Conociendo a la bestia.

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Todo el día era el mismo, todos los días tenía que lidiar con los riquillos de mi trabajo. Piensan que con tener mucho dinero pueden menos preciar a quien quieran, y hoy no fue la excepción.

-Dame un café sin azúcar y el más caro, sin calorías –me dice una clienta viéndose en un espejo y acomodándose el cabello.

-Mejor tome agua –digo susurrando para mí.

-¿Perdón? –pregunta con una mirada asesina.

-Desea algo más

-Me lo llevas a mi lugar –me dice con cara de victoria.

Mi trabajo consistía en aguantar los insultos y las quejas de los ricos solo porque trabajo en una cafetería y nunca quise estudiar. Mi madre siempre me reprochaba que mi hermano era el mejor abogado del mundo y yo ¿Qué era? Un simple empleado en una cafetería.

-Aquí tiene señorita –asentando el café con una servilleta al lado.

-Que no se vuelva a repetir por favor –sujetándome el antebrazo- si tiene algo que decirme mejor dígamelo en la cara y no susurre.

-¿Desea algo más? –pregunto mirándola a los ojos.

-Puedes retirarte –hace un gesto de menos precio con la cara.

Yo sé que no es el mejor trabajo pero me ha sacado de apuros. Tengo un coche y una casa, no me quejo bueno solo de algunos clientes.

-Gracias por cubrir mi turno Min Ho –me dice mi compañero acomodándose el delantal- te debo una.

-Me debes muchas, siempre que tienes un problema con tu novia te cubro.

-Cierto –dice riendo- te lo recompensare.

-Dejaras a tu novia por mi –digo riendo.

-No empieces con tus cosas Min – me dice dándome una palmada en la espalda.

-Bien, me voy.

Se supone que yo solo trabajo de viernes a sábado las 24 horas pero por mi compañero a veces trabajo de más. Me dirigí a mi auto hoy no tenía algo planeado para hacer así que solo pensaba en llegar a mi casa y dormir.

-Hey, tu –Oigo a alguien detrás de mí.

-¿Si? –Digo volteando- ay no tu otra vez –susurro.

-¿Quieres un trabajo mejor? –me dice arqueando la ceja la misma señorita de hace un rato

-¿Perdón?

-Necesito a alguien como tú que sea mi mano derecha y mi chofer.

-Me ve cara de que estoy pidiendo caridad –le digo molesto- lo siento señorita pero tengo asuntos que atender.

-¡Ja! –Dice sonriendo –no tienes ningún asunto que atender, las personas como tu solo viven para comer y dormir.

-Cree que lo sabe todo –le digo con un tono fuerte- Buenas tardes.

-Bueno si cambias de opinión ten –me dice dándome una tarjeta.

¿Qué se cree? Que necesito de sus millones. Llegue a mi casa y pensé mejor las cosas pero no tenía ninguna intención de querer encontrármela y peor aun tenerla como jefa así que mejor no pensé más y dormí.

Me levanto por el sonido de mi celular.

-¿Bueno? –pregunté algo soñoliento.

-¿Min Ho?

-¿Si? Oye hoy no quiero ir a suplirte.

-No es eso amigo, es que el jefe te quiere ver en este preciso momento

-¿Qué paso? –pregunto.

-No lo sé, pero está enojado.

-Bien voy para allá.

Me levante y me dirigí a mi trabajo, no entendía la razón de por qué el jefe tenia tantas ganas de verme pero esto no era muy común. Al llegar vi a jefe al lado de una señorita ella estaba de espaldas hablando con él.

-¿Quería verme señor? –Pregunto y dándome cuenta que la señorita era la misma que atendí ayer- ¿Usted? –le pregunto.

-Oh, qué bueno que la reconoces Min Ho porque ella vino a quejarse de que uno de mis empleado la trato mal ayer –me dice- ¿Es él? –le pregunta.

-Si, es el –contesta ella.

-Pero yo no le hice nada señorita –digo dirigiéndome a ella.

-Claro que si, ayer te portaste muy grosero conmigo.

-Me decepcionas Min Ho eres uno de mis mejores empleado –me dice mi jefe- pero hoy te pasaste, estas despedido.

-¿Qué, pero que...? –digo desconcertado.

-Pido una disculpa señorita.

-Está bien señor, eso es lo que merecen las personas grosera –dice ella mirándome- bien me retiro.

-Señor pero yo no hice nada –le digo a mi jefe.

-Lo siento Min Ho.

-Espere usted –le digo a la señorita agarrándola del brazo y volteándola para verla.

-¿Quieres trabajo? –me pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Qué? Todo... todo esto lo hizo para que trabaje con usted.

-Mmmm... digamos que si –dice guiñando el ojo.

-Está enferma, es despiadada –le digo enojado.

-Gracias por el piropo, todo lo que quiero lo consigo cueste lo que cueste y tu me saliste muy barato –dice echando una carcajada al viento.

-No estoy tan mal de la cabeza para querer trabajar con usted.

-Bueno si cambias de opinión sabes cómo contactarme, me voy, yo si tengo cosas que hacer.

La bestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora