Mi vida es preciosa, todos los días son tranquilos y bueno, normales. Tengo amigos maravillosos, una casa maravillosa... Todo está en orden y me gusta mi rutina.
Todo, excepto este demonio del Averno.
-Aw, cómo se nota que te va a echar de menos. - Decía Loana con ternura mientras el ahora cómplice de esta, Leo, asentía con su cabeza, sabiendo aun así lo mucho que odio esto.
Mis dos grandes amigos se encontraban en una silla para ellos solos mientras que yo tenía un odioso perro baboso en mis piernas.
Espera, ¿qué piernas? ya ni las siento.
-Menos mal que es tuyo, Loana... Si no ya estaría como poco en la perrera, y da gracias, porque no sabes lo que le haría si me lo llevara a casa. - Con una de mis fulminantes miradas, devoré la de mi querida amiga, que comenzaba a asustarle mi comportamiento.
-Vamos, Astrid... No seas así, el pobre Gilbert solo quiere un poco de amor. - Vale, ahora no solo me cargo al perro, a su dueña también.
-Lo primero, creo que tú ya le das amor de sobra con esas pedicuras caras y los jerseys de florecitas cursis. - Había que admitirlo, esas prendas parecían traídas de El súper centro comercial con purpurina de Barbie. - Y segundo, si con amor te refieres a babearme toda la ropa, llorar cuando me ve tomando un sorbo de té y dejando sin circulación la mitad de mi cuerpo... Sí, me encanta lo cariñoso que se pone. - Con el notable sarcasmo en esas últimas palabras, acabo con un sorbo de mi taza de té, a lo que el Dogo Argentino responde con otro lloriqueo. ¿Cómo puede un perro tan enormemente imponente ser una niña mimada?
-Sabes que Gil te va a echar de menos, por muy mal que lo veas... Era necesario que te viera una última vez... - Dijo Leo con una dulce sonrisa, él y su manía de ponerle motes a todo. La verdad no sé como lo hace este chico, pero me convence para todo. Vi al gran perro con una curva en mis labios de ternura, y muy a regañadientes, me agaché para besar la cabeza del animal.
-Te echaré de menos, grandullón baboso. - El perro, demasiado listo para lo que parece, se lanza sobre mí y comienza a lamer mi cara con intensidad. Se nota que me ha entendido, porque ha trabajado lo suyo para dejarme cubierta de babas hasta las cejas. -Era broma, te odio con ganas. - Escuché las carcajadas de mis amigos, lo que me contagió a mí también alguna que otra risita.
Hablamos de algún que otro tema tonto, y realmente el tiempo pasó volando, no me di cuenta de lo tarde que era. Estar con verdaderos amigos te hace darte cuenta de lo insignificante que se ve un reloj ante ellos, es otra de las muchas cosas que me gustan de ellos, el poder que tienen en mí para hacerme perder la noción del tiempo.
Leo se despidió de nosotras, puesto que su casa estaba en dirección contraria a la nuestra, y prometió estar en el aeropuerto para despedirse como Dios manda. Qué voy a hacer sin estos dos en Londres...
-Te echaré tanto de menos, Astrid... - Ahora que la diversión había pasado, tocan las lágrimas y ver la cruda realidad. -Parece que fue ayer cuando hicimos esa pelea de almohadas en la que Leo casi se traga una pluma, o cuando pintamos aquel retrato tan feo en la pizarra de la clase de Artes y el profesor culpó a Courtney.- No pude evitar reír como una loca ante este comentario, realmente fue increíble la jugarreta. Courtney era una extranjera ricachona y mimada que no dejaba de intentar intimidarnos a mí y a Loana, y en ese momento se llevó su merecido con ese garabato tan gracioso de unos cuantos caniches con la rabia, y uno llamado Perla, que era el perro de la víctima.
-Yo también te echaré de menos, Loana... Prometo escribirte siempre que pueda, ¿vale? - Besé con cariño las mejillas de mi amiga y la abracé con fuerza. Ya nos encontrábamos en el portal de su casa, y la despedida era dolorosa, no puedo mentir.
-Adiós, estrellita.- Con una amplia sonrisa, tomó al perro con fuerza (Puesto que no se separaba de mi pierna como si de un delicioso hueso ''gourmet'' se tratara) y entró en su casa, dándome levemente la espalda. Seguramente quiso ocultarlo, pero pude ver sus lágrimas y sollozos escapándose sin permiso de sus ojos y boca, lo que me hizo bajar la cabeza con tristeza.
No le había dado tanta importancia hasta ahora, pero realmente va a ser una vida vacía en Londres... Voy a conocer gente y a mi incomunicado tío, pero nunca podré encontrar en ningún sitio amigos como ellos, ni ahora, ni nunca.
Deambulando por las calles, llegué a mi vacío apartamento y subí las escaleras con pesadumbre, realmente estaba desganada.
Pero no podía estar así, no podía tirar mis últimos días en mi querido antiguo hogar como si fueran horas cualquieras.
Debía hacer algo.
Al abrir la puerta de dicho sitio, me quité las incómodas deportivas, que no son para nada malas, pero como tus zapatillas de dinosaurio no hay nada. Recogí mi pelo en una coleta, tomé del cajón de una cómoda el mando del reproductor de música y fue entonces cuando cerré la puerta del departamento, esto ya se ha convertido en manía.
Al encender el equipo, puse uno de mis discos favoritos, Death Of A Bachelor, de Panic! At The Disco. Aún recuerdo cuando conocí el grupo y quise a Brendon Urie como mi esposo... Y lo sigo queriendo.
Me dirigí a la cocina para tomar la fregona, la escoba, el plumero, productos de limpieza y mi kit anti-polvo, que consistía en un cubrebocas, un pañuelo para la cabeza, mi delantal viejo y unos guantes azules. Cuando me puse la ''armadura'', me miré al espejo y solté una leve carcajada, este kit me lo regalaron mis padres hace tiempo para poder ayudarles con las tareas de la casa que, aunque fuera pequeña, daba mucho trabajo.
Y así acabó mi día, limpiando la casa a fondo para que ella también me diera una buena despedida, que dentro de días que se podían contar con los dedos de las manos ,me dejaría para que otra humilde familia la ocupara más adelante... Y no me quejo, pues estoy segura que con el volumen tan alto que tenía el equipo, donde quiera que estuvieran mis padres... me habrían oído, y habrían esbozado la sonrisa más bonita que pudiera haber existido.
¡Hey! Monnyeonyeon al habla
Aquí tenéis el tercer capítulo de mi historia, espero que os haya gustado y preparad vuestras cabezas para el cuarto...
Nos vemos en la próxima parte de este pequeño relato ^^
¡Hasta la próxima!
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La poesía del cuervo
Teen FictionLos cuervos son aves solitarias, extrañas... misteriosas. No van en bandadas como las otras aves, pero son el único animal capaz de crear pura poesía. "¿Quién dijo que un cuervo no podría escribir poesía? Tiene tantas plumas como desee... Y un...