Amor, pasajero.

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Amor de metro, autobuses, tren o tranvía incluso a veces hasta de taxistas.

Pequeños momentos y amores, latidos de corazones sincronizados con sonrisas y miradas lascivas que acaban donde empiezan y que te dejan a medias.

Miradas que eluden el hecho de un posible amor y tu cerebro grita que esto es un grabe error.

Huyes e intentas encontrar esa sensación de ese amor de miradas y sonrisas con pasión, de esa falta de aire al estar a su alrededor.

Amor de transporte tan rápido como el mismo, nos deja a medias con sus sonrisas y miradas lascivas llenas de promesas que jamás serán cumplidas.

Estamos condenados a sufrir de este amor, donde estamos cautivos de nuestra propia pasión, donde un medio de transporte es nuestra máxima prisión.

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