Una princesa para mi

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Levantarme por las mañanas era casi un martirio. Deseaba poder permanecer acostada con mi camisón en vez de ser casi encarcelada en un vestido que apenas y me permitía respirar. Mi preparadora peinaba con delicadeza mi largo cabello dorado, que tan lacio como los rayos del sol caía por mi espalda. O al menos eso es lo que siempre me decían; la señora realizó un delicado peinado que apartaba cualquier mechón rebelde de mis oídos y cuello, pero manteniendo suelto el resto de mi melena, se veía hermoso y me hacía ver espléndida con ese vestido color musgo, como si una moneda dorada hubiera caído en un tupido bosque, llamando la atención de cualquiera que se cruzase

- lista señorita Camila. Ya puede bajar a desayunar, sus padres la están esperando - me levanté con lentitud y gire para ver a mi preparadora que miraba orgullosa su trabajo en mi. Le sonreí con cortesía y comencé a caminar para salir de mi habitación

- muy buenos días Padre, Madre - hice una reverencia con la cabeza al nombrarlos, ellos dejaron de conversar un instante para verme en dónde sus ojos brillaron con orgullo, lo que solo me hizo sentir más enérgica - me alegra que podamos desayunar juntos el día de hoy

- te ves preciosa hija mía - me acerque a mi puesto juntos a mi padre y frente a mi madre, el primero acariciando mi mano con calidez por lo que yo asentí agradecida por su cumplido - he mandado al cocinero a preparar tus pasteles de fecula favoritos - mire el postre al cual mi padre se refería y sonreí con emoción al ver la mermelada de frambuesa ser envuelta en un sándwich por dos rebanadas de algo similar a un galleta

- muchas gracias papá - le agradecía a una sirvienta que había servido té en la taza frente a mi, mientras con cuidado llevaba el dulce postre a mis labios, sintiéndolo casi derretirse en mi boca - están deliciosos

- hija mía, deberías evitar comer tanto dulce. Subir unos cuantos kilos te impedirá conseguir marido en un futuro próximo - mi madre dijo con cautela, pero aún sonriendo por mi felicidad. Suspiré mientras bebía de mi taza con té

- siento que incluso con un poco de peso extra, nuestra hija seguirá robando los corazones de los caballeros - mi padre me excuso y yo sonreí mientras me terminaba mi postre, iba a sacar otro, pero pensando en las palabras de mi madre preferí desistir solo para sacar un pequeño trozo de pan y esparcir en el un poco de mantequilla - no te mortifiques pequeña

- no se trata de eso, padre. La verdad es que no tengo mucha hambre está mañana - no mentia del todo, así que el asintió a mi afirmación - ¿Por qué parecían tan animados cuando entre al salón?

- estábamos hablando sobre la cacería que se realizará el día de hoy - asentí con cuidado, dejándolo continuar - tu madre desea que asistas como espectadora. Cree que de esta manera algún caballero decidirá aspirar como posible pareja para ti está temporada

- la temporada pasada no deseaste asistir a ningún evento social, por lo que está vez debo recordarte que, como señorita recién debutada, debes aprovechar cada situación. Los buenos jóvenes siempre se van primero - mi padre asintió, dándole la razón a mamá. Me detuve a meditar un momento pues ella estaba en lo cierto, al ser hija de un vizconde también podré tener muchos pretendientes, pero debo hacer apariciones públicas para eso

- no tengo quejas al respecto. Asistiré a la cacería - ambos dieron un suspiro, como si hubieran esperado una negativa de mi parte, lo que me hizo rodar los ojos

One-shots. Historias Cortas GLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora