Algo golpeaba.
El ruido había taladrado hasta mis sueños haciendo que despertara. Exactamente no sabía qué era lo que estaba golpeando en lo que parecía provenir del piso de arriba pero suponía era una ventana abierta que Camila no había cerrado.
Había decidido quedarme en uno de los cuartos de invitados a dormir hasta tarde luego de llegar a altas horas de la madrugada del aeropuerto. Camila suponía estar en el trabajo a estas horas y mi madre llegaba de visita dentro de dos días.
Silencio de nuevo.
Con un suspiro volví a meterme bajo las sábanas. Sin embargo cuando empezaba a dormitar de nuevo los golpes se hicieron presentes otra vez, pero esta vez eran continuos y se escuchaba la voz de una mujer acompañándolos
Tal vez se había metido alguien por la ventana.
Me paré de la cama de invitados en la que estaba acostado. Tomé un pequeño atizador de adorno que estaba a lado de la entrada.
El suelo estaba frío bajo mis pies mientras caminaba hacia las escaleras; los golpes se hacían cada vez más fuertes y la voz de una mujer se hacía más clara a cada paso que daba.
Era la voz de Camila.
Mi agarre alrededor del atizador se aflojó. Una sonrisa calmada apareció en mi rostro y mi corazón bajó de ritmo—Tal vez solo se había quedado dormida y hablaba por teléfono con sus amigas.
Seguí caminando hacia el final del pasillo. Nuestra habitación.
La risa de Camille.
Aceleré un poco el paso hacia la puerta, preparando una broma sobre sábanas pegadas.
Un murmullo de hombre.
Paré en seco a mitad del camino mientras la sonrisa se congelaba en mi rostro y me dispuse a escuchar con más atención.
Tal vez estaba en el altavoz con su hermano—Ella no tenía hermano.
Los golpes regresaron con más intensidad . Me acerqué más a la puerta. Esos no eran golpes normales, sino golpes húmedos. Los resortes de la cama se oían rechinar.
Sentía la furia fría como el hielo correr por mis venas convirtiendo mis manos en puños. Con pasos duros caminé hacia la puerta y la abrí de golpe encontrándome con Camila encima de Sam. Mi mano se crispó alrededor de la perilla. Camille me miraba asustada y con cara de haber visto un fantasma. Sam tenía una mirada de culpabilidad en sus ojos marrones y el cabello revuelto.
Solté un suspiro sintiendo mi alma acompañafls y salí de ahí lo más rápido que mis piernas permitían, tomé las llaves del auto. Meter las llaves y encender el auto me pareció verlo desde una cámara lenta, como si no fuera dueño de mis propios movimientos. Y una vez que la carretera se expandió como una línea negra continua frente a mis ojos, solo pude atinar a conducir. Conducir sin rumbo alguno.
Las lágrimas nublaban mi vista y no paraban de salir de mis ojos, sentía el recorrido caliente en mis mejillas y la sal en mi lengua. Aparqué el auto a la orilla de la autopista una vez que las lágrimas empezaron a obstruir mi vista. Noté la grava bajo mis pies al bajar, haciendome aterrizar un poco ante la realidad que estaba viviendo. Ahí fue cuando me di cuenta que estaba descalzo.
Una risa irónica borboteo desde el fondo de mi pecho mezclada con lágrimas. Pero ya no me oía como yo mismo. Caí de rodillas a la grava aún húmeda por la llovizna de ayer Agarré un puño de esta entre mis manos haciendo que pequeñas piedras se clavaran en mis palmas aterrizandome aún más.
No me sentía mal por el hecho de haber dejado de amar a Camila cuando la vi con otro en nuestra cama, porque había dejado de amarla a cómo la había hecho al principio de nuestra relación desde hace algunos años. Tal vez ahora solo quedaba cariño y la costumbre de estar con ella.
Decepción y lástima había solamente en estos momentos. Y no por Camille. Sino por mi. Había sido tan estúpido de quedarme con ella todos estos años sin darme cuenta de lo que en realidad era ella y nuestra relación.
Y todos aquellos consejos y comentarios que me habían hecho mis amigos desde la preparatoria ahora tuvieron sentido y no dejaban de repetirse en mis oídos como finas dagas.
Tal vez en los últimos años de preparatoria y al inicio de la Universidad la había amado y lo había vuelto loco— aunque eso se le atribuía a las hormonas y el buen sexo que ella ofrecía —y tal vez en los ultimos semestres de la universidad había empezado a darse cuenta de su forma de ser y como su su amor había empezado a enfriarse poco a poco. Sin que ambos se dieran cuenta.
Aunque poniéndolo en perspectiva, ella lo había notado antes que yo.
Sacudí la cabeza con frustración y miré hacia el campo vasto que se extendía frente a mí, aun sin saber qué hacer con exactitud.
---
—La casa es muy grande y es perfecta para una familia grande— La señora regordeta enfundada en un traje rosa nos miró a través de su hombro con una sonrisa soñadora.— Claro, en caso de que lo tengan planeado en un futuro.— A pesar de que sus intenciones de seguir hablando sobre la gran familia feliz que Camila y yo debíamos formar, decidí devolverle la sonrisa sin tanto entusiasmo pero llena de cortesía con afán de callarla.
Camila movió discretamente mi mano hacia su cintura.
—Está preciosa.— Camila se colgó aún más de mi hombro—¿Por qué los dueños querían venderla?
Empezó la charla superficial mientras mi mente repasaba la molesta y absurda idea de Camila en ir a cenar con sus padres a modo de sorpresa. Sería tan incómodo. ¿Cómo podría botar a Camille después de eso? Llevábamos 8 años de relación, tal vez la tercera parte de la relación se basaba en sexo, pero ahora ya no sabía que nos seguía uniendo.
—¿Y qué opina?—Sonreí cortésmente hacia la señora que me miraba expectante.
—Perfecta— Mi sonrisa cortés se volvió a una encantadora, provocando la reacción que esperaba para evitar el interrogatorio: un sonrojo y una sonrisa entre nerviosa y divertida.
La mujer abrió la boca a punto de hablar cuando sonó su celular interrumpiéndola. Una sonrisa de disculpa después y se encontraba yendo al jardín trasero mientras hablaba con alguien en tono amable en el pequeño jardín entre paredes.
—¿Qué opinas?—Camille estaba apoyada sobre mi pecho al igual que ambas de sus manos. Suaves besos eran dejados en mi barbilla y sus ojos verdes me miraban desde abajo con un brillo en la mirada.
—Está bien. —La separé un poco de mi disimuladamente —Cerca de la casa de tus padres. Amueblada y grande. Como tú querías.— Una sonrisa de labios cerrados adornó mi rostro mientras le regresaba la mirada.
—Bueno sí, pero no— La señora regresó interrumpiendo el discurso de Camila. Ella se me quitó de encima y se alisó la falda del vestido volteando a ver a la agente de bienes raíces.
—Disculpen. Tengo que arreglar unas cosas en otra casa en este mismo residencial. Me parece que debo dejarlos solos un par de minutos. Si quieren pueden quedarse a ver la casa o si lo prefieren lo dejamos para otro día.
El sonrojo de vergüenza era aún visible, solo que ahora una sonrisa de disculpa y nerviosismo se abría paso en su afable rostro ante una posible pérdida de clientes que le representaba dejarnos solos.
—Claro, no se preocupe.—El tono de Camila me hizo voltear a verla a la cara. Y como siempre que le salían las cosas mal o algo le irritaba, tenía esa mirada de condescendencia camuflada por una de entendimiento, a la par que una sonrisa empalagosa le cruzaba el rostro.
♡♡♡
Ya perdón, mil veces lo mismo llega a cansar.
Habrá muchos cambios en la forma de ver todo y sobre los personajes. Cabe aclarar que la brecha de edad ha disminuido porque sí me la mamé jsja.
Cambié los nombres porque es más cómodo y en general será un punto de vista más maduro y profundo, veremos a Aaron entrando en conflicto con lo que quiere y lo que es correcto. También digamos que es un poco más sombrío todo pero no se preocupen.
Actualización cada semana.
Ahora sí es la buena, se los juro.
Ferchis232 ♡
ESTÁS LEYENDO
La Hermana de mi Novia
RomanceUna pregunta. Una pregunta fue lo que bastó para poder tener entre mis manos el mismo cielo. "-¿Puedo preguntarte algo?--Asentí lentamente, después de lo que acababa de pasar no creía que algo pudiera ir peor.-¿A qué se refieren con polla?- Y juro...