Prefacio...

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Cruel Amor by: Rosalie_a17

Prefacio

Olvidó todo lo demás, cuando sintió los desesperados labios del rubio sobre los suyos.

Jamás era suficiente.

La sala de menesteres había sido testigo de sus múltiples encuentros, había visto florecer aquella relación prohibida, había presenciado sus altos y bajos, el temor por ser descubiertos, el remordimiento y la complicidad, cosas que sin imaginar, habían acabado uniéndolos en algo que ni ellos mismos podían definir.

-Tardaste...-murmuró él separándose brevemente de la castaña.-Odio cuando lo haces.

Ella alzó una ceja confundida.

Entreabrió los labios para refutar, pero fue interrumpida por otro beso hambriento del rubio. Él exploró y saboreó su boca por unos segundos, hasta que empezó a desplazarse hacia la curvatura de su cuello.

Aquellas caricias prohibidas, sólo hacían que las cosas empeoraran.

Hermione Granger, sabía que todo eso estaba mal. Lo sabía, y aun así, no quería que él se detuviera.

Quería odiarlo, sentir rechazo, pero no podía. Ya era demasiado tarde.

No sabía en qué momento había dejado de pensar con cordura, ni en qué momento, había dejado de pensar en lo que más le importaba. Ahora, sólo estaba segura de querer pasar más tiempo en los brazos de Malfoy, y no de Ron, su novio.

Por mucho que lo odiara, esa era la verdad.

-¿Qué demonios, Malfoy? Sabes perfectamente porque me tarde.-murmuró ella mientras trataba de quitárselo de encima.-Me fue imposible escapar de ellos. Tú mismo, lo viste.

El rubio, la rodeó por la cintura, atrayéndola hacia él. No la quería lejos.

-Lo sé.-respondió rozando sus labios con los de ella, mientras notaba la mirada asesina que la gryffindor le enviaba. Eso sólo acababa haciéndola ver aún más deseable.-Pero, me gusta hacerte enfadar, y a veces no puedo evitarlo. Supongo que algunos hábitos no mueren fácilmente, además, te ves tan... encantadora, cuando lo haces.

Ella, rodó los ojos. Sinceramente, no entendía cómo podía verse atraída a ese egocéntrico y sexy rubio.

-Eres un idiota ¿Lo sabes, verdad?-murmuró Hermione, evitando que el notara el repentino rubor que sus palabras le habían causado.

-Un idiota al que amas.-sentenció esbozando una petulante sonrisa.

-Tal vez...-le dijo sin querer inflar su ego, más de lo que ya estaba.

-¿Tal vez?-inquirió él alzando una ceja y colocando ambas manos en las caderas de la castaña.-Debería castigarte por decir eso...

Ella, sonrió de lado.

-Deberías...-le retó tirando de su corbata.

Él sonrió satisfecho, y sin más demora, la acorraló contra la pared, sintiendo que su esbelto cuerpo se pegaba al suyo. Le encantaba tenerla en esa posición, imposible de escapar y sometida a lo que él le hiciera.

Volvió a deslizar sus fríos labios por su cuello, y se perdió en el sabor de su piel y dulce aroma. La necesitaba más de lo que se imaginaba.

Y eso, le aterraba.

No se suponía que aquella aventura llegaría tan lejos, ni tampoco se suponía que los sentimientos de ambos, se verían involucrados. Pero, cuando estaban juntos, se olvidaban de la realidad en la que vivían, y dejaban fluir sus emociones.

Era un mundo, en el que no existía nadie más, y sólo estaban ellos dos.

-Me encantas, Granger.-confesó acercándose a su oído.-En especial cuando te enfadas. Y ahora, sólo quiero castigarte.

Ella se quitó un mechón castaño que caía traviesamente por su rostro. En verdad, quería odiarlo, pero era imposible.

-Entonces, será mejor que no te detengas.-le respondió mordiéndose el labio inferior.

Los ojos grises de Draco, brillaron en deseo. Aquel pequeño gesto, sólo había servido para despertar sus más bajos instintos.

-Descuida. No lo haré.-murmuró sintiendo que Granger sería su perdición. Lo había sabido, desde el momento en que se había vuelto adicto a ella. Como si se tratara de una droga, una maldita droga que no podía, ni quería dejar.

Cada día o noche sin ella, ahora, era insoportable y temía que se hubiera convertido en algo más que una aventura.

Sabía que esto iba mucho más allá de ser algo pasajero.

Ambos lo sabían, pero se negaban a aceptarlo.

-¿Te quedarás...?-le pidió Draco, tomando su barbilla y obligándola a mirarle antes de seguir.

Hermione, lo pensó unos segundos antes de responder.

No era una mala idea.

-Bien, me quedaré.-respondió finalmente.

-Toda la noche.-se apresuró a complementar Malfoy, mientras pasaba un pulgar por su labio inferior. Sabía que la propuesta, era arriesgada, pero no la había visto en varios días y necesitaba recuperar el tiempo perdido.-Di, que lo harás.-le ordenó con cierta posesión.

Ella, sonrió maliciosamente. ¿Cómo si tuviera otra opción?, pensó mirando sus ojos grises.

Tal vez, el rubio quería aparentar que se lo ordenaba, pero muy en el fondo, se lo estaba rogando.

Sí, Hermione lo había notado, y esa era una de las cosas que más le gustaba.

-Toda la noche.-aceptó ella, extendiendo una mano para acariciar el desordenado cabello del rubio.-Pero, tendrás que ayudarme a inventar otra excusa. Lo del proyecto ya no sirve.

-Sabes que soy muy bueno para eso.

Hermione, sonrió y acortó la distancia.

-Lo sé. Ahora, deja de hablar y continua con mi castigo.-le exigió.

El rubio sonrió complacido, y no tardó en entrelazar su lengua con la de ella. Se deleitó con su sabor y mordió su labio inferior, haciéndola lanzar un suave gemido.

Weasley, podía ser su novio, pero él, Draco Malfoy, era su dueño.


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Cruel Amor (Dramione +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora