Árboles, pasto y el gran sol en medio de aquel cielo azul.
Al correr sentía el alegre rocío de la mañana colarse entre sus delgados dedos junto a la comodidad del pisar tierra húmeda, era una sensación que resultaría incómoda o incluso desagradable para algunos, pero para esta pequeña niña rubia, ésta era una de las cosas que más disfrutaba hacer.Cambiando el ritmo de su paso, iba observando delicadamente cada detalle que le llamaba la atención, cada pequeño sonido, cada ligero aroma, absolutamente todo de este lugar le encantaba, aunque se encontrara lejos de casa, el ir ahí le hacía sentirse segura y libre, y aunque tuviera sólo la corta edad de seis años, atesoraba mucho más esos momentos de felicidad que cualquier otra clase de entretenimiento para niños pequeños.
Alejándose un poco del camino por donde había entrado, tomó el atrevimiento de caminar un poco más allá de lo usual, llegando así a un lago, un paraíso, lleno de mariposas, flores y donde todo era muy alegre y colorido, ahí, se encontraba un niño, quien sentado en el pasto verde brillante observando el atardecer con el viento moviendo sus cabellos, giró su rostro hasta posar sus lindos ojitos azules en los de la pequeña.
-¿Quién eres tú?- La ya mencionada preguntó confundida. Nunca había hablado con alguien de su edad, y nunca había visto a nadie acercarse a su lugar secreto.
-¿Yo? Que pregunta rara. Yo soy yo.- Mirándola, él le mostró una gran sonrisa.
-Yo me llamo Rin, ¿Y tú?-
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Su respiración agitada impregnaba las paredes de la habitación, era impresionante que incluso el estrés no le permitiera gozar por lo menos de un buen sueño, sin embargo luego de despertar y darse cuenta de que sólo era eso, un sueño, su corazón se tranquilizó.
Aún con las pocas ganas de hacerlo, se levantó de la cama y comenzó a prepararse para el inicio de su ajetreado día, tenía que regresar a casa, no era momento para llorar una vez más.
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-¿Todo está en orden? ¿¡Quién demonios colocó rosas rojas cuando claramente pedí lirios blancos!? ¡Sé que son las seis de la mañana pero les pago por esto así que no debería tomarles demasiado tiempo arreglarlo!-
Los gritos del jefe no daban hora de fin en la mansión Kagene, todos corrían de un lado al otro dando su mejor esfuerzo para cumplir con los estrictos requisitos del destacado personaje, pero para él siempre había algo que podía mejorarse sobretodo, tratándose de un evento tan especial como la llegada de la persona a quien tanto esperaba.
-Asi que, hoy es 2 de Noviembre.. - Sonrió nostálgico recargandose en el desgastado bastón de madera que cargaba a todas partes mientras observaba de lejos el altar en honor a su fallecida hija.
-Señor, ella está aqui- Anunció felizmente una de las mucamas a su disposición.
Conteniendo su emoción, se dirigió hacia la sala de espera donde despues de unos cuantos minutos, todos se formaron en dos filas, cada una a cada lado de la larga alfombra que guiaba el camino directo a la entrada.
Abrieron la puerta grande y de ella, salió una joven rubia, con el cabello amarrado en un lindo moño blanco, y un par de pasadores a cada lado de su fleco. Escondía sus ojos bajo unos lentes de sol oscuros y se podía notar la marca en su pecho con la clave de sol, la cual representaba a su familia desde hace generaciones.
-¡Mi pequeña Rin!- Se acercó con los brazos abiertos -No sabes cuanto me alegra verte otra vez, has crecido mucho.- Habló el nombrado jefe tratando de no hacer notar el nerviosismo y la emoción que cargaba por dentro.
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Como Fingir -Rilen
Fanfiction¿Qué harías si encontraras de nuevo a la persona que arruinó tu vida despojándote de todo? ¿Le dejarías expiar todos sus pecados sin daño alguno o le harías pagar por todo lo sucedido? Esa es la difícil decisión de Rin, una chica de 17 años, quien a...