OTP STUFF + JEANMARCO

Estrellas Fugaces.

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Título: Estrellas Fugaces.
Palabras: 685.
Género: Angst.
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Según la tradición, las "estrellas fugaces" son astros que cumplen deseos. Así, para garantizar que un anhelo se hiciera realidad bastaría con pedirlo en los segundos que duran sus trayectorias.

Según los astrónomos, las "estrellas fugaces", son meteoros. Concepto que se reserva para distinguir el fenómeno luminoso que se produce cuando un meteoroide atraviesa nuestra atmósfera.

Jean creía fielmente en la tradición, mientras que Marco era más realista.

Kirschtein era bastante soñador. Pedía el deseo de las 11:11, pedía deseos a las estrellas, creía en el gatito dorado que mueve la mano hacia adelante y atrás.

Pero en ese preciso, el adolescente soñador había desaparecido por completo. Todas las fantasías y esperanzas de Jean Kirschtein se consumían junto con sus de cigarrillos nocturnos.

Miró su reloj, y sonrió de lado.

11:11 p.m.

— Quiero morir.- susurró mirando al cielo. Una lágrima bajó sigilosa por su mejilla.

Ya era rutina desde que Marco se fue.

Salir a las nueve con nueve. Comenzar a fumar sin parar a las diez con diez. Pedir deseos que nunca se cumplirán a las once con once. Seguir fumando y llorando sin una hora definida, dependía de cuan mierda se sintiera ese día.

Él era alguien que soñaba mucho, y vivía poco. De esos que pensaba en todo, y no hacía nada.

Recordaba vagamente que una vez deseó ser astrónomo. Ahora sólo desea que Marco esté junto a él.

Pero ni las 11:11, ni las estrellas fugaces, ni el gatito dorado que mueve la mano hacia adelante y atrás, podían sacar a Marco de su sueño eterno.

Era imposible revivir a alguien con fantasías, esperanzas, y deseos. Y eso era lo único que Jean tenía.

Jean miraba el cigarrillo consumirse. Le hacía alusión a su estado en esos instantes.

Las pastillas no ayudaban, los psiquiatras menos.

Dicen que, para salir de una depresión, también el afectado debe poner de su parte. Y él parecía estar bastante cómodo en el borde del precipicio.

Marco se había vuelto sus 11:11, sus estrellas fugaces, su gatito dorado que mueve la mano hacia adelante y atrás. Por eso, cuando él murió, a Jean no le quedó nada. Todo en lo que creía le parecía estúpido.

El pecoso era su única compañía. Sus padres habían muerto, sus "amigos" pensaban que era un idiota, e incluso su perro se había alejado de él.
Pero Marco siempre estuvo con él, en las buenas y en las malas.

Cada vez que pensaba en Marco su mente se llenaba de momentos felices y agradables, y la palabra "hogar" le llegaba a la mente.

Marco era su hogar.
Marco era su todo.
Y ahora no estaba.

Entró a la casa nuevamente, sus pasos haciendo un leve eco por lo vacío que estaba el lugar. Se dirigió con parsimonia hacia la cocina.

Había averiguado bastante. Un auto y una manguera eran suficientes, aunque él quería asegurarse de que iba a morir.

Tomó el cuchillo de la mesa, junto con su frasco de pastillas y la botella de Jack Daniels.

Soltó una risita a la vez que caminaba hacia la cochera.

Revisó que la manguera estuviera estuviera bien puesta en el tubo de escape, entró al auto y se acomodó en el asiento.

Destapó la botella, abrió el frasco de pastillas y se tomó todas las que podía tragar.
Se sacó la camiseta, tomó el cuchillo con fuerza y comenzó a hacer cortes verticales por sus muñecas.

Indoloro, incoloro e inodoro. Así era el tóxico que invadía en esos momentos los pulmones de Jean.

Volvió a tomar un sorbo, con la sangre bajando por sus brazos.

Respiró profundamente mientras sonreía. Cerró sus ojos y siguió bebiendo, relajado.

Sentía como su alma se iba por esos cortes, como su pena se ahogaba con ese veneno, como su desesperación se dormía gracias a las pastillas.

Estaba tranquilo, en paz. Iba a estar con su Marco otra vez. Iba a descansar.

Cerró sus ojos, la botella cayó, el alcohol mezclándose con la sangre.

Jean llevaba días sin dormir, y ahora iba a hacerlo.

Iba a dormir para siempre junto a su amado Marco.