PRÓLOGO

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Blacktown era una pequeña ciudad costera de un lugar que es mejor dejar para el olvido, sus habitantes, almas en pena que vagan por las calles y los suburbios en busca de sustento y ganas de vivir. En el centro neurálgico de la infesta ciudad se sitúa la mansión Black, propiedad del magnate empresario con el mismo apellido. Black había conseguido administrarse oro puro de la mas devastadora miseria, toda su fortuna fue creada a partir de la desgracia ajena. Su pasado no era ni mucho menos brillante, sus delirios de grandeza aumentaron cuando ingresó, por suerte, en una banda callejera que se dedicaba a "proporcionar la justicia a los más desfavorecidos", la real motivación de esta banda no era la de ayudar al prójimo, si no más bien todo lo contrario, en tan solo un mes habían conseguido que la policía se negara a entrar en el barrio, debido a la peligrosidad de la misma. Black empezó siendo un simple sicario, haciendo el trabajo sucio, poco a poco, y ayudado por su gran labia y astucia, consiguió escalar posiciones en el escalafón de la banda, hasta llegar a controlarla. Su infame avaricia le llevó a extender su "pequeña mafia" a otros barrios, y después a la ciudad entera. En poco más de un año la pequeña banda de barrio se convirtió en una de las bandas más temidas a nivel mundial. Sanguinarios asesinos, invisibles espías y contactos en todas las esferas, eran las cosas más potentes de esta banda. Pronto Black se pasó al narcotráfico y a la trata de blancas, todo le era sencillo de realizar debido a la cantidad ingente de sobornos que realizaba. Así pues, fue creando un imperio del desahucio y el dolor, donde las almas podridas eran la mejor baza. Mandó construir una enorme mansión en la ciudad que lo había visto crecer, y creó un plan de futuro con una integrante de confianza, nueve meses después, nació Yuri, la razón por la cual el temible Black, pasó el testigo a un allegado suyo. Pero la ciudad jamás olvidaría lo que Black le hizo pasar, y sin duda, se lo devolvería con creces.

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