación, no quería ver su sufrimiento, no era tan valiente.

-¡Cuando hayas recuperado tus recuerdos te darás cuenta de lo que acabas de hacer fue una completa estupidez!—Le chilló la Rata a Minho, un hilillo de sangre le bajaba por el labio.

-¡Y un cuerno, shank!—Grazno Minho a su vez, el hombre que lo sujetaba lo aprisiono con más fuerza. – ¡Ustedes no se acercaran a un radio de dos metros a mi cabeza!

-Son unos malditos...—Musite, pero mi voz se escuchó a la perfección. Sentía la ira latir debajo de la piel y las expresiones de todos lo que no era inmunes me estaba rompiendo por dentro. –Los han expuesto, a todos los no inmunes los han expuesto a la enfermedad. ¿Por qué tuvieron que hacerlo? ¿Por qué no los dejaron en un lugar seguro?

-No hay lugar seguro. –Me contesto la Rata con seriedad. –Todos los que no son inmunes se encuentran en una etapa inicial a la Llamarada y confió plenamente en que recibiera el cuidado correspondiente antes de que la enfermedad este más avanzada. Pero las pruebas requerían de su participación.

-¿Qué pasará si ustedes no encuentran una solución a toda esa garlopa?—Preguntó un Habitante, pero la Rata lo ignoro. Se había dado la media vuelta y apoyaba una mano sobre esos instrumentos metálicos parecidos a las máscaras.

-Esto es un Retractor y será el encargado de realizar la operación. Se les colocará en la cara y les prometo que seguirán igual de bonitos cuando termine. Los doctores aquí presentes les darán un sedante para aliviar los nervios y molestias que sientan. Van a caer en un estado de trance mientras los nervios se reparan y los recuerdos regresan: algo similar a lo pasado por algunos de ustedes en aquello que llamaron ''transformación'' cuando estaban en el laberinto, pero les prometo que será muchísimo más leve. Una gran parte de eso se hizo para estimular los paradigmas del cerebro. Ahora supongo que tendrán centenas de preguntas, pero todas ellas serán respondidas con los recuerdos que vayan recuperando, así que esperare al final para contestarlas.

Hizo una pausa, mirándonos uno por uno, al final concluyó;

-Les pido un momento para constatar que los equipos médicos estén preparados. Pueden tomarse este momento para decidir qué hacer.

La Rata le hizo una seña a los hombres uniformados y junto a él se marcharon de la sala, apenas desaparecieron por la puerta la habitación se llenó de murmullos.

Como atraídos por un imán, Minho y Thomas se acercaron a nosotros, seguidos por Teresa.

-No lo haré. –Dije antes de alguien abriera la boca. –Ni hablar.

-Yo creo que deberíamos hacerlo. –Repuso Teresa, abriendo mucho los ojos y asintiendo.— No creo que si fuera una trampa nos dieran la oportunidad de elegir. Creo que deberíamos recuperar los recuerdos y luego pensar que hacer.

-Tú estás enamorada de CRUEL. –Le espetó Thomas. –Yo no voy a caer en otro de sus juegos. No me interesa recordar.

-¡A mí tampoco!—Lo secundó Minho. – ¡Shuck, viejo! Ellos pueden jugar con nuestras mentes, ¿Cómo sabemos que están devolviéndonos nuestros verdaderos recuerdos y no implantándonos unos falsos?

Teresa lanzó un suspiro.

-¡Ustedes no entienden nada! Si lo que quieren hacer es manipularnos no harían toda esa farsa de dejarnos elegir. Además, ese hombre nos dijo que también nos sacarían aquello que les permite dominarnos, para mi está bien.

-De todas maneras nunca confié en ti. –Dijo Minho sacudiendo la cabeza lentamente. –Y tampoco en ellos. Estoy con estos shanks. –Añadió, lanzándome una mirada.

-¿Y qué pasa con Aris?—Preguntó Newt. –Teresa, ¿No mencionaste que habían estado con él antes de llegar al laberinto? ¿Qué pasa con él?

-Iré a preguntar. –Respondió ella. Se alejó y comenzó a hablar violentamente con las chicas del grupo B.

-Odio a esa chica. –Dijo Minho.

-Déjala. –Lo ataje. –Es otra víctima de las circunstancias. De CRUEL.

Minho puso los ojos en blanco.

-Si ella lo hace, yo no.

-Yo tampoco. –Coincidió Newt. –Y soy supuestamente el que tiene la maldita Llamarada, de modo que tengo más interés en esto que nadie. Pero no voy a tragarme ningún truco más.

-Solo escuchemos lo que va a decir. –Les pedí.

-Ahí viene.

Teresa volvió con una expresión de suficiencia.

-Aris está todavía más que seguro que nosotras. Todos ellos están dispuestos a hacerlo.

-¿Qué tan segura estas de que es lo correcto, Teresa?—Le pregunté. Ella me devolvió una mirada plenamente segura.

-Al cien.

-Bueno, eso lo define todo –Respuso Minho—. Si Aris y Teresa están a favor yo estoy en contra.

-Como quieran. –Repuso ella. Meneó la cabeza y se alejó.

-Hey, viejo. –Interrumpió Sartén—, no podemos permitirles que nos pongas esas cosas en la cara, ¿no creen? Les juro que estaría feliz si pudiera regresar a mi cocina en la Finca. Lo juro.

-¿Y los penitentes qué?—Preguntó Newt.

Sartén meditó unos momentos y agregó:

-Ellos nunca invadieron mi cocina.

Puse los ojos en blanco.

-Dejen las tonterías. ¿Estamos todos de acuerdo en que no haremos esto?

-Nos quedamos tranquilos, les seguimos el juego y nos portamos bien—Murmuró Thomas—. Pero tan pronto surja una oportunidad lucharemos y saldremos de este lugar. 

La Recluta A-0[La Cura Mortal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora