Única parte

342 47 55
                                    

  Unas nuevas vacaciones de verano llegaron, y el viaje a la casa de sus familiares en el campo, estaban cada vez más cerca. Siempre que podían, iban de visita aquel lugar donde fuese criada su madre. Hoy, después de varios años, la casa estaba habitada por su tío menor, su tía política y sus primos.

  Luegi de un largo viaje, llegaron a destino. Como cada verano, fueron recibidos amorosamente, aunque SungYeol no iba desde sus doce años, el recibimiento era el mismo. Por distintas razones, los veranos anteriores él se había quedado en la ciudad. Hoy a sus 17 años, volvía a ver a su familia.

  Saludo amablemente a todos, nunca se había sentido incómodo en aquel lugar, y al contrario de sus pensamiento, no fue distinto en esta ocasión. Por un momento temió que podría sentirse incómodo al haber pasado tantos años sin verlos.

  Después de los correspondientes saludos e intercambios de halagos al verse mejor que la última vez que lo vieran, se encontraba acomodando el equipaje, en la habitación que le asignaron. Según le dijeron, compartiría cuarto con su primo, quien no se encontraba en ese momento en el lugar.
  SungYeol no podía recordar claramente a su primo, recordaba que eran muy cercanos. En sus anteriores visitas siempre pasaban el tiempo juntos, ideando nuevos juegos y travesuras. Sin embargo, con el pasar del tiempo, no mantuvieron contacto a la distancia.

  Estaba terminando de guardar sus pertenencias, cuando la puerta se abrió de golpe dejando a la vista a un chico alto, de cabello y ojos obscuros, con piel clara y una mirada penetrante y aguda. A SungYeol le costó unos minutos reconocer a aquella persona.

  - ¡MyungSoo! - exclamó cuando al fin ese rostro gatuno, se volvió en uno familiar.

  - ¡Yeollie! - dijo y el muchacho y se abalanzó sobre su primo, abrazándolo con fuerza.

  Ambos primos se perdieron entre charlas y anécdotas. Hacía años que no pasaban un tiempo juntos, y debían de ponerse al día el uno con el otro.

  Una noche, MyungSoo preguntó a SungYeol si quería ver una película, invitación que el mayor aceptó gustoso. Mientras el menor iba por snacks, SungYeol se acomodó en su cama, listo para disfrutar del film.
  Al regresar su primo, no esperaba que este se acostara en su cama. Pues su cama se encontraba libre, junto a la de SungYeol. MyungSoo gateo sobre el mueble, separó las piernas de Yeol y se sentó entre ellas apoyando su espalda en el torso de su primo, su cabeza en el hombro del contrario y acomodó las manos de SungYeol sobre su pecho.

  Mientras MyungSoo ponía a funcionar la película, SungYeol rogaba que su primo no escuchara sus acelerados latidos. Latidos que intentaba controlar a toda costa, pero que no estaba seguro de que estuviese funcionando.
  SungYeol no era ciego, ni tonto, sabía perfectamente que su primo lo estaba provocando. Y más allá de su parentesco, no podía negar que el menor era excesivamente hermoso, siempre lo había sido y ahora que estaba en el apogeo de su pubertad lo era aún más.

  - Yeollie, ¿todo bien?.

  - Sí - se limitó a decir el mayor, para no demostrar el nerviosismo que sentía.

  Tener a su primo menor de esa forma, hacía que no sólo sus pulsaciones se aceleraran, si no también sus hormonas. Y una vez más SungYeol intentaba controlarse, porque no podía perder los estribos, debía mantenerse centrado y calmado. No era cualquier chico el que lo ponía de esa forma, era su primo.

  Después de disfrutar y terminar los snacks, MyungSoo comenzó a juguetear con los dedos de su primo. Estos eran tan largos que le era imposible no distraerse con ellos. Los entrelazaba con sus manos, contorneaba cada dedo y repasaba la suavidad de su piel.
  MyungSoo sonrió malicioso al ocurrirse una idea, tomo el dedo pulgar de su primo y comenzó a delinear, distraídamente, sus propios labios. Pudo sentir como SungYeol se tensaba debajo de su cuerpo y sonrió victorioso.

  - Myung - dijo en susurro SungYeol.

  -¿Mhmm? - se limitó a responder sin detener su accionar.

  - ¿Podrías dejar de hacer eso?.

  - ¿Por qué?.

  - Porque somos primos.

  - Dame una buena razón y lo dejaré de hacer - respondió mordiendo ligeramente la punta del dedo.

  - Porque no quiero hacer nada indebido. Algo que está prohibido. Vos sos prohibido MyungSoo.

  - ¿Hyung, que intenta decir? - dijo en voz dulce, sobre el dedo pulgar de SungYeol haciendo que sus labios rozaran sobre él.

  - No simules ser un niño correcto conmigo - respondió perdiendo un poco el control-. No cuando te arrastraste así sobre la cama y torturas a mi pulgar de esa forma.

  - ¿Acaso no le gustó, hyung?.

  - Me fascinó, ese es el problema. Y deja de tratarme con cortesía. Eso no va contigo.

  MyungSoo se dio vuelta y se sentó sobre las caderas de su primo, donde lo esperaba una ya notoria erección, una igual a la que MyungSoo tenía.
  Ambos primos se fundieron en un beso apasionado sin decir palabra alguno. Llevaban años deseando darse uno. Y no iban a reprimir más aquel deseo.
  Siempre se sintieron atraídos uno del otro, y era momento de demostrar cuanto se deseaban, cuanto se querían más allá del mero lazo familiar.

Eres prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora