Seis meses atrás:
Me encontraba detrás de las personas que probablemente no volvería a ver en mi vida. Tenía esa estúpida toga junto con el birrete que se ladeaba cada tres segundos sobre mi cabello.
Estoy segura que temblaba tanto que hasta mi tío, desde su casa en San Francisco, podría verme con las piernas en alguna extraña posición intentando mantenerme en pie.Tan solo faltaban tres personas para que fuera el momento de pararme allí, enfrente de todo el mundo, a dar un aburrido discurso, que probablemente sería arruinado por una de las estupideces que suelo soltar en pleno nerviosismo.
—Nuestra siguiente graduada: Christine Becker.
No, afortunadamente esa no soy yo.
—Y el siguiente: Christopher Brooks.
El chico pasó al frente, un tanto tembloroso, un tanto sudoroso. Al llegar al centro, dio un "emocionante" discurso de agradecimiento.
—... África Bryant.
Tragué saliva, acomodé la toga, miré al frente y caminé con paso firme al estrado.
Pensaba, desesperada, que decir. El silencio se extendía por todo el lugar. ¡Pero nada llegaba a mi mente!
—Estooo... jamás creí llegar hasta aquí, ni siquiera llegué a imaginar que podría aguantar estos... muchísimos años en la secundaria, y además mantener mis notas... bueno, medianamente bien—se escucharon risitas en el público—. Pero, aquí estoy, como me ven. Es más, hace unos minutos no podía pensar en subir aquí, a dar un discurso, pues lo que he practicado se ha ido cuando mis piernas se han vuelto de gelatina. Si les soy sincera, este discurso está siendo 100% improvisado.
Paré un segundo; respiré hondo y continué
—Pero, ¡lo he logrado! ¡Toma esa, Will! ¿Lo ves? ¡Me he graduado! Y tú decías que nunca lo lograría. Recuerda que me debes cincuenta libras—paré un segundo, pensando en lo siguiente—. Bueno, gracias por la atención.
Bajé corriendo del estrado, y me refugié en los brazos de Christine (si, la que había pasado antes de mi), mi mejor amiga. Probablemente, aquella sería la última vez que nos viéramos (claro que si saliéramos juntas al cine hoy no sería nuestro último encuentro)
—¡Lo hiciste... gracioso!—exclamó ella.
—¡Lo se! ¡Bueno, de pronto improvisé un poquito, pero lo logré!
—¿Y que piensas hacer ahora, amiga?—preguntó Christine.
—Pues, ir a algún lugar lejano, y... luego volver.
Hice una pausa.
—Y olvidarme del mundo que conozco. Porque eso es lo que necesito.
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Vista Nublada
Fiction générale-Tienes lluvia en tus ojos-inquirió inocentemente el niño. -Lo se. -Tienes lluvia en tus ojos-insistió. Un trueno resonó, al mismo tiempo en que un destello de luz se veía reflejado en una lágrima. Ambos se miraron con complicidad.