Enero, 2016.
Se suponía que teníamos que crear una milésima parte del universo para la querida clase del profesor que solo comía sandía. La casa de Dios era el lugar de nuestras reuniones para pegar imagenes de Pepe the Frog en las paredes de la plaza y hacer pequeños monos (de nieve) de crema batida. Creo que nuestros mejores recuerdos los tenemos en aquella casa, o más bien, en aquel coto privado y cotizado.
Cathrine vivía en una de las zonas más costosas de Rivendell: Angelstone Gardens. A pesar de ser una población pequeña, teníamos un buen desarrollo arquitectónico. Grandes negocios habían salido de esta ciudad, por lo tanto no estábamos tan mal. Aunque socialmente, la gente es muy estúpida. No, quitemos esa palabra: son de mente muy cerrada. La gente finge tener un nivel económico que no tiene, ser una persona que no es, algo así como un rey que no tiene ejército.
Aquella vez que se me atoro una zanahoria en la garganta y pude haber muerto a lado de un San Judas, las malteadas de helado de chispas de chocolate hecho de leche 100% proteína, las interpretaciones de guitarra purépecha. Creo que jamás había sido tan feliz con gente de verdad.Ariana Grande.
Comentario.
Emoji, emoji.
Justin Bieber sacó una nueva canción.
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Spotify.
Música pop de básicas.
Emma ha subido una foto de su nuevo gatito.
Más emojis.
Like.—¿Crees que confunda el Sol con una pelota de playa? —dije con la cara roja por querer buscar una nueva manera de descansar a lado del ventilador.
—¿Crees que pueda confundirte con un tomate con patas volteado de cabeza buscando el aire en un maldito ventilador que da a toda la sala?
Sonido de "Mensaje enviado" a @rick_jho4s.
—Las pelotas de playa son más interesantes que un alimento que tiene la cuestión de si es fruta o verdura.
—Damen dice que eres muy atractiva.
—Al diablo Damen, llevamos más de medio año.
Ed estaba aquella noche en que Damen y yo veíamos el cielo estrellado desde el techo de mi casa con Thinking Out Loud de fondo.
—¿De verdad te gusta tanto? Sus ojos son más estirados que los de un maldito coreano.
—Esos ojos asiáticos que tanto odias solo me miran a mi —dije mientras miraba el Sol caer por las diminutas casitas. Una de ellas era la mia, otra la de Emma, la de Charles también. Todos estaban ahí, admirando el mismo cielo que nosotras. ¿Realmente pensé que llegaría este día?
—A veces creo que Damen es un pendejo—dijo Cathrine conectando su celular a cargar por mi culpa (los vídeos de niños cayendo son lo más fuerte que puede ver Cathrine).
—A veces creo que solo quieres que te diga lo que pasó en nuestra reunión de Agosto.
—Deberías.
Sus malditos ojos, su cabello lacio rozando mi mejilla y manos heladas junto a las mías.
—¿Debería confiar en ti?
—¡Te compró comida para perros cuando tu gato estaba en el techo de tu vecino durante tres dias!
—Hey, eso fue lindo.
Damen hacía lo mejor que podía, de verdad lo amaba.
—Yo sigo creyendo que es un idiota.
—¿Vas a fundar un partido anti-asiáticos que regalan comida de perros? Superas mi nivel de racismo.
—¿Te besó?
—¿Te declaraste a Matt?
—Vete al diablo Scar.
—Ven y termina de pegar tus estrellas que tanto querías.
—A veces creo que solo quieres llamar la atención.
—Tener novio antes que tú no significa que quiera ser mejor que tú.
—No podrías serlo—buscaba pegamento en el cajón izquierdo.
Podríamos vender las lunas para conseguir más crema batida.
—¿Crees que me interesa serlo? —dije—Creo que jamás usaría ese vestido escotado de flores.
—Que linda eres, de verdad.
—Gracias, agradezco tu opinión —deje de rodar la canica— pero Damen es suficiente para mi.
—Solo quiero cuidarte.
—Jamás pensé que dirías eso.
No había notado que se había unido a la hermosa vista.
—Pertenecemos al mismo grupo, ¿no?
—Necesito una malteada.
—¿Desde cuando tuviste esa maldita afición a las malteadas de chocolate?
—Desde que Zuckerberg me hizo el favor.Cathrine era ese tipo de amiga con la que podías hablar de gatos todo el dia y continuaría en la misma postura. Sinceramente, jamás pude confiar en ella. Por eso es que hablábamos de cualquier objeto inexistente sin tocar un tema personal. Ella tampoco confiaba en mi. Claro que la quería, puede que nuestros debates hacían odiarnos, pero valía la pena. Cathrine formaba parte de la comunidad hipócrita de Rivendell. Por algo su casa era nuestro hogar de reuniones. Fingía tener algo que ni ella podía mantener.
❅❅❅
Las malteadas de chocolate con helado Oreo eran geniales porque Santa Clara es deliciosa. Cathrine intentaba sacarme algún chisme, pero siempre terminaba hablando sobre la consistencia de la leche; ¿que había comido la vaca antes?, ¿como habían sido sus manchas?, ¿cafes o negras?, ¿su novio la dejo por otra vaca?, ¿tenía amigas?, ¿las vacas pueden tener amigas?
Pero esta vez fue diferente.
—Mi padre es un idiota —dijo Cathrine mirando mi vaso.
—Cuando nos llevo a la pista parecía quererte mucho.
—Vino a buscarme hace dos días —suspiró.
De verdad estaba decaída.
—¿Le hablaste?
—Mi madre lo corrió cuando lo vió.
—¿Por qué dejaste que lo hiciera? Es tu padre.
—No sabes el rencor que le tengo a ese hombre.
—No puedo entender tu situación porque jamás vi a mi padre cojiendose a otra mujer.
Creo que me había pasado.
La abrace.
—El te quiere Cath—dije abrazándola fuerte— solo debes darle tiempo.
—No tenía porque hacerlo, lo odio.
—No podías hacer nada.
¿Por qué estaba contándome esto? Cathrine y yo jamás hablábamos sobre nuestros problemas.
Sentí una lágrima recorrer mi brazo. Esto estaba muy mal.
—No me importa como, pero conseguiré dinero para verte en uno de tus conciertos en Nueva York—dije— y gritaré "Ella me ayudó a construir el universo en una maldita tabla con canicas de su hermana".
—Se que llegaré.
—¿Por qué crees que lo digo?
—¿Llevaras una playera con mi cara y el título de mi nombre?
—Solo si no es un color pastel.
—Solo si la usas para tomarte una foto desde los Alpes.
—Solo por ti.
Y lo decía enserio, a pesar de que no fuéramos tan íntimas (excepto por este momento) lo iba a hacer, porque la quería, porque quería que llegará lejos y le demostrará a su madre que podía hacerlo.❅❅❅
Cathrine decidió quedarse con el centro de canicas y gomitas espaciales. Sus ojos eran lindos, debía admitirlo. Pero siempre los recorde porque cada vez que me iba se quedaba mirando como mi padre se despedía, se subía al auto y desaparecíamos entre los frondosos arbustos. Nunca entendí por qué lo hacía. Era una mirada que sólo podía observar al irme de su casa.
No era tristeza.
No era soledad.
No era humildad.
Era una mirada que muchas mujeres comparten durante gran parte de su vida.
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Vientos de Otoño
RomanceEl era fuego. Destructor si se lo proponía. Una obra de arte que merecía ser admirada. Aquel pianista que me enamoró con sus cartas y partituras. Ella era hielo. Fría como la larga noche de invierno. Una artista ocultando sus dotes del arte. Ll...