Cap 4: Un club y un oponente

277 15 8
                                    


Buenas! Aquí os traigo el nuevo cap de la serie! :''DD Antes que nada me gustaría daros unos tres avisitos~

1.- A partir de ahora voy a ir cambiando de narrador. Sé que esto no es del todo correcto, pero lo veo necesario sinceramente, eso sí, solo cambiare una vez por capitulo, para que no sea muy lioso.

2.- ¡Muchísimas gracias a todos por los reviews! De verdad que esto me anima mucho a seguir escribiendo la historia, espero que sigáis así para darme ánimos a continuar </33

3.- Para las personas que siguen mis otras dos historias, y que de casualidad vean esta, quiero deciros que continuaré cuanto antes, pronto me recuperaré de mi problema y podré pasarme al pc, por que como ya dije, esta historia la hago en el móvil más que nada para entretenerme. Espero que podáis ser pacientes querido~

Bien, pues eso era todo, podemos empezar!

Comencemos~

Cap 4: Amor con sabor a fresas

P.O.V Normal

— Cinco minutos más... — el despertador con forma de pingüino azul resonaba por las cuatro paredes de la habitación de la chica peliazul, la cual se revolvía fastidiada entre las sabanas, con la cara tallada en la almohada.

Desde la puerta del cuarto la observaba una mujer de nombre Ayako, madre de la misma. Entrecerró los ojos mientras se cruzaba de brazos. Entonces, se acercó hasta el borde de la cama y tomó la sabana que cubría a su hija con firmeza.

— Uno... dos... — pausó, sabía de sobra que su hija estaba consciente y la escuchaba, pero al parecer quería hacerse de rogar — ¡tres! — y con la misma tranquilidad, levantó las sabanas que cubrían a su hija, haciendo que esta se levantará asustada y perdiera el equilibrio, cayendo así al frio suelo de cabeza.

— M-mamá... — intentó hablar la chica, con el rostro todavía pegado en el suelo y con pequeños temblores — algún día de estos me matas — balbuceó levantando su, ahora muy roja, cara lentamente.

— Tu eres la única culpable, cariño — le dijo la madre con ternura — es a lo que me obligas, ya sabes que tienes que levantarte en cuanto te suene el despertador, Hikari — la mujer de cabellos azules le extendió la mano, y la chica accedió entre maldiciones por lo bajo.

— Si, si, ya lo sé... siempre me dices lo mismo — refunfuñó la peliazul, cruzándose de brazos e hinchando las mejillas de manera infantil.

— Mas razón para que aprendas la lección y te levantes a tu hora — explicó resignada, se dio media vuelta y se dirigió hacia la salida, pero antes de salir, la miro de reojo — vamos, arréglate y baja a desayunar, se te va a hacer tarde — y salió por la puerta, cerrándola de un portazo tras de sí.

— Irrigliti qui si ti vi hi hicir tirdi — la chica comenzó a desvestirse de su pijama mientras sacaba burla a su madre con desgana.

— Las paredes tienen oídos, hija — Ayako abrió de un portazo la puerta, con una sonrisa tétrica en su rostro. Esto asustó a Hikari que de un momento a otro comenzó a retractarse — bien, ahora deja de hacer tonterías y date prisa — esta vez sí se fue, cerrando nuevamente la puerta.

— Un poco más y se me cae el pelo... — la peliazul suspiró aliviada y terminó de alistarse, con su uniforme bien arreglado y su cabello atado con su normal estilo de peinado. Bajó las escaleras con rapidez y se sentó en la mesa junto a su madre, que en ese momento leía el periódico mientras tomaba su café matutino, y comenzó a zamparse el desayuno.

Amor con sabor a fresas (Pearlshipping)Where stories live. Discover now