Orihime convence a Rukia de visitar a una tarotista. Pero lo que tiene que decirle no es algo que ella quiera escuchar. Hay cosas que es mejor callar, pero el destino no se puede cambiar… ¿o sí?
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Destino
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No creía en tales cosas, le parecía charlatanería. ¿Cómo era posible que una completa desconocida pudiese tener el descaro de hablar sobre su vida, ni menos predecir su futuro… Pero ahí estaba frente a esa mujer que revolvía un mazo de cartas mientras le daba las instrucciones de la lectura del tarot.
Suspiró profundamente, alzó la mano izquierda y la deslizó sobre las cartas ahora dispuestas perpendiculares al sentido en que estaba dispuesta la mesa, sus piernas descruzadas y firmemente apoyadas en el suelo, tal como le indicó la mujer. Era una señora de unos sesenta y pico, tenía cara de buena gente y podía ver un espíritu tras de ella. Afortunadamente esa entidad no detectó que ella también pertenecía a su mundo, aun cuando ahora utilizara un cuerpo falso.
-Elige tres cartas y me las pasas una a una –le indicó la mujer.
Rukia sacó una al azar, realmente no le importaba lo que esa charlatana tuviera que decirle. La mujer la volteó y la colocó un poco más arriba que el centro de la mesa.
-Esta eres tú –le explicó.
Así que una carta podía llegar a representar la complejidad que supone ser una persona… o un espíritu en su caso. ¡Qué bobería! No podía creer que Inoue la hubiese convencido de aquello, supuso que lo realizó solo por querer complacerla.
-Pero qué sombría eres –le dijo la mujer, Rukia frunció el ceño –Tienes mucho dolor en tu corazón, te has encerrado en él construyendo un muro de hielo. No te permites sentir, ni menos mostrarte débil. –hizo una pausa para mirarla a los ojos –Engañas a muchos, pero existen un par de personas que realmente te conocen. Dame otra carta.
Rukia tomó otra ahora concentrándose un poco más. Había una escondida tras otra, descorrió la que estaba por sobre y la rescató.
–Has tenido una vida muy dura, aun cuando ahora pareciera que has solucionado algunos temas de dinero –claro, pensó ella, desde que fui adoptada por Nii-sama aquello se superó –Pero tienes un dolor muy grande. Dame otra carta –lo hizo, la mujer la puso sobre aquella, pareciera que la mujer trababa de sacar más información –Una persona muy importante para ti ya no está a tu lado, ¿me equivoco? –la chica pegó un respingo –Destrozó tu corazón su pérdida, terminó por encerrarte tras esa muralla que habías comenzado a construir. Otra –Rukia le dio otra carta –Oh… ¿era tu enamorado? ¿Tu novio? –Rukia negó con la cabeza de manera automática –Lo amabas muchísimo.
-No lo amaba –repuso con firmeza –Solo lo admiraba.
No supo de dónde provino aquello y se recriminó por darle más material a la mujer, quien ahora negaba con la cabeza dándole a entender que no le creía nada. La chica frunció el ceño, ¿qué sabía ella de los sentimientos que tenía por Kaien-dono? Nada, ella no podía saber absolutamente nada, eran patrañas. Ella no lo había amado, no, nunca. No, nunca. Nunca…
La morenita le había entregó la tercera carta que había solicitado en un comienzo.
-Sale tu familia –le indicó -¡Qué enredo de familia! Es totalmente disfuncional. Saca otra carta. –obedeció –Tienes un hermano o hermana… muy frío, se parecen mucho ambos, tú y él. Él tiene un dolor muy grande… perdió a la persona que más amaba. De alguna manera se ha aferrado a ti y volcado su cariño hacia ti, eres su fortaleza y su debilidad. Es un buen hermano, te quiere mucho, aunque tú no lo notes ni él te lo demuestre abiertamente. –otra carta era solicitada –Me aparece otra persona, una que no alcanzaste a conocer… otro hermano o hermana… sentía una gran culpa, una que no alcanzó a resolver antes… de partir. Pero ahora está en paz.