Capítulo 3

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Sonreí, el último cliente salía a través de la puerta del local.

¿Quieres un poco? –Logan me acercó un cupcake de chocolate.

Creo que pensaré que lo único que quieres es engordarme – dije mientras le daba un mordisco, estaba completamente delicioso- en las dos semanas que llevo trabajando te la has pasado dándome dulces.

Este era para celebrar.

¿Ah si?- lo miré mientras daba otro mordisco- Dices lo mismo de cada uno.

Mmm... - desvió su vista al suelo.

¿Esta vez estamos celebrando mi primer día en la caja registradora?

En realidad, es porque pudiste hacer bien los cálculos.- una sonrisa se asomó en sus labios mientras subía su mirada -no diste dinero de más, lo cual merece ser celebrado – lo miré con el ceño fruncido mientras el comenzaba a reír, miré a través de la ventana.

Está bastante oscuro- comenté cambiando el tema.

Pues teniendo en cuenta que es el turno de noche...- miré mi reloj, aún quedaba una hora para salir.

¿Dónde está Amanda y Derek?- miré buscándolo pero no estaban por ningún lado.

En la bodega haciendo una especie de inventario- nos quedamos un momento en silencio, iba a preguntarle por Amanda y las muchas veces que lo vi mirándola sin que ella se diera cuenta, teníamos bastante confianza, él me había hecho muchas preguntas sobre mi vida, era mi momento, pero la campana de la puerta de entrada sonó anunciando un nuevo cliente por lo que mi interrogatorio quedaría para más adelante.

Miré en dirección a la entrada, un muchacho alto con el pelo negro que cambiaba a rubio en las puntas y lo llevaba hacia arriba en una especie de copa entró en el local, estaba vestido con una polera blanca ajustada por lo que se podía ver lo bien trabajado que tenía el cuerpo, encima de esta llevaba una chaqueta de cuero negra a juego con sus pantalones rasgados y botas del mismo color, por su cuello y mano derecha se podía ver la tinta que adornaba su cuerpo pero no se alcanzaba a ver la forma del dibujo, pero lo más impresionante de todo no era ese porte de chico malo, ni ese halo de misterio que desprendía si no esos maravillosos ojos azules, tanto como el mar, bajé mi mirada hasta sus labios algo pálidos para su tono de piel, una argolla estaba en la comisura derecha, sacó su lengua jugando con esta, una corriente eléctrica viajó por mi espina dorsal en cuanto hizo ese movimiento. Amaba los tatuajes, siempre me habían gustado y encontraba jodidamente sexys a los hombres que los llevaban, pero nunca me habían gustado los aros, los repudiaba y a mi ex novio había hecho quitarse el que tenía en la ceja, dirigí mi vista a su ceja y otra argolla relucía ahí, lamí mis labios, no debería encontrarlo sexy, pero muy por el contrario...

¿Me entenderás o seguirás mirándome? – parpadee, enfocando mi vista nuevamente en él, los colores de apoderaron de mis mejillas, había estado observándolo de forma descarada y no sé por cuanto tiempo, aunque por el tipo de sonrisa en su rostro puedo decir que no era la primera vez que le pasaba. Mujeriego, pensé en silencio.

Sí... yo lo- pensé en disculparme pero ¿Qué caso tenía? - ¿qué desea? – dije en su lugar mirando directamente a la caja, los nervios comiéndome por dentro, entre menos lo mirara mejor, sentí una risita...

Un café obviamente – su tono irónico hizo que subiera la mirada molesta, en su cara mostrando todo el sarcasmo usado en su voz, joder este tipo definitivamente se creí el dueño del mundo, todo su atractivo se había esfumado como por arte de magia, odiaba a los tipos así.

Perfect StrangersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora